lunes, 24 de septiembre de 2012

104. Tiempo al tiempo, nena

Gomadrid
Cuando mi madre viene a Madrid, hacemos planes rollo Pitita Ridruejo. Como dos señoronas. Un día vamos a comer huevos a Lucio, otro al Real, un vistazo a la Casa de Sorolla, una merienda en Embassy, un paseo por el botánico… Pitita total.

Bueno, también tenemos el momento Belén Esteban, porque a mi madre un mercadillo le vuelve loca.  Tiene como una especie de radar para encontrar algo decente entre todos esos pingos. Yo, según ella, tengo el don  justamente opuesto, entro a Chanel y me compro un pingo.

Así que el domingo, sacamos la rubia que llevamos dentro y nos fuimos a un mercadillo en el que compramos dos kilos de cilantro a un euro. Que pensaréis: para qué quieres dos kilos de cilantro si a casi nadie le gusta. Pues porque estaba muy barato. Es así. Yo no lo sabía pero éste es suficiente motivo para comprar, igual de importante que necesitar algo, o ir utilizarlo después. Si es barato, lo compras. Que a mí me gusta el cilantro, pero ¿dos kilos? Porque vosotros sabéis que el cilantro casi no pesa ¿no? Os podéis imaginar el volumen de cilantro que poseo.

Así que ahora tengo dos kilos de cilantro muy barato en mi congelador, separados en bolsitas individuales (muy prácticas, eso sí) lo que hace que el cilantro ocupe un cajón y medio entero. La verdad es que tampoco pasa nada porque mi frigo es del tipo: balda, balda, salchichas, balda, una hoja de lechuga pocha, y medio limón. Que mi madre cada vez lo abre creo que muere un poco.

Pero era barato, y lo compramos.  El caso es que faltaban dos horas para nuestro siguiente plan Pitita: paseo por el Retiro con Maricristi y exposición temporal en el Prado, y pensé: vamos a arriesgarnos, vamos a hacer una locura, vamos a un Vips que tiene todas esas cositas absurdas que comprar y mirar.  El vips fue bien, incluso compramos un molde para hacer los huevos fritos con forma de corazón. Aunque mi madre no paró de repetir:
- ¡Qué precios, nena! ¡Qué precios! ¿Dices que esa cubitera vale 19 euros?
- Sí mamá, pero hace caras de Los Simpsons.
- Y para qué quieres tú la cara de nada en un hielo. ¿Y esto la gente lo compra?
- Pues me imagino mamá, nosotras hemos comprado el molde para huevos fritos con forma de corazón.
- ¡Me irás a comparar! Un huevo frito siempre tiene su encanto. Tú imagina las caras de tus primos cuando les ponga eso en el plato. Pero ¿un hielo? Uy y mira esta taza, ¡35 euros! Estamos locos, eso es lo que le pasa a España, que andamos entretenidos con tonterías que no valen para nada.

Pero el error vino justo después. Antes de nuestro siguiente plan Pitita, hicimos tiempo en un Starbucks, y el tiempo en los Starbucks es carísimo. Os resumo un poco la opinión general de mi madre, os la resumo porque no tengo horas para escribir todo lo que dijo allí sentada:

Sobre mi Frapuccino:
- ¿Y dices que esto es café? Jajaja, no me hagas reír, nena, no me hagas reír. Ni huele, ni sabe, ni parece café. No es café.  Es bastante fácil de entender. Ni siquiera parece un granizado de café. ¡Ya sé a qué se parece! ¿Sabes eso te que dan en los aviones que ellos llaman café pero no es café? Pues es esto mismo.

Sobre su zumo de mango:
- ¿Y dices que esto es zumo? Jajaja, qué sentido del humor tiene esta gente. He visto purés de patata de sobre más líquidos que esto. Por no hablar de lo del mango… Igual es que en Estados Unidos llaman mango a otra fruta… Debe ser eso.

Sobre mis cookies:
- ¿Qué esto es una galleta? Vamos, hombre, esto son las tortas españolas de toda la vida pero arenosas. Están como sequitas ¿no? Y para qué quiere la gente una galleta tan grande,  si ni quiera se puede mojar en la taza. Me parece un despropósito. Me das harina, azúcar y mantequilla, y les dejamos a la altura del betún en dos horas.

Sobre tener que llevarte tú misma las cosas a la mesa:
- Primero los selfservice, luego las gasolineras, luego te cobras tú misma en el súper, ¡y ahora las cafeterías! Que yo ya tengo un trabajo, vengo para que me atiendan, por eso pago, porque está claro que para tomar buen café no será. Luego que hay paro… Dentro de nada vamos a tener que quitarnos el apéndice a nosotros mismos. Tiempo al tiempo, nena.

Sobre la cuenta:
- Pero nena, ¿seguro que eso está bien? ¿18 euros por esto? Tú eres tonta, porque si no lo entiendo.  Que se están riendo de ti. ¿No lo ves? Ahora esta el dueño de este sitio riéndose en su mansión diciendo: ¡otra que ha caído! Yo aquí no vuelvo. Y que no me entere que vuelves tú.

Yo me  mantenía en silencio porque, la verdad, razón lleva pero es que el Frapuccino yo creo  que tiene el mismo ingrediente que los Risketos, tomas uno, y adicto para siempre. Una exclavitud.

Nos fuimos de allí mientras ella miraba al señor de seguridad con cara de “¿No le da vergüenza?”.  Y después del Prado,  paseando, acabamos en San Ginés, una chocolatería de toda la vida de Madrid y entonces sí:
- Esto es otra cosa nena, con estos churritos jugosos, y estos camareros vestidos de blanco. Pero mira qué chocolate: huele, sabe y parece chocolate. Así  de sencillo funciona la vida, que ya va siendo hora de que te enteres y tengas algo de personalidad. Que eres muy influenciable, que oyes llover y te meas. Yo no sé a quién has salido tú, porque vamos, con lo que nos gusta en casa un buen café, con ese olorcito que te despierta, y poder mojar las galletas.  ¿Y dices que esa cafetería la hay por todo el mundo? Pues no lo entiendo, de verdad que no lo entiendo.  El mundo se ha vuelto loco, va a llegar un momento en el que la gente ya no sepa que era el café de verdad, ni que el zumo es líquido, ni que el mango es mango, ni que hubo un tiempo en que había gente detrás de la barra que te daba los buenos días al entrar a la cafetería y te decía: ¿lo de siempre, señora? Porque yo para prepararme un café, pues me lo tomo en casa, que lo tengo bien rico. Aquí vengo a otra cosa.  El mundo se ha vuelto loco,  y vosotros ni siquiera os dais cuenta, pero un día os vais a dar, y entonces ya será tarde. Tiempo al tiempo, nena.

Y la nena entra en un estado de depresión que ya no sé si estamos hablando de Starbucks, de San Ginés, del café que sabe a café, o de que el mundo es una mierda y no hay salida. De verdad, que no lo sé.