miércoles, 6 de mayo de 2015

La tristeza está sobrevalorada

Yo no me sé poner triste.

No me sale. Conozco personas a las que les invade una tristeza digna, diría que respetuosa, que les mece unos días para luego salir de ella poco a poco, como quien sale de un mal sueño y pasa a la duermevela, y luego ya, al tiempo, despierta un poco fortalecido,  desahogado, y con suerte, vaciado de tanta pena.

A mí no me pasa. La angustia es mi variante a la tristeza. Lo más parecido que tengo a la pena es un ahogo, una rabia, y un disimulo que me impide mostrar en qué me ando. No sé llorar, ya lo he contado de broma, pero con una broma que iba en serio. Casi siempre, porque decir siempre puede sonar a demasiado,  lloro a escondidas y con la urgencia del que tiene que acabar pronto (“que no se note”) y a la vez, con la angustia de que esos lloros no te calman, no te desahogan.  Al contrario, esos lloros te descomponen y muchas veces me pregunto lo mismo: ¿Cómo sabe  la gente que llora cuándo debe parar de llorar?

No es como la risa, la risa nace y se pierde en ella misma cuando se ha agotado, pero el lloro no se agota. Al menos el mío no, hay que decidir pararlo, porque la pena no pasa. No tengo penas circunstanciales, que me duran lo que una carcajada o una llorada. Ni creo que existan. Son penas que uno decide dejar de pensar, porque siempre que se piensan, angustian.

Tampoco me gustan los lloros de los demás porque nunca sé qué tengo que hacer. ¿Abrazar? ¿Acariciar? ¿Escuchar? Yo solo quiero salir corriendo y a cambio, pongo cara de panoli y abro mucho los ojos y le toco como si en vez de manos tuviera el palo de una escoba. Solo si llora alguien a quien conozco mucho mucho, alguien a quien quiero,  me sé comportar, más o menos.  El llanto de los desconocidos es como una pregunta indiscreta, como verle a alguien un tomate en el calcetín, o tropezarse con una raya de una baldosa en la calle. Es un mirar para todos los lados y disimular.

En cambio la risa, tan exhibicionista, tan fácil de sacar a pasear, que te cura, te transforma, te pone el lunes como si fuera una viernes, te hace olvidar, te vacía el cuerpo, te libera, se contagia… Uno quiere hacer reír, no llorar. Claro, si uno es buena persona. Y sin embargo el llanto tiene esa fama de importante, de creativo, de liberador. Pues no lo entiendo.  Desde luego que un ataque de risa me hace tener ideas mucho más creativas que llorar dentro de un baño y salir a disimular.

Por no hablar de esa extraña confusión en la que los de lloro rápido sufren más, o peor aún, sienten más. Como si la risa no fuera lo suficientemente intensa, fuerte, concreta, o superlativa como para ser considerada una emoción mayor.

La risa, al menos la mía, me construye. Y la vida siempre tiene que ver con construir. Estoy cansada de todas las intensidades tristes. Tampoco es para tanto.

Twitter: @mama_drama
Facebook: Cómo no ser una drama mamá
Instagram: @amayaascunce

29 comentarios:

  1. Vale gracias, ahora más que nunca me viene de lujo, prometo no llorar delante tuyo , es más necesito reirme a ver si te veo pronto

    ResponderEliminar
  2. Joé, pues hoy me das en to'l... en fin justo ahí..
    Yo sí, soy de las que de vez en cuando lloro. Creo que me superan las circunstancias, no es pena ni lástima, es el día a día que directamente me pasa por encima sin preguntar...
    Eso sí, llorar me permite recomponerme, es cierto. No digo que mejore ni que me solucione nada, digo que me ayuda a recomponerme, a juntar los trozos y a tirar p'alante. Sin más pretensiones.
    Mi estado natural es verdad que es alegre y dicharachero pero.. a veces.. pues esas cosas que nos pasan a algunas menos a tí... jejejeje
    Hoy es uno de esos días así que por favor, perdóname el tocho... ¡y no me llores! jejejejeje
    Bss (y gracias por el post)

    ResponderEliminar
  3. Hoy estoy más de acuerdo contigo que nunca. Yo necesito reír, me hace bien. Y odio llorar, lo hago poquísimo y siempre me deja peor de lo que estaba. Mi cuñada, la persona más intensa que conozco, llora de vez en cuando a solas para quedarse relajada. Flipo. Jamás lo entenderé.
    Además llorar me pone feísima y me deja con mocos 24 horas.
    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Creo que llorar hace tanto bien que reír. Yo soy de las que lloro a moco tendido, gritando al mismo tiempo y la verdad es que te quedas descansada. Aunque la pena no desaparezca ayuda. También me encanta reír, de hecho soy de esas personas que están riendo todo el día. Y lo mejor es reírme de mi misma. Un besillo.

    ResponderEliminar
  5. Yo soy muy llorona. Para un escritor o para un cineasta soy la lectora y espectadora perfecta. Si me quiere hacer llorar, lo consigue a la primera. Lloro hasta en la biografía de María Antonieta.
    Pero con los años cada vez lloro menos y me río más. Y ¿sabes qué? Que la risa compartida sabe mejor que los lloros compartidos.

    ResponderEliminar
  6. Tengo un amigo desde la más tierna infancia a quien nunca he visto llorar. Un día me dijo que jamás había podido, que era incapaz. Ni cuando se murieron sus abuelos soltó una lágrima.

    La única persona que lo vio llorar fue mi madre, el día que falleció su sobrina recién nacida, y le tuve que preguntar varias veces si de verdad tenía lágrimas en la cara, porque era -y soy a día de hoy- incapaz de imaginármelo.

    ¡Se te echaba de menos, Nena!

    Besos

    ResponderEliminar
  7. Yo soy muy llorona, llorona de Almodóvar, y cuando lo hago no es por pena sino a veces por rabia y otras porque lo necesito, y me quedo la mar de a gusto oye :)
    Aunque mi estado normal es estar riéndome a todas horas, me encanta reir, me encanta esa sensación que se te queda desdpués de unas buenas carcajadas.
    Me alegra volver a leerte :D
    Besotes

    ResponderEliminar
  8. A mí me gusta llorar, porque suelo hacerlo cuando me emociono, a veces viendo el telediario, a veces con una peli, incluso con un anuncio de café soluble (pa darme de bofetás, ja ja ja).

    Pero cuando me invade una tristeza gorda, cuando he perdido algo muy preciado: un ser querido, una oportunidad única, un momento que no volverá... entonces no es un lloro lo que me acecha. En esos momentos el lloro es como una puerta para sacar una angustia, un nudo en el corazón y en el estómago, un bulto en la garganta que no me deja respirar, que me marea, que literalmente me hace verlo todo negro, porque incluso la vista se me nubla. Es tan agobiante y tan descorazonador que, cuando me pasa, me creo de verdad que voy a morir en breve, en unos minutos o unas horas, porque no lo podré soportar.

    Dios, es horrible sentirse así. Y cuando me pasa, nunca sé cómo salir. En esos momentos, llorar es simplemente abrir un grifo pequeñito para ir soltando lastre, cuando lo que me haría falta es abrir una compuerta de pantano.

    En fin, Amaia, no sé qué te habrá pasado para inspirarte esta entrada al blog. Por un momento he pensado en otras entradas tristes que escribiste y que me hicieron llorar contigo, a pesar de ser una desconocida.
    Espero que sea lo que sea, puedas volver a sonreír en seguida.

    Muchos besos, preciosa.


    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Perdona, he puesto Amaia y luego he visto que es con Y, Amaya.

      Disculpas :-D

      Eliminar
    2. Para mi en ambos casos, risa y llanto, la clave es ESTAR, da igual que sea propio o ajeno, pero si estás presente mientras sucede, conectas con ese ser que está pasándolo bien (o mal) incluso con tu propio ser, pues eso es lo mejor que se puede hacer.
      El dolor es inevitable (incluso me atrevo a decir que es bueno, para conectarnos con ciertas experiencias que están ocurriendo, y coger fuerzas para pasar página aprendiendo algo) nuestra lucha es para no caer en el sufrimiento.
      Me explico mejor con un ejemplo: Si me metes el dedo en el ojo tengo un dolor y lloro (es inevitable); si eso me genera un miedo y cada vez que veo un dedo levantado sufro y me pongo fatal, sintiéndolo en mi ojo sin ser real, eso no me lleva a nada bueno.

      Eres muy valiente por reconocer que no sabe llorar en público, que quieres salir de esa sensación, en esa observación tal vez tengas la llave para encontrar unas lágrimas liberadoras y creativas.

      En mi opinión el caso no es hacer reir o hacer llorar, sino estar presente, en la risa y en el llanto, contigo misma y con los demás...

      Me ha quedado un poco así, pero no siempre van a ser risas mil.

      Abrazo largo.

      Eliminar
  9. Yo veo la tristeza como una forma de pereza que a veces nos invade sin remedio. Puede ser digna porque es humana y ninguno somos inmunes a ella, pero prefiero pensar que podemos elegir, que podemos vivir con ella sin dejarnos arrastrar. El llanto es diferente, nunca es el mismo y depende de la emoción que lo conforme incluso la composición química de nuestras lágrimas varía. Nadie elige llorar o desea hacerlo, pero nuestro cuerpo a veces lo necesita. Yo como veo que no eres muy de lágrimas te mando una sonrisa bien grande desde Alicante :D Un abrazo Amaya.

    ResponderEliminar
  10. Yo soy de extremos. Río y lloro intensamente por igual. Menos mal que río mucho más de lo que lloro. Eso sí, lo de llorar también prefiero hacerlo en soledad y coincido contigo en que consolar a alguien que llora es de lo más incómodo. Un besote!!!!

    ResponderEliminar
  11. Hola guapísima. Pienso que es tan necesario llorar, como reir. Afortunadamente reimos más a menudo, no faltaba más. Que los llantos necesarios nos esperen muchos años.

    Es un desahogo a la pena intensa, y sí, se deja de llorar cuando una ha llorado tanto que se le han secado las lágrimas. Creo que dejar de hacerlo antes de tiempo interrumpe la basura que necesariamente, ha de salir, y que dentro, va a doler más (llámalo angustia o lo que sea...)
    Hablo por supuesto, de llantos por cosas "grandes". Por eso cuando alguien llora conmigo, no interrumpo, solo "estoy" como dijeron más arriba. Que salga todo lo que tenga que salir...y ya, hala! después, a reir de nuevo todo lo que se pueda.

    Un abrazo grande y apretao

    ResponderEliminar
  12. Esto lo habría podido escribir yo si escribiera bien!

    Va, pero tampoco me voy a poner a llorar por no haberlo hecho, mejor reírme contigo ;)

    ResponderEliminar
  13. Pues parezco tú... rara vez lloro delante de alguien.. muy grave tiene que ser el asunto para que se dé así... y como todo el mundo a lo que está acostumbrado es a verme reír (y río a rabiar... igual que cuando lloro lo hago también a rabiar... pero en mi habitación y a ser posible por la noche, aunque esté sola en casa...) cuando lloro delante de alguien se quedan un poco atónitos...

    Pero me gusta.. .me gusta reír... y me deja el mismo cuerpo que llorar... flojita flojita... jaja así que si hay que elegir, que sea reír!

    ResponderEliminar


  14. Voy a empezar mi comentario con algo tan tópico como "me siento muy identificada con lo que dices en este post". Y me da mucha rabia comentar así un texto tan brillante, tan bien escrito y tan bien adjetivado (;P). Pero es que es verdad, me siento muy identificada sobre todo con esa primera frase (tan) maravillosa: yo no me sé poner triste. En eso coincido contigo totalmente, yo también soy una persona que tiende a la felicidad.

    Me irritan mucho las lloronas y los llorones, me cuesta soportar a la gente que lloriquea por nada. Yo lloro poco cuando me siento mal. Sin embargo, lloro de felicidad (con lagrimones) en las situaciones más insospechadas. Cuando me invade de repente una felicidad superlativa, soy incapaz de controlar las lágrimas. Ejemplos: Cuando llevo a mis hijos a la cabalgata de los Reyes Magos y ellos se desgañitan pidiéndoles un regalo, yo me hincho a llorar; cuando voy a verles desfilar en la fiesta de disfraces de Infantil en el cole, lloro a caños...

    Y luego está el efecto extraño que la naturaleza ejerce sobre mi: la belleza de la naturaleza salvaje me supera y lloro, no te puedes ni imaginar cómo me embarranqué hace años cuando fui a las cataratas de Iguazú, parecía una veinteañera madre de siete hijos recién enviudada. En la Garganta del Diablo, nena, jipaba! Lloraba con sonido!

    Por cierto, qué extraña maravilla que los niños lloren con sonido y que sin embargo cuando nos hacemos adultos pasamos a hacerlo en silencio. Hay que analizar ese punto.

    Tu madre llora? Yo nunca vi llorar a la mía. Nunca. Sólo la vi llorar al final, cuando le quedaba muy poco de vida y ya no era ella; cuando se había transformado en otra persona que yo apenas conocía y por eso, supongo, no me impactaron sus lágrimas.

    Pero tampoco me parece bien no haber visto nunca a mi madre llorar. Seguramente eso tiene algo que ver en que mi hermano y yo apenas lo hagamos. Mis hijos hasta ahora no me han visto hacerlo, pero creo que por el momento no tiene mayor importancia porque en mi casa el llorón es mi marido, que llora con cualquier cosa. Y si digo con cualquier cosa, es con cualquier chorrada, ya sea triste o feliz. Muy fuerte, pero ya estamos acostumbrados.

    Me gusta lo que dices de que nunca se sabe cuándo parar de llorar. Yo creo que de llorar se para por agotamiento. Llorar cansa mucho, tanto que sólo podemos embarrancarnos pocos minutos, luego descansar y volver a llorar otros pocos, hasta que la extenuación nos impide seguir haciéndolo y por eso decimos que hemos llorado tanto que nos hemos quedado sin lágrimas.

    Lo más raro me pasa cuando he llorado un rato de tristeza y luego voy al baño y me miro al espejo y pienso: hay que ver lo guapa que estoy, lo bien que me sienta llorar! En serio! Se me pone el guapo subido! Jajaja lo ves, no sé estar triste.

    Y por último (y ya acabo, perdón por el rollo repollo) no sé estar triste pero si angustiada, como tú. Creo que los adultos perdemos el uso de la palabra tristeza (triste). Si nos preguntan qué te pasa, decimos estoy preocupada, angustiada, estresada, agobiada... Nunca decimos,estoy triste. Y es un sentimiento mucho más bonito!! Más honesto! Cuando no veo bien a mi hijo mayor y le pregunto qué te pasa? Él me dice, nada mamá, estoy triste. Y yo lo entiendo!

    Prefiero la risa, por supuesto, me rio cada día y además lo hago de forma muy ruidosa. Pero arrancar la risa a la gente es algo muy difícil de conseguir, por eso me gusta tanto tu blog.

    Un beso

    ResponderEliminar
  15. Yo no lloro, pero meo mucho. Que se lo digan a mis dueños.

    Ñiaaaaaaa

    ResponderEliminar
  16. Yo, por mi parte, estoy cansada de la presión de la sociedad por hacernos creer que llorar es malo, que la tristeza y la rabia son sentimientos de perdedores, que para no ser un fracasado (o no parecerlo) tienes que sonreír, y enviar muchos emoticonos risueños, y tener siempre una imagen de éxito y alegría y qué bonita es mi vida para que todos vean que te va súperbien y eres súperfeliz con tu churri y todos los regalitos que te hace y te molestas en fotografiar y subir al facebook junto a un puñado de corazoncitos.

    Que sí, es genial la risa, pocas cosas unen tanto como reírte junto a alguien, y más de una vez la risa nos mantiene cuerdos ante una situación absurda o a través de reírnos de nuestros defectos o pequeños dramas. Pero también es cierto que la gente debería poder permitirse parecer triste cuando está triste. Y no tener que disimular estúpidamente para no sentirte una fracasada y mientras los demás parecen disfrutar tanto de la vida. Creo que el llanto es necesario para el desahogo, para destrozar las ruinas y luego, como tú dices, empezar a construir de nuevo.

    ResponderEliminar
  17. Que te pasa?, donde del alma te duele?

    Besos

    Lou

    ResponderEliminar
  18. Yo era muy llorona, aunque creo que tenía suficientes motivos para serlo, ahora sonrío y río. La vida me ha dado una segunda oportunidad de ser inmensamente feliz, y no es que no lo haya sido antes, pero demasiados nubarrones no me permitían ver el sol.

    ResponderEliminar
  19. Me ha llegado mucho este texto sobre el llorar y reír, será que estoy sensible por lo que significa para mí la fecha de ayer, precisamente ayer. Y entiendo que no te refieres al llorar por una película o algo así, que en eso reconozco que soy llorona, sino del lloro que te sale de dentro, pero que yo también soy de esconderlo, que no me vean, porque ese lloro se contagia, se lo contagio a mis seres queridos, me lo contagian a mí... Y en esas situaciones difíciles soy de las que intento reír. Yo soy de las que he estado en el tanatorio e intento reír, hacer reír, y no significa que sienta menos pena y tristeza y dolor... Yo no pongo todo lo que siento en redes sociales donde familiares, amigos y conocidos sepan que me acuerdo de qué fecha es, de lo que significa para mí... soy de las que intenta hacer pensar en otra cosa y hacer reír a quienes sé que tienen la misma tristeza o más que yo...
    Y también soy de las que si lloran delante mía parezco un palo de escoba... a personas muy queridas les abrazo, pero es cierto, veo más gratificante tratar de arrancarles una sonrisa, de enjugar sus lloros, aunque luego en solitario soy yo la que termina a lágrima viva...

    ResponderEliminar
  20. Yo prefiero reír antes que llorar. Hay que ser fuerte.
    Un saludo y buen fin de semana a todas :)

    ResponderEliminar
  21. Ostris, acabo de descubrir este blog, que chulo. Y el libro, pues lo quiero porque me rio mucho con lo que dice mi abuela y mi madre (lo mismo que dice tu madre, seguro), me gustaría comprarlo en español y portugués para hacer la comparación. Enhorabuena!

    ResponderEliminar
  22. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  23. Tenés los deditos terriblemente llenos de razón.

    ResponderEliminar
  24. Genial esta entrada. Tan, tan genial... que apago el ordenador esta mañana con una sonrisa.
    Gracias!
    Un besote!

    ResponderEliminar
  25. Me ha gustado mucho tu blog! Y tengo que darte la razón (en parte). En la consulta del Dr.Romeu donde trabajo, me he encontrado con verdaderos dramas que luego no han sido para tanto.

    ResponderEliminar
  26. Tienes toda la razón. Sin embargo creo que hay naturalezas con más tendencia a la tristeza que otras. Supongo que la niñez influye.
    Enhorabuena por tu blog y un abrazo desde Viena

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.