miércoles, 26 de diciembre de 2012

Mis deseos mínimos para 2013 y balance de 2012

Este año no voy a hacer propósitos que siempre se me han dado mal. Según apunto alguno en mi lista, empiezo a no cumplirlo. Soy de ese tipo de personas que según dice “Me pongo a dieta”, le da el hambre. Este año voy a pedir deseos, que no implican voluntad, solo suerte y no voy a ser ambiciosa. A la suerte no hay que pedirle demasiado porque a veces, ante la avaricia, se da la vuelta.

13 cosas mínimas que le pido a 2013

1. Quiero que las naranjas del bar donde desayuno no amarguen ningún día.
2. Quiero que todos los días tenga 15 minutos menos de atasco para venir a trabajar.
3. Quiero que me entre el sueño a las 11 de la noche y ser una de esas personas que se levantan a las 7 llenas de energía y hablando por los codos. Una de esas que no insultan a su pareja por despertarles.
4. Quiero que todas las gasolineras tengan el botón de seguridad en el surtidor para que no tenga que quedarme como una panoli sujetándolo.
5. Quiero que se me pasen estas ganas de fumar constantes.
6. Quiero aprender a conducir sin ir pensando todo el rato "que mal conduce el resto de la gente", porque por estadística, no puede ser que solo conduzca bien yo.
7. Quiero no tener que pagar ninguna multa.
8. Quiero encontrar sitios para aparcar sin dar vueltas.
9. Quiero que no se me olvide comprar ni café ni vermut.
10. Quiero que me salga el gazpacho igualico que a mi madre. Que ni ella sepa cuál es cual.
11. Quiero que todos los libros que lea este año me encanten, que no haya ni uno solo que me aburra, se me haga bolo o me resulte soso.
12. Quiero aprender a nadar bien con el brazo izquierdo, sin ahogarme, ni tragar agua, y a poder ser, sin que parezca que me está dando un ataque.
13. Y, bueno, ésta no es mínima pero la quiero igual: salud para todos lo que quiero y para mí. Solo un catarro al año y de los que no dan fiebre. Un moqueo tontorrón para recordarte lo maravilloso que es tener salud.

Y 12 cosas buenas que me ha dado 2012:
1. Ha salido del armario cibernético y ahora la gente se sabe mi nombre. Esto a veces está bien y otras asusta.
2. He publicado un libro que ha llegado a la sexta edición.
3. Fui la hermana de la novia. Y llevaba el pelo suelto ;)
4. He conocido cientos de personas muy interesantes y he desvirtualizado a algunos que espero sean buenos amigos para siempre.
5. Mi madre y yo nos hemos ido de vacaciones y no hemos discutido. Casi.
6. He firmado en la feria del libro mi libro y he salido en la tele.
7. He conocido Cuba después de muchos intentos de viajar a ese país. He flotado en el Caribe y he visto tormentas increíbles.
8. Mantengo mi trabajo (al menos de momento).
9. He vuelto a nadar todas las semanas. Bueno, casi todas.
10. He aprendido a cocinar pochas.
11. He conseguido limpiar la casa y aprobar el temido examen maternal, incluidos los interruptores de la luz.
12. He recuperado un poco las fuerzas y las ganas reírme otra vez de casi todo.

La nena y la drama mamá os desean un Feliz año 2013 lleno de amor, humor, salud y un poquillo de suerte.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Creo en la Sanidad Pública y Universal

Estoy muy cansada de oír las noticias, estoy harta de los políticos que parecen haber olvidado qué es la dignidad. Harta de los bancos y sus anuncios en los que hablan de “confianza”. Estoy harta de que digan que tienes que estar contento de tener un trabajo: aunque te bajen el sueldo, aunque te aumenten las horas. Estoy harta de temer por la pensión mis familiares. Estoy harta de que la educación parezca un lujo. Estoy cansada de que me metan miedo en el cuerpo. Pero hay una cosa que no puedo soportar por encima de todo: que hablen de gestionar la sanidad con manos privadas y de que digan que sería más rentable.

Yo no quiero rentabilidad con la salud. La salud no se puede medir en los mismos términos que cualquier otra cosa. Si el Estado se tuviera que permitir un agujero sin fondo, para mí, ese sería el de la Sanidad.

Más intormación
Lo primero. Los impuestos no son tu hucha personal. Hay gente que piensa que si le quitan 500 euros al mes del sueldo, o 2.000, es como si el Estado se los guardara para el futuro, y le van a dar ese dinero exacto cuando lo necesite.

No. Los impuestos no van de eso. Tienen que ver con la solidaridad. Y mientras la solidaridad es con otros, parece que a este país le jode un huevo. Pero puede llegar un día, que la solidaridad sea contigo. Y entonces, me entenderás. Tú no te lo crees, porque puede que estés bien, que tengas un trabajo, e incluso un seguro privado que paga tu empresa. Ojalá no tengas que averiguarlo. Ojalá los 500 euros que me quitan a mí, o los 2.000, no los tengamos que utilizar contigo, ni con tu padre, ni con tu hijo. Ojalá.

Pero puede que un día llegue un médico y te diga: tienes leucemia, o un cáncer de colón, o esclerosis, o tu hijo tiene un linfoma. Entonces desearás que la Sanidad sea universal y gratuita y también, que no esté en manos privadas y que la rentabilidad no importe lo más mínimo.
Porque ojalá no sea así, pero igual tienes un pronóstico terrible. Uno de esos en los que solo el 1 por mil sale adelante, una enfermedad “rara” y según la rentabilidad, y esas manos privadas, por uno por mil, no sale rentable comprar una máquina, o dar un tratamiento, o investigar. Entonces, me entenderás.

Tu seguro privado te pondrá problemas, te dirá que no cubre eso o que no tienen esa carísima máquina, o puede que si es bueno, te trate, pero luego vendrán los problemas. Dirá que eres una persona de riesgo y ese seguro dejará de cubrirte. Por no hablar de lo que te costarán las recetas. No creas que hablo de 3 euros de ibuprofeno. Hay medicamentos que cuestan 3.000 euros. Medicamentos que te salvarían la vida o igual no te la salvan, solo te quitan un dolor atroz.

Si te dieran por desahuciado en la supuesta sanidad pública para la que no eres rentable, y tu seguro no te cubriera, siempre habrá un hospital completamente privado que te dirá: nosotros sí investigamos, nosotros sí compramos esa máquina, pero va a ser caro, unos 200.000 o 500.000 euros en total de caro.

Entonces tú, que creías en la rentabilidad, te olvidarás de todo, hipotecarás tu cómoda casa,  tu sueldo, e incluso el de tus familiares, para curarte, aunque solo haya un uno por mil de posibilidades, porque cuando te dan un diagnóstico así, aunque solo haya uno entre un cien mil que salen adelante, tú creerás que eres ese uno. Por supuesto que sí, tú vas a salir adelante, aunque a tu familia no le salga rentable.

Mi familia lo ha sufrido. Un diagnóstico terrible, de esos con un uno por mil sobre la espalda. Y sé, que si en la sanidad pública nos hubieran dicho que no nos cubrían, o que no merecía la pena, que las estadísticas decían que iba a salir mal, sé a ciencia cierta, que nos hubiéramos recorrido el mundo, y hubiéramos hecho cualquier cosa, y pagado a cualquier vende humos porque curaran a mi padre.

Pero como la sanidad era pública, y no buscaba rentabilidad, solo curar a la gente, le hicieron todas las pruebas, le recetaron medicamentos carísimos, le trasplantaron, le volvieron a tratar, probamos medicamentos nuevos, y perdimos. Pero peleamos, no nos queda ni una sola duda de que se hizo todo lo que pudo y eso es la leche. Jamás pienso “y si…” Porque tuvimos médicos que no pensaron ¿es este tac rentable? ¿Me espero dos semanas a hacer otro análisis que cuesta mucho? ¿Igual no necesita batidos proteícos? ¿Lo mandamos ya a casa aunque esté muy justo? ¿La morfina es un lujo?

Los impuestos tienen que ver con la solidaridad y no son tu hucha personal. Tú das 500 euros al mes, o igual 2.000, para que esos otros que no han tenido tanta suerte, no tengan que preocuparse en el peor momento de su vida por nada más que por sentirse lo mejor posible.

Y sí, habrá gente que se aprovechará del sistema, gente que malgastará, gente que defraudará para no poner dinero en la hucha de todos. Vamos a por esos. 

Pero seguro que si con 90 años, te mueres dormido en la cama sin haber pasado por un hospital no le envidiarás la suerte a todos esos que se gastaron “tu dinero” en una Sanidad Pública y Universal. Ni siquiera al inmigrante que se cruzó un océano en una patera, que igual no había cotizado tanto como tú a la seguridad social, y murió solo, a 10.000 kilómetros de su familia, con toda la dignidad que merece un enfermo, y un médico detrás que no tuvo que pensar si era rentable pelear por él o por mi padre que estaba en la habitación de al lado. Se llamaba Diadia y no era rentable, claro que no.
Yo creo en la Sanidad Pública Universal y tú deberías.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Todos los motivos por los que debes llamar a tu madre

Bueno el plan para forrarme está fallando…
Que no es que vosotros no hayáis puesto todo de vuestra parte, que yo sé que sí.
Que no es que mi  madre no haya ido por todas las librerías por las que ha pasado recolocando el libro y tapando las dichosas 50 sombras de Grey.
Que no es que mi familia no haya comprado unos 1.000 ejemplares ellos solitos.
No es nada de eso. No.
El plan tenía un fallo de base. Ya ves tú. Una tontería de nada. Yo lo tenía todo preparado y resulta que, en España, forrarse con un libro es imposible. Tal cual.  La verdad es que hubiera estado bien que alguien me lo comentara antes de empezar todo este follón.
Que no quejo, que no soy de quejarme. Gracias a todos vosotros el libro va por la sexta edición. Pero viendo que mi plan hace aguas, he decidido diversificar. Que no paro de oír en la tele que es súper importante: diversificar y ser proactivo. Lo segundo no sé si lo cumplo porque no lo entiendo muy bien. Yo soy nerviosita, aunque no se seré pronerviosa…
Bueno, y tampoco es que lo haya decidido yo, es que Planeta me llamó un día y me dijo: “Nena, vamos a hacer una agenda con las frases de la drama mamá para esta navidad”. ¿Os podéis creer que he conseguido que todo Dios me llame nena con 33 años? Estoy encantada, vamos. Justo lo que yo quería. Hasta mi frutero me llama la nena. Lo sé, me lo merezco porque a mi madre, su frutero le llama Drama mamá…


El caso es Mario Vaquerizo y yo hemos sacado una agenda del año 2013 con Planeta. Ya sé que Mario es muy majo y sabe poner morritos mucho mejor que yo, pero mi agenda es más bonita. Tiene frases de madre y algún detallito.
Así que si alguno está pensando en comprarse una. ¿Qué mejor que la agenda de la Drama mamá 2013? Y bueno, si estáis pensando en compraros dos porque sois del tipo de gente a la que le pasan muchas cosas, la de Mario es graciosa.




Y entre todas las paginitas tan monas, hay algún texto como éste. Por si acaso muchos de vosotros, sois de los que no utilizáis agenda,  aquí van todos los momentos en los que debes llamar a tu  madre:
-          Cuando llegues.
-          Cuando estés de camino, cada vez que pares.
-          Cuando estés enferma, o casi enferma, o simplemente te duela ligeramente la cabeza. Ella conoce una sopa que lo cura todo.
-          Cuando hagas pochas, al menos, si quieres que salgan como las suyas.
-          Cuando estés pensando en comprar algo caro. O algo muy grande. Ella sabe si te cabe en casa y tiene en su cabeza todos los precios de las cosas desde hace 20 años, si dan buen resultado, si son útiles, y actualmente, a cuánto están los tomates en 7 supermercados diferentes. Eso es mucho.
-          Cuando te dé la neura de que te tienes que cortar el pelo radicalmente. Tu madre te quitará la neura a gritos.
-          Cuando dudas de si ese vestido es demasiado corto, lo es. Ella te lo repetirá cada vez que te vea. Así que es mejor que lo evites desde el principio.
-          Cuando estés sola, triste o rendida. Ella nunca te dejará sola. Y será capaz de recorrerse los países que haga falta para que comas caliente.
-          Cuando hayas hecho algo mal.  Te regañará, intensamente, y eso ya es parte de la purgación, pero siempre te perdonará.
-          Cuando creas que nada tiene solución. Tu madre tiene solución para todo. Y si no, te hará un buen bizcocho, un chocolate caliente, y seguro que al menos te sientes mejor.
-          Cuando necesites saber la verdad. Igual no necesitas oírla, piénsalo antes de llamarla, ella será franca, incluso demasiado franca.
-          Cuando se te ponga el poto tristón. Ni se te ocurra pensar que internet tiene más información que tu madre, nadie tiene el poto como ella.
-          Cuando te pase algo bueno. Nadie se va alegrar como ella, bueno, y tampoco nadie te va a poner los pies en la tierra como ella.

Así que llama a tu madre, porque puede que ella esté triste, o se sienta sola, o no se acuerde de cómo mandar un sms o simplemente necesite charlar sobre lo frío que está el invierno, y lo malo que es para sus geranios.





La podéis comprar en El Corte Inglés, La Casa del Libro, FNAC, Vips, en Amazon...

Bueno, espero que este plan si funcione. Ya os contaré...

lunes, 26 de noviembre de 2012

107. ¿Te has lavado bien las manos?

AHB
Las manos, para las madres, son un enemigo del mundo. Está el Demonio, el frío en los riñones, el corte de digestión y las manos. En ese orden más o menos.
Si fuera por mi madre, a mí me las hubiera puesto al vacío cada vez que salía de casa. (Pequeño inciso, que sé que me leen muchas drama mamás: por favor, olvidad esta imagen, no es una buena idea mandar a vuestros hijos al cole con las manos al vacío. Al menos no, si queréis que vuestro hijo tenga amigos, y le hablen, bueno, y pueda convertirse en adulto normal)

Yo recuerdo estar con 10 años mirándome las manos como si no me pertenecieran, como si esas manos me pudieran asesinar en cualquier momento. Porque a los 10 años, yo llevaba, exactamente 10 años escuchando eso de:
- ¿Te has lavado bien las manos?
- Si mamá- decías con pesadumbre.
- A ver, enséñamelas.- Y yo le mostraba las palmas con frustración porque siempre sabía que iba a decir:
- No están limpias, vete y te frotas otra vez, que te puedes pillar cualquier cosa. Frótalas bien, en los metidos también, y quiero esas uñas relucientes. ¡A tu madre le vas a engañar! ¿Te crees que la policía es tonta? Límpialas bien que si no, se te pudren los dedos.

Que yo no lo entendía, porque ella me decía eso me las hubiera lavado o no. Lo que al final produce un pequeño defecto: no te las lavabas, total, te iba a tocar repetir la jugada…
Es una cosa extraña porque un niño convive con sus manos todo el día. Es más, siendo purista, un adulto convive con sus manos todo el día también.  Entonces vives un poco en conflicto con tu propio cuerpo. En plan: ¿pero vosotras manos, qué supone que hacéis cuando yo no miro? ¿Estáis de mi parte? ¿O qué?

Una vez, no recuerdo que años tendría, se murió una vecina de mi abuela y le pregunté a mi madre:
- ¿Por qué se ha muerto la señora Mariana?
- Pues porque estaba muy malita. Se había cogido una enfermedad y los médicos no han podido ayudarle.- y como me tenía tan acojonada el tema, le dije:
- ¿Por no lavarse las manos?- y bueno, igual ella dudó un par de segundos, pero lo vio claro enseguida:
- Sí, por no lavarse las manos. Así que ya sabes.

Oye, pues a partir de aquello era capaz de gastar casi media pastilla cada vez que me las lavaba y recuerdo, al irme a domir, meterlas debajo de la almohada pensando:
"Ahí quieticas toda la noche, ni se os ocurra hacerme nada, que tengo me queda mucho por vivir. ¡Si todavía no me sé la tabla de multiplicar del ocho!".

Me he puesto a investigar esa cuestión que me quitaba el sueño y resulta que sí, que mi madre tenía razón. Las autoridades sanitarias dicen que lavarse las manos correctamente es la mejor manera de controlar el contagio de virus y gérmenes.
Vale, mamá, tenías razón. No te vengas arriba. ¿Pero era necesaria la dramatización?


Excepciones para utilizarlo con mi futuros hijos:
Pues hombre, lo dicen las autoridades sanitarias, yo no soy nadie para ir contra las autoridades sanitarias, pero me ahorraré los de los dedos podridos y muertes varias. Llamarme finolis...

sábado, 3 de noviembre de 2012

106. Un día vas a perder la cabeza

Soy un poco empanada. De una manera rara porque tengo una memoria bastante prodigiosa para acordarme de qué llevaba puesto con 5 años el primer día de cole y quién fue la niña que me dijo que no me daba un  mordisco de bollicao con 7 años. Sí, bonita, me acuerdo perfectamente. Pero también estuve más de un año viviendo en la casa en la que vivo ahora, sin darme cuenta de que vivía en el segundo, y no en el tercero, como yo creía. Un año para descubrir que no había cero en mi ascensor, por lo que el bajo es el primero y sí, yo vivo en el segundo… Es más, salí a la ventana a contar los pisos por debajo de mí porque no daba crédito.

Normalmente cuando descubro cosas así, me tiro un rato en estado de shock.  Estaba en el ascensor mirando los botones buscando el cero, quería salir a la calle en mi casa y de repente me sentía prisionera. ¿No hay cero? ¿Qué ha pasado? ¿Qué tipo de broma macabra es esta? Lo primero que pienso es que me lo han cambiado, y luego, cuando reflexiono pues me asusto un poco de mí misma. Constantemente digo cosas como: “Mira ese hotel, ¿eso no estaba ayer ahí no?”. Y mi novio me mira con cara de miedo, porque el hotel tiene grietas y una arquitectura de 1900. Pero es que muy difícil descubrir cosas que están ahí todos los días, y que tú justo las descubres. Yo lo llamo mi capacidad de abstracción, mi madre siempre lo ha llamado: “a veces no sé si eres de este planeta”. Mismo concepto, diferente manera de decirlo.

El caso es que el otro día, en una de esas empanadas mentales, perdí lo peor que se puede perder en la vida: a tu madre, tus tres tías y tú misma en Parla. Que parece un chiste, pero no, no tuvo ni puñetera gracia.

El fin de semana pasado vinieron de excursión a la capital dos hermanas de mi madre, una cuñada y mi madre. Solo comentar que cuando mi hermana las montó en el tren, me mandó una foto de ellas sentadas y un mensaje: “Ahí te mando  a las chicas de oro, suerte”.  Y pude oír sus carcajadas a 400 kilómetros de distancia.

Entre otros planes, las chicas de oro y yo teníamos una misión: ir a visitar a una tía segunda suya que vive en Mostoles el sábado. Yo ya intuía que ese viaje podía ser complicadito teniendo en cuenta que dos de mis tías, cuando voy a conducir, siempre me dicen que vaya por mi “derechica” y que coja las curvas “rectico”. Así que como táctica de desmotivación de la tropa, les hice meterse un cocido madrileño entre pecho y espalda, rezando para que les entrara modorra y no me llevaran los 25 kilómetros hasta Móstoles dándome indicaciones.  Pero no funcionó. Se despertaron al tener que meterse las cuatro en mi Civic de tres puertas. Que mi madre y yo ya hemos decidido que es el último coche que tengo de tres puertas: “porque no hay persona humana que pueda subirse atrás con una falda sin hacerse daño en la riñonada, que si le pueden poner 5 puertas, no sé para que ponen dos, que ya son ganas de complicarse la vida”.

Bueno, el caso es que en esa situación, con las chicas de oro diciéndome que mi coche apesta a tabaco, que que bajos son los techos de los garajes madrileños, que que rápido va la gente, pues tuve una típica empanada de la nena y me dije: “A Móstoles se va por la A42”. Que yo no sé por qué mierda me dije eso, porque por  la A42 se va a Toledo y yo vivo en un segundo. Pero os juro que cuando me di cuenta de que me había equivocado, hice tanta fuerza mental, que casi hago que esa carretera pasara por Móstoles. El caso es que íbamos en una alegre charla cuando yo empiezo a sospechar que es un poco raro que estemos en el kilómetro veinte y pico y ni un jodido cartel diga Móstoles.  Pero me puse a disimular y a punto estuvimos de que ver el Alcázar, pero en Parla me dije: “Nena, tienes que confesar, que no va a haber manera de convencerles que han hecho un Alcázar en Móstoles”. Y confesé, bueno, casi:
- Pues no sé, yo creo que han cambiado los carteles porque juraría que por aquí había un desvío que hoy no está… Voy a poner el gps y en un periquete estamos.
La palabra periquete nunca ha tenido tan poco sentido.  Por Dios, ¡Parla está a tomar por saco de Móstoles! El caso es que con esas palabras activé el GPS y el sistema de indicación más complicado del mundo: cuatro mujeres diciéndome una, “derecha”, otra, “izquierda”, otra “pregunta a alguien” y mi madre, “yo ya lo sabía, un día pierdes la cabeza”. 

Ni siquiera el GPS decidió ayudarme y empezó a dar indicaciones sin sentido mientras mis tías me leían en alto todos los carteles que veían: Mercadona a 400 metros, Toledo, Aeropuerto, Grandes rebajas en Media Mark, Yo no soy tonto... Total que me puse a dar vueltas en una urbanización de chalets hasta que un señor salió del suyo, bajé la ventanilla, y creo que ha sido la comunicación mental más intensa que he tenido en mi vida.
- ¿Me podría decir donde está Móstoles?- dije yo, pero le miré fijamente, miré dentro del coche y mentalmente le dije: “Por dios, no les diga que estamos muy lejos, solo dígame como coger la M50 y punto”. El me miró, miró el coche con las chicas de oro embutidas dentro y dijo:
- Da la vuelta en aquella rotonda, coge a la A42 dirección Madrid, verás un desvío a la M50, la coges dirección Coruña, y en seguida ves el desvío de Móstoles- Y me sonrió pero yo le entendí perfectamente: “Muchacha, te has equivocado, pero por bastante, vuelve por donde has venido, y confío en que tengas suerte porque la vas a necesitar”.

Así es como las chicas de oro y yo conocimos Parla y a partir de ahora yo tengo mucho respeto por su educada e intuitiva población local. El caso es volvimos hacia atrás y no sé cómo cogí la M50 y, por fin, el dichoso cartel de Móstoles.  Como unos 30 minutos después, y unas 20 frases de: “por aquí no es”,” ahí pone Córdoba”, “¿Nena tú sabes que nos gusta Andalucía pero que a donde queremos ir es a Móstoles no?”, cuatro Ikeas (que yo pensaba que en Madrid solo había tres) y siete Carrefours  por fin: “Bienvenidos a Móstoles”. Y dice mi tía:
- Venga, nena, que ya hemos llegado, aparca aquí y ya vamos andando, que este cinturón me está ahogando.
- Tía, ahora hay que encontrar la casa. Móstoles es dos veces Pamplona…- dije con miedo.
- Por el amor de Dios, ¿pero dónde vive la tía? ¿en el fin del mundo?- yo creo que las tres de atrás, ya no les circulaba la sangre de lo prietas que iban.

Yo no sé si lo sabéis pero todas las casas de Móstoles son igual a la de mi tía abuela. Pero iguales, iguales… Vamos, que no había manera de situarse, pero por fin,  la suerte vino a ayudarme, el GPS se ubicó en el mundo y yo con él, con un poco de paciencia, dos equivocaciones y cuatro gritos míos, porque ya estaba al límite de mis fuerzas, llegamos. Yo me metí directa al baño, para disfrutar del placer del silencio 10 minutillos… Y casi me pongo a llorar pensando que había que volver…

Varios besos después, bizcocho casero, tazones de café con leche, charla, abrazos, más besos, más café y  medio bizcocho que me pusieron en tupper porque “a saber qué desayunas, nena”,  las chicas de oro y yo nos fuimos hacia al coche. Me fumé un cigarro como si fuera a ser el último y, para adentro del Civic. No fue difícil, porque siempre es más fácil buscar carteles en los que ponga Madrid, así que no me perdí. Volvíamos tan tranquilas, felices, estábamos ya en los túneles de la M30, casi lo habíamos conseguido, cuando empiezo a ver que el tráfico está muy denso, que son las 9 de la noche de un sábado y que no es normal, y de repente un cartel que tuvieron a bien leerme las cuatro a las vez: “bypass cerrado, alternativa por la A4 o A42”. Y os juro que casi aparco allí mismo y cogemos en un taxi.  Estuvimos completamente atascadas mientras mi madre decía:
- A mí estos túneles me dan claustrofobia, ¿por qué no te sales por ahí y ya buscamos tu casa?
- Mamá, ahí pone Villaverde, yo no tengo ni idea de cómo ir de ahí a mi casa. Mejor esperamos.- una de mis tías ayudando dijo:
- ¿Sabéis la cantidad de tierra que tenemos por encima de la cabeza? ¿Esto será seguro no?
- Segurísimo tía, ahora, vamos a estar en silencio vale. Por si acaso.
- ¿Por si acaso qué?
¡Por si necesito oír mis pensamientos! Dije mentalmente, claro, como para decirlo en alto. Ese día estaba cortada la Albufera por un partido, y la Castellana por una manifestación en el congreso, la M30 colapsada y se puso a llover. Ahí, el destino, poniéndomelo fácil. Con algo de paciencia, mucha por mi parte, todo hay que decirlo, salimos de allí y llegamos a mi casa y, bueno, solo por ver a las cuatro chicas de oro en mi salón, tomando otro café,  charlando como siempre hemos hecho en el pueblo, mereció la pena. Eso sí, al día siguiente, miré la ruta que teníamos que hacer, un par de alternativas por si había atasco, me las imprimí por triplicado todas, las memoricé, y recé a San Cucufato, por si acaso. 

martes, 23 de octubre de 2012

Un blog no te hace rico, palabrita.

Últimamente muchas personas me están escribiendo para que les aconseje sobre cómo hacer un blog o publicar un libro. Primero me siento muy importante, como si me hubiera hecho mayor de golpe. Deben ser los primeros consejos que doy en la vida, y no sé si habrán servido para mucho, pero he pensado que podría contar algunas cosillas que he aprendido, no solo con mi blog, si no con mi experiencia trabajando en internet, con la promoción y demás.

Las cosas están muy mal para mucha gente y aunque internet es la leche para tener una oportunidad, no es una panacea. Mucha gente se piensa que yo me he retirado por el blog, pero no, sigo teniendo un trabajo normal (y doy gracias). Ya sé que está todo escrito, que los blogs están muertos, que ya se ha dicho todo lo que se tenía que decir sobre la bloggosfera, pero yo no había opinado y yo soy muy de opinar.

Así que de vez en cuando os contaré alguna de estas cosillas, igual no os interesan nada o no os sirven.  Bueno pues dejaré de hacerlo en cuanto oiga los abucheos. A mí, a abucheos, se me convence rapidito.

Para aquellos que tenéis un blog, sabéis lo que cuesta mantenerlo y os gustaría monetizarlo (que es una palabra seria que significa sacarle pasta) allá va:

Lo primero: un blog no es un negocio. Esto es en serio. No creáis que me estoy tirando el pisto y que vivo en un chalet en la playa bebiendo champagne sin parar por esos dos anuncios que salen en el blog.  No, esos anuncios dan para pagarse el dominio y cuatro cañas (baratas) al año. Por eso Google es rico y yo no. Es injusto pero para eso se le ocurrió a Google cobrar por clicks a los anunciantes y no a mí. A mí solo se me ocurrió contar mis batallitas infantiles, y esto, pues tampoco es mucha ocurrencia, la verdad. Un blog no es un negocio, no solo el mío. En España, debe haber como 10 personas que vivan exclusivamente de su blog, e igual me estoy pasando, que siempre he sido exageradita…
Lo segundo: existen otras maneras de conseguir ingresos a parte de Google:
1- Con post patrocinados.
2- Que alguna marca te pague por un hueco de publicidad fija en tu blog.
3- O meterlo en alguna red grande que se encarga de gestionar la publicidad por ti.
Para todos ellos, tienes que tener mucho tráfico (hablo de mucho de verdad, la mayoría de la gente cuando habla de ‘tengo miles de visitas en mi blog’, está hablando de páginas vistas, no de usuarios. Los contadores casi siempre son así) y el dinero que te pagan no es para tanto.
En realidad, las marcas te ofrecen regalarte algo para que hables de ellos pero no te pagan. Por ejemplo a mí me han ofrecido constantemente sacaleches. Luego tenía que comentar en el blog cómo me había funcionado el sistema. Dudé, solo por curiosidad de qué narices es un sacaleches, pero al ver las fotos en Google (ves, otra vez, por eso Google tiene un chalet y bebe champagne en vez de agua) se me quitaron las ganas. Me han ofrecido viajar gratis, o juegos para los niños que no tengo y algo de dinero (poco).
A mí no me parece mal aceptar. Ahora hay mucha gente que critica esto de los bloggers, pero intentar hacer de un hobby una profesión me parece un sueño para todo el mundo. Aunque yo nunca lo he hecho porque no pretendía sacarle dinero al blog y además, para qué narices necesito yo un sacaleches. Pero si lo haces, sé sincero con la gente que te lee. Yo me fío de la gente que leo, y me importa su opinión. No pasa nada por decir: me han regalado este sacaleches para que hiciera publicidad, y es que, mira, justo lo que necesitaba en mi vida es un sacaleches, y oye, si me ahorro unos eurillos pues eso que me llevo. Di que sí, que están los eurillos cómo para tirarlos. Pero no estaría de más decir: "Lo he probado y lo que de verdad pienso es…", lo que sea que se debe pensar sobre ese invento del demonio. ¿Lo habéis visto? ¡Me da miedo solo de pensarlo!

Sigamos, si te metes en grupos grandes lo puedes hacer de varias maneras:
1- Que te paguen un fijo al mes y tu tráfico les cuenta a ellos. (Esto está bien pero es complicadísimo y la suerte  y los contactos son muy importantes y el tráfico que te pedirán, inmenso)
2- Que te paguen también por click de publicidad. Normalmente te comprometes un tiempo (que suelen ser dos años) a seguir actualizando y ellos sirven publicidad en tus huecos. No sé si es rentable porque nunca me quise comprometer a nada. No es mi estilo, o eso dice mi madre…
3- Que no te paguen nada de nada: qué tú dirás, pues vaya mierda. Pues sí, una poca pero si estás en un sitio muy grande, puedes conseguir visibilidad, que mucha gente te siga, y cuando te hagas necesario, pues lo de siempre: o te pagan o te vas a otro lado. Puede estar bien para empezar.
Tercero: si un blog no es un negocio. ¿Para qué escribes? Pues porque me lo paso en grande, en serio y de rebote me ha pasado una cosa: he publicado un libro.

Así que para lo que de verdad te puede servir un blog, a parte de tener todos los sacaleches que puedas necesitar, es como escaparate. Si escribes, si eres periodista, o si haces unos jerséis de punto que ya quisiera tu abuela, un blog puede ser tu escaparate. Puedes crear un producto que vender derivado de él o conseguir que otro te contrate para que hagas eso mismo que haces tan bien en tu blog: contar chistes, cocinar, escribir, opinar, diseñar, pintar…

¿Por qué digo esto? De verdad que me escribe mucha gente que lo está pasando mal, que no tiene trabajo y empieza un blog y le pone muchas esperanzas. Pero, un blog no es nada, mi blog no es nada. Primero necesitas que a la gente le guste lo que haces, también necesitas que haya mucha gente al otro lado. (Esta parte, no sé cómo se hace. Lo mío ha sido suerte. Otro día os cuento cuántas suertes me han acompañado en este proyecto, que ni siquiera era un proyecto al principio, claro…) Pero sobre todo lo que necesitas, es que alguien te pague por algo que produces, porque Google, mucho no te va a pagar. Así es él.

Por último (que ya no sé si es cuarto o quinto, que me he perdido) si tienes un blog, pásatelo bien. Si no te forras, que te quiten lo bailado. Una de las cosas mejores que me ha pasado en mi vida ha sido este blog, y ahora, me voy a poner cursi que no se me suele dar bien.

Las mejores cosas de haber tenido esta blog ha sido:
- La mejor, súper mejor de todas con diferencia es que me ha reconciliado con esa parte de mi madre que me puede repetir mil veces que me retire el pelo de la cara. Además, ya no discutimos tanto porque mientras me echa la charla, yo estoy haciendo anotaciones mentales: “Esto para el blog. ¡Ay! Que graciosa va a quedar. Sigue, sigue que este post me está quedando cortito”. Y ella me lo nota en la cara porque se me escapa una sonrisa y se corta, no mucho, no creáis, pero algo de miedo tiene a que sus charlas tengan cobertura nacional y ya vayan por la sexta edición.
- Lo segundo mejor fueron los más de 400 comentarios, mensajes y mails que recibí de todos vosotros en el peor momento que he pasado en mi vida. El peor de verdad. No uno de esos que dices: “Vaya, estoy algo tristona”.  No. Uno de esos momentos en los que ya no tienes siquiera sitio para la tristeza porque la angustia te lo ha ocupado entero. Justo uno de esos. Y, a veces, cuando me viene esa angustia, me los vuelvo a leer todos. Me suelo inflar a llorar, para qué mentir, pero se me pasa un poco. Es como si tuviera mi propio consuelo ahí, para mí solita.
- La cantidad de gente que he conocido de todo el mundo y a todas sus madres. Y esa especie de comunión al saber que existen más taradas que mean tirando dos veces de la cadena y que por nada del mundo se sentarían en un baño público.
- He publicado un libro en el que pone mi nombre en la tapa. Y está ahí para siempre… O casi siempre. Y era uno de mis sueños.
- Me he obligado a tener sentido del humor y perspectiva en situaciones en las que nunca hubiera creído posible.
- He perdido mucho pudor, vergüenza, miedo… Cuando has contado a tanta gente cómo vas al baño o que te disfrazaron de vieja chocha, pues como que el pudor se te pasa un poco.
- También he aprendido a soportar las críticas. Las más difíciles no han sido hacia mí porque mi mayor crítica la tengo en casa, las peores han sido cuando se han metido con mi madre. Y hasta esas, después de que se me pasaran las ganas de sacarles los ojos a varios, he aprendido a soportarlas.
- He vuelto a nadar. Sí, y es gracias al blog. Os lo explico mejor que igual, así de entrada, no se entiende. Darme cuenta que he sido capaz de tener la voluntad para escribir todo esto y editarlo, me ha hecho creerme que puedo ser constante con casi cualquier cosa. Aunque sigo nadando como si convulsionara, eso no lo me lo quita nadie, es culpita de esta bendita psicomotricidad que traigo de fábrica.
- No me llega para una casa en la playa, pero bueno, igual puedo comprarme a Don Giovanni y pegarme algún viaje a la playa. Y eso, en este momento, es gran una suerte.
- Y por último, me he reído hasta hartar con las historias de otros, con la promoción, con mi hermana, pero hasta hartar de verdad, con hipo y lágrimas… ¿Os acordáis cuando Pedro Piqueras dijo Drama Mamá en el telediario? ¡Ay! Es que solo de pensarlo me meo.

Así que por la parte que os toca, muchas gracias. Tengo bien claro que el 50 por ciento de todo esto, os lo debo. El otro 50, perdonadme, pero le pertenece a mi madre.

martes, 16 de octubre de 2012

105. Si funciona, no lo toques.

El tetra brick de la discordia
Mi madre ha empezado a regañarme por cosas que hacen otros. Esto es relativamente nuevo. Si se enfada por algo, como yo trate de explicárselo, pues al final me llevo mi parte.

Escena: Cocina. 10 de la mañana de un sábado de octubre. La luz tibia de otoño entra por la ventana. En la mesa, dos cafés humeantes y madre e hija desayunando sobados pasiegos mientras leen el periódico.
- Nena, ¿qué es esto de performance (pronunciado exactamente performance)?
- Pues como un teatrillo pero en más moderno…
- ¿Y en castellano cómo se dice?
- Pues no sé, creo que no hay palabra.
- Pues en el anuncio deberían poner eso: el día 25 habrá un teatrillo tan moderno que no sabemos cómo llamarlo. Y no esto de performance que nadie sabe lo qué es y hace que los lectores nos sintamos tontos.
- Es una palabra bastante conocida…- yo no sé para qué me meto.
- ¿Bastante conocida? Bastante conocida es enciclopedia o huevo frito, nena. Eso es una modernez.
- Bueno, a mí no me regañes por lo que hagan otros.
- No claro, nena, a ti bastante tengo con regañarte con lo que haces tú. Que vamos sobradas las dos.
- No aproveches mamá, que estamos tan tranquilas desayunando. Anda sigue leyendo el periódico.
- A mí no me mandes que ya estoy mayor para que me mande nadie. Es que nena, me tiene frita el periódico. No va el otro día y leo en una página, así, en grande, toda una página: Viene la zarzuela a la ciudad. Y punto, nena, nada más. Las letras muy bonitas, eso sí. Pero yo me puse a buscar para adelante y para atrás y nada más.  Bueno, pues yo quería ver esa zarzuela que viene, pero antes quería saber qué zarzuela, dónde, cuándo… Esas cosas que necesitamos las personas mayores para poder ir a los sitios. Total que me paso por la oficina de suscriptores del Diario, que yo fui a comprar garrapiñadas justo al lado pero ya que estaba, pues entré. Primero le pregunté al de seguridad, que ese pobre hombre tiene que estar harto ya de tanta vieja que vamos a dar la tabarra. Bueno, y el hombre me dice que hable con una de las chicas que el no sabe nada de zarzuelas.  Pues te puedes creer que nadie sabía allí ni dónde, ni cuándo ni cuánto era la dichosa zarzuela. Ni ellos, ni una tal Maritere a la que llamaron por teléfono. Nadie. ¿Cómo es posible que la gente publique cosas sin saber nada? ¿Tú lo haces?
- No mamá, yo no. Yo soy muy buena.
- Tú que vas a ser buena. 
- Mamá, eso es un anuncio y el periódico no tiene nada que ver. Es como cuando pone: “En agosto, querrás tener nuevo coche” Y no pone qué coche es. Es para crear intriga y aumentar las ganas de la gente de enterarse de qué va eso.
- Pues chica, a mí las ganas de zarzuela me las han quitado todas.
- Se llama marketing.
- ¿Y qué es eso del marketing?
- Pues no sé, es como un tipo de publicidad pero más moderno.
-  ¿Y eso cómo se dice en castellano?
- Mamáaaaaaa...
- Vale, chica, no te pongas así. ¿Quieres más leche?
- Sí, pásame un poco. ¿Por qué la tienes en botella en vez en brick?
- Pues ya verás lo que ha pasado, que por cierto, me tienes que echar un repaso a una carta que le he escrito al señor Pascual para quejarme.
- ¿A qué señor Pascual?- Yo estoy ya sospechando lo peor.
- Pues a qué señor Pascual va a ser, al de la leche. A veces no te enteras hija, con lo lista que eres para otras cosas.
- ¿Qué le has escrito una carta a la empresa Pascual?- yo no sé qué hace, pero mi madre todavía me logra sorprenderme.
- Pues claro que le he escrito, es que mira lo que me han hecho. Me han cambiado el formato del tetrabrick. Antes era rectangular y ahora es cuadrado. ¿Te lo puedes creer? Total, que donde antes cabían dos en la nevera, ahora solo me cabe uno. De verdad que no entiendo en qué piensan. Y les he escrito para que lo cambien. Que yo no entiendo qué ganas de andar cambiando cosas que ya estaban bien. Porque estaba bien, nena.
- Pero mamá, ¿de verdad que vas a mandarles una carta?
- Oye no lo digas con ese tonito. Pues claro que la voy a mandar. Mira nena,  si la gente no se queja, pues igual van y piensan que han tenido la idea más brillante del mundo y eso sí que no.  Aquí teniendo que rellenar una botella como hace años, vamos hombre. Es que me tienen negra. Yo no sé para qué inventan. Que ganas de cambiar cosas que ya funcionan. Yo creo que la gente se aburre. Si una cosa funciona, no lo toques. El mundo es así. Es como cuando les da por hacer pan con aceitunas. A ver, si el pan ya estaba bueno, y las aceitunas también ¿para qué juntarlo? Que manera de liar las cosas nena.
- Mamá pierdes mucho tiempo preocupándote por cosas que no tienen importancia…
- ¿Qué no tienen importancia? Mira nena, para que dentro del frigo entre toda la comida que te vas a llevar a Madrid, me tiro horas encajando alimentos, para que venga el señor Pascual y me destroce todo el sistema. ¿Por qué te crees que la última vez se me olvidó mandarte las dos chistorras? Porque las tuve que meter en el cajón de la fruta por culpa del tetra brick cuadrado. ¿Qué tipo de persona te crees que soy guardando las chistorras donde la fruta, hombre? ¿Te crees que me he vuelto loca o qué?- y a mí me da la risa, claro.
- Chica mamá, qué más dará si metes las chistorras con la fruta...
- Pues claro que da, qué tonterías dices. No quiero ni imaginarme tu frigo. Capaz eres de tener el pescado al lado del queso o alguna barrabasada semejante.  Nena, tú estás en el mundo porque tiene que haber de todo. Así mismo te lo digo.

Fin de la escena.

PD. Señor Pascual, por favor, vuelva a tetrabrick de siempre, al rectangular.  Lo hago por usted, que usted no sabe lo pesada que puede ser mi madre. Solo le digo que ya tenemos su dirección y que mi madre está pensando hacerse tuiter, porque le han dicho que por tuiter te hacen caso. Está advertido.

lunes, 24 de septiembre de 2012

104. Tiempo al tiempo, nena

Gomadrid
Cuando mi madre viene a Madrid, hacemos planes rollo Pitita Ridruejo. Como dos señoronas. Un día vamos a comer huevos a Lucio, otro al Real, un vistazo a la Casa de Sorolla, una merienda en Embassy, un paseo por el botánico… Pitita total.

Bueno, también tenemos el momento Belén Esteban, porque a mi madre un mercadillo le vuelve loca.  Tiene como una especie de radar para encontrar algo decente entre todos esos pingos. Yo, según ella, tengo el don  justamente opuesto, entro a Chanel y me compro un pingo.

Así que el domingo, sacamos la rubia que llevamos dentro y nos fuimos a un mercadillo en el que compramos dos kilos de cilantro a un euro. Que pensaréis: para qué quieres dos kilos de cilantro si a casi nadie le gusta. Pues porque estaba muy barato. Es así. Yo no lo sabía pero éste es suficiente motivo para comprar, igual de importante que necesitar algo, o ir utilizarlo después. Si es barato, lo compras. Que a mí me gusta el cilantro, pero ¿dos kilos? Porque vosotros sabéis que el cilantro casi no pesa ¿no? Os podéis imaginar el volumen de cilantro que poseo.

Así que ahora tengo dos kilos de cilantro muy barato en mi congelador, separados en bolsitas individuales (muy prácticas, eso sí) lo que hace que el cilantro ocupe un cajón y medio entero. La verdad es que tampoco pasa nada porque mi frigo es del tipo: balda, balda, salchichas, balda, una hoja de lechuga pocha, y medio limón. Que mi madre cada vez lo abre creo que muere un poco.

Pero era barato, y lo compramos.  El caso es que faltaban dos horas para nuestro siguiente plan Pitita: paseo por el Retiro con Maricristi y exposición temporal en el Prado, y pensé: vamos a arriesgarnos, vamos a hacer una locura, vamos a un Vips que tiene todas esas cositas absurdas que comprar y mirar.  El vips fue bien, incluso compramos un molde para hacer los huevos fritos con forma de corazón. Aunque mi madre no paró de repetir:
- ¡Qué precios, nena! ¡Qué precios! ¿Dices que esa cubitera vale 19 euros?
- Sí mamá, pero hace caras de Los Simpsons.
- Y para qué quieres tú la cara de nada en un hielo. ¿Y esto la gente lo compra?
- Pues me imagino mamá, nosotras hemos comprado el molde para huevos fritos con forma de corazón.
- ¡Me irás a comparar! Un huevo frito siempre tiene su encanto. Tú imagina las caras de tus primos cuando les ponga eso en el plato. Pero ¿un hielo? Uy y mira esta taza, ¡35 euros! Estamos locos, eso es lo que le pasa a España, que andamos entretenidos con tonterías que no valen para nada.

Pero el error vino justo después. Antes de nuestro siguiente plan Pitita, hicimos tiempo en un Starbucks, y el tiempo en los Starbucks es carísimo. Os resumo un poco la opinión general de mi madre, os la resumo porque no tengo horas para escribir todo lo que dijo allí sentada:

Sobre mi Frapuccino:
- ¿Y dices que esto es café? Jajaja, no me hagas reír, nena, no me hagas reír. Ni huele, ni sabe, ni parece café. No es café.  Es bastante fácil de entender. Ni siquiera parece un granizado de café. ¡Ya sé a qué se parece! ¿Sabes eso te que dan en los aviones que ellos llaman café pero no es café? Pues es esto mismo.

Sobre su zumo de mango:
- ¿Y dices que esto es zumo? Jajaja, qué sentido del humor tiene esta gente. He visto purés de patata de sobre más líquidos que esto. Por no hablar de lo del mango… Igual es que en Estados Unidos llaman mango a otra fruta… Debe ser eso.

Sobre mis cookies:
- ¿Qué esto es una galleta? Vamos, hombre, esto son las tortas españolas de toda la vida pero arenosas. Están como sequitas ¿no? Y para qué quiere la gente una galleta tan grande,  si ni quiera se puede mojar en la taza. Me parece un despropósito. Me das harina, azúcar y mantequilla, y les dejamos a la altura del betún en dos horas.

Sobre tener que llevarte tú misma las cosas a la mesa:
- Primero los selfservice, luego las gasolineras, luego te cobras tú misma en el súper, ¡y ahora las cafeterías! Que yo ya tengo un trabajo, vengo para que me atiendan, por eso pago, porque está claro que para tomar buen café no será. Luego que hay paro… Dentro de nada vamos a tener que quitarnos el apéndice a nosotros mismos. Tiempo al tiempo, nena.

Sobre la cuenta:
- Pero nena, ¿seguro que eso está bien? ¿18 euros por esto? Tú eres tonta, porque si no lo entiendo.  Que se están riendo de ti. ¿No lo ves? Ahora esta el dueño de este sitio riéndose en su mansión diciendo: ¡otra que ha caído! Yo aquí no vuelvo. Y que no me entere que vuelves tú.

Yo me  mantenía en silencio porque, la verdad, razón lleva pero es que el Frapuccino yo creo  que tiene el mismo ingrediente que los Risketos, tomas uno, y adicto para siempre. Una exclavitud.

Nos fuimos de allí mientras ella miraba al señor de seguridad con cara de “¿No le da vergüenza?”.  Y después del Prado,  paseando, acabamos en San Ginés, una chocolatería de toda la vida de Madrid y entonces sí:
- Esto es otra cosa nena, con estos churritos jugosos, y estos camareros vestidos de blanco. Pero mira qué chocolate: huele, sabe y parece chocolate. Así  de sencillo funciona la vida, que ya va siendo hora de que te enteres y tengas algo de personalidad. Que eres muy influenciable, que oyes llover y te meas. Yo no sé a quién has salido tú, porque vamos, con lo que nos gusta en casa un buen café, con ese olorcito que te despierta, y poder mojar las galletas.  ¿Y dices que esa cafetería la hay por todo el mundo? Pues no lo entiendo, de verdad que no lo entiendo.  El mundo se ha vuelto loco, va a llegar un momento en el que la gente ya no sepa que era el café de verdad, ni que el zumo es líquido, ni que el mango es mango, ni que hubo un tiempo en que había gente detrás de la barra que te daba los buenos días al entrar a la cafetería y te decía: ¿lo de siempre, señora? Porque yo para prepararme un café, pues me lo tomo en casa, que lo tengo bien rico. Aquí vengo a otra cosa.  El mundo se ha vuelto loco,  y vosotros ni siquiera os dais cuenta, pero un día os vais a dar, y entonces ya será tarde. Tiempo al tiempo, nena.

Y la nena entra en un estado de depresión que ya no sé si estamos hablando de Starbucks, de San Ginés, del café que sabe a café, o de que el mundo es una mierda y no hay salida. De verdad, que no lo sé.

viernes, 31 de agosto de 2012

103. Hazme caso que yo sé lo que es mejor para ti

La taza que es como debe ser.
¿Sabes el sitio donde guardas el estropajo de fregar los platos? Pues no tienes ni idea, que  yo diría ni puñetera idea, pero como ahora me lee mi madre, pues no lo digo. A lo que voy. El sitio en el que llevas guardando el estropajo años, pues es un sitio completamente equivocado. No me vayas a venir con que para ti es cómodo, que siempre lo dejas ahí, que meterlo dentro de una cajita en un armario es una lata. Tonterías, tú vivías con el estropajo en el sitio equivocado, tan temerariamente, pero invitas a tu madre una semana a tu casa y entonces descubres lo ignorante que eres tú, no ya de dónde va cada cosa sino, incluso, de lo que te resulta cómodo.  Ignorante, ignorante, ignorante. Que también podría decir tonta del culo, pero no lo digo porque me lee mi madre.

Una semana, con sus siete días, que os voy a recordar que tienen 24 horas, y muchos minutos (se me dan mal las mates, multiplicad vosotros), para que tu madre vea cada esquina de tu casa, cada mota de polvo, cada cosa que tu has colocado en el sitio equivocado, provocando un desalineamiento espacio temporal de cómo tiene que ser la vida, y que a ella le lleva hasta el más profundo de los horrores:
- ¡Pero cómo es posible que puedas vivir con el cubo de reciclaje de papel, separado del de envases! Y aún más, ¡cómo es posible que no tengas cubo para el vidrio!

Inconsciente, que eres una inconsciente.
Porque una cosa es que tu madre venga de visita, mire por encima, y te regañe durante 3 horas. Pero una semana completica da para que se dé cuenta del desastre total de persona que eres, capaz de vivir en la total inmundicia con un único estropajo para limpiar los platos y las cazuelas.  Analfabeta de la cocina, que también podría decir jodida analfabeta de la cocina, pero no lo voy a decir que me lee mi madre.

A parte de las cosas que no están donde deben estar, hay otra categoría: las que no tienes. Y no vayas a empezar con que has vivido 11 años sin ellas: necesitas un bote con una hortensia dibujada para guardar los envases vacíos de la nespresso. Y si quieres, luego hablamos de: cómo es posible que prefieras esa cafetera, a una italiana de toda la vida, con su aroma y su pitido, y ese burbujeo que ya te despierta. Luego lo hablamos. Tranquila. Por hablar será...

Y por último tenemos la categoría en la que ni tú, ni las tiendas de decoración, sabéis que las tazas para desayunar, las buenas, son grandes, tipo tazón, pero bajas, apilables, con plato a juego, solidas, en las que caben tres cafés. Y da igual que vayas a Ikea a buscar las dichosas tazas para que puedas desayunar como se debe hacer, y no en esas tazas americanas absurdas demasiado altas para poder mojar agusto una magdalena, da igual que entre las 3.000 tazas no haya una de esas, porque está claro que los suecos tampoco tienen ni idea. Da igual que en La loja do gato preto, tampoco las tengan, ni en Casa, ni en Micasa, ni en ningún lado. Da igual, porque siempre existe El Corte Inglés, en el que por supuesto, hay una dependienta a la que tu madre le mira a los ojos y le dice:
- Seguro que usted me puede ayudar, buscamos un juego de tazas para desayunar de café con leche, de las de toda la vida.- Y la señorita, que apuesto mi mano derecha a que era una señora, con esa mirada de suficiencia que tienen todas las drama mamá, le contesta:
- Por supuesto, con florecitas o en rosa, para poder mojar las magdalenas sin que se te caiga ni un miga. Y apilables para que ocupen poco.- Y las dos se miran, y el mundo parece ordenarse un poco ante dos mujeres con tanta sabiduría interior.
- Ay, nena, ¿ves? si es que lo que no haya en El Corte Inglés.

Consecuencias:
No encuentro nada en mi casa. Ni idea de cuál es el verdadero sitio del Fairy, he abierto 3 armarios y nada.  No sé dónde está el arroz, acabo de encontrar un gato que llevaba perdido 3 horas,  y he descubierto que las tazas apilables están en el antiguo sitio de la jarra de agua. Así que si alguno conoce el lugar donde debe de estar una jarra, agradecería que me lo dijerais. 

Segunda consecuencia: estar en mi casa ahora es un poco como vivir en una gincana constante. Algo tipo: vale, he econtrado los tuppers dónde deberían estar las cazuelas, y las cazuelas están donde antes estaban los cuencos, ¿Dónde demonios está la mermelada y desde cuando tenemos paellera? Es divertido, rollo: ¡sorpresa! Aquí están las toallas que llevas dos días buscando.
Eso sí, en este momento podría chupar el suelo de mi casa de lo limpio que está, todos mis mecheros están ordenados por tamaños y colores y tengo la nevera llenita de pollo al ajillo, chistorra, mejillones en salsa, queso, albondigas y gazpacho, que tú no tienes ni idea, pero el gazpacho bueno, el de verdad, no lleva pepino.

Bueno, aunque también mi casa huele a la colonia de mi madre, y tengo una planta de hierbabuena con la que cocina y  bizcocho casero,  y horas de acordarme de nuestras charlas delante de un café con leche, arreglando el mundo,  ordenándolo,  y riéndonos de lo ignorante que soy, y de lo bien que me podría ir la vida si le hiciera un poquito de caso y no andara con mis payasadas de siempre, que ella podría decir "mis chorradas de siempre", pero ¡ay! mi madre jamás diría chorradas. Ignorante, que eres una ignorante.

Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, os voy a dejar un mundo desordenado, no me sé los sitios. Pero siempre podéis preguntarle a vuestra abuela, ella seguro que os puede ayudar.

domingo, 22 de julio de 2012

Qué te diría tu madre




Acabo de volver de tres semanas de vacaciones. Tres. Semanas. He visto dos mares. El Caribe y el Mediterráneo. Y les he hecho miles de fotos mentales para que me duren todo el año y los lunes sean menos lunes. Aunque del de mañana no me libra nadie.  Llevaba sin descansar realmente 3 años, desde que mi padre se puso enfermo, porque aprovechaba todos mis días libres para irme a casa, bueno, al hospital, que fue un poco nuestra casa durante ese tiempo. Así que mi grado de sobre excitación pensando en tres semanas, entericas, para mí, casi acaba con mis nervios. Pero sobre todo, casi acaba con mi madre.  

Lo peor de un viaje no es hacer la maleta, preparar las rutas, pensar en el Fortasec (que inevitablemente siempre llega), adelantar todo el curro que deberías hacer en las siguientes semanas, ni siquiera, el pastón que hay que pagar por 21 días mirando al mar. Lo peor de hacer un viaje es tu madre. Bueno, no la tuya, la mía, claro. Como un mes antes de irme, comienzan la retahíla de consejos de todo tipo, largas llamadas avisándome de todos los peligros que ha oído sobre el país, de hijas de amigas suyas a las que robaron o perdieron una maleta, de accidentes  de lo más variopinto… Si para una madre, te puede pasar cualquier cosa dentro de casa, imagina si te vas fuera, o ¡si cruzas el charco!  Porque he estado dos de esas semanas en Cuba, y a mi madre, todo lo que no sea Valencia le parece Mordor.

Entre mis consejos preferidos están:
- Lleva una maleta de mano con dos vestidos, dos bragas, un bañador, un minineceser, una toalla y una pastilla de jabón Lagarto, por si acaso te pierden la maleta. Que el Lagarto te apaña cualquier mancha, y no hace jabón y se aclara en un pis pas.
- Lleva un cinturón cartera para llevar el dinero pegadico a la barriga, y así no te robarán. (Por si acaso no le hacía caso, me compró uno y me lo mando por correo)

- No vayas por lo oscuro, que en lo oscuro puede pasarte cualquier cosa.
- No bebas ni comas nada, que no hay nada peor que una colitis de vacaciones. (Sí, debe ser la única vez que tu madre, bueno, mi madre, ya hemos hablado de esto, te pide que no comas, en vez de cebarte como habitualmente).

- Lleva: antiestaminicos, antibióticos, antinflamatorios, calmantes, antimosquitos, tiritas, jarabe, suero oral, y unas tijericas, que nunca sabes cuando vas a necesitar tijericas en la vida. (Mi madre no viaja con su médico de cabecera de milagro. Yo creo que incluso le ha preguntado alguna vez su destino de vacaciones, a ver si con suerte, coincidíamos)
- Llama cuando llegues, que ya sabes que yo no descanso hasta que sé que estás bien.

- No seas aventurera, que no hay ninguna necesidad. Tú segurica, y si la gente se tira en una piragua por una cascada, pues tú sacas las fotos, pero desde el autobús. Que vista una cascada, vistas todas.
- No te separes del grupo, tú pegadica a ellos, si van al baño, pues tú con ellos. Que mira que si te secuestran…

- No te sientes en ningún baño, ni siquiera en el hotel, compra un desinfectante y lo limpias un poquillo, que nunca se sabe si la mujer de la limpieza del hotel ha tenido un mal día, que todo el mundo tiene derecho a tener un mal día.
- No andes descalza por ahí, te pones las chanclas, que se cogen unos hongos malísimos que luego son muy difíciles de quitar. Y te pones un par de bolsas de plástico en los pies para bañarte en los hoteles.

- Lleva una chaquetica por las noches por si refresca, que los sitios de playa son muy traicioneros, no te vayas a enfriar.
- Y sobre todo, guarda dos horas de digestión antes de meterte al agua. ¡Que no quiero un disgusto! Ala, nena, pásatelo bien, y llámame todos los días ¿eh?

Sí mamá, si me salvo de la colitis, las diarreas mortales, los ladrones, los secuestradores, las cataratas del infierno, los hongos, los virus, las tempestades típicas de agosto y el frío glacial de las noches de verano, prometo pasármelo bien.

Pero sí, a pesar de los mosquitos y de un estómago demasiado sensible al cambio de alimentos, tengo el mar metido en las retinas, la piel dorada, y llevo arena en las esquinas del bolso, en mi casa hay ron cubano y el café de las mañanas es intenso, he leído tres libros en dos semanas, he flotado horas en el agua, he visto lugares increíbles , me he empapado de tormentas cálidas, se me han pegado canciones que no conocía, y me he reconciliado un poco con el mundo, que ya era hora.  Bueno, y me he ido una semana con mi madre a la playa, a su Mediterráneo y sus gambitas, pero eso ya es otro post, bueno, o cuatro.




martes, 19 de junio de 2012

102. No ofendas a nadie, nena

Solo Stocks
Mira que habré oído veces esta frase a lo largo de mi vida. Que no es que yo sea de ofender, vamos, que ni si quiera he estado medio cerca de que nadie me parta la cara por faltarle, pero a mi madre le horrorizaba que pudiera decir cualquier barbaridad. Pues imaginaros ahora que mis barbaridades han tenido cobertura nacional.

Cuándo utiliza mi madre el consejo:

Cada vez que le digo que tengo una entrevista empieza:

- Y tú no ofendas a nadie. Con respeto siempre, que hablar es muy fácil y luego remediarlo muy complicado. Así que mejor, no hables mucho. Ay ¡por dios! Y dices que sales en el programa de Ana Rosa… ¡Pero si eso lo dan en todos lados! Por favor, nena, no hables mucho, que hablen ellos. Tú sonríe, que una sonrisa siempre es resultona. Y calladica, aunque parezcas tonta. Mejor eso, que hablar de más. ¡Ay! A ver si esto se termina pronto que yo estoy negra.

Por eso tengo esa cara de panoli, en realidad, estoy tratando de no faltar. En realidad no soy nada simpática, es miedo a hablar de más, bueno y la colleja que me puedo llevar…

¿Pero de dónde viene todo este miedo de mi madre a que yo le ofenda a alguien?

Pues bueno, resulta que un día ¡uno! No dos, ¡solo uno! Cuando yo era pequeña, una inconsciente y cándida niña pequeña, vino un tío segundo a casa de visita con su mujer. Tenían un cochazo que yo no había visto en mi vida, con elevalunas eléctrico, que eso era magia en mi mente. Y tenía un ordenador de abordo, que sonaba muy moderno pero era como una pantalla de calculadora que decía la temperatura interior del coche. También tenía un móvil, que en realidad era tan grande que servía de apoya brazos. ¡Y sobre todo tenía aire acondicionado! Que eso era la magia total porque mi padre tenía un Dianséis azulón descuajeringado, y cuando me decían:

- Nena, pon el aire.

Pues la nena bajaba las ventanillas y sacaba de la bolsa del asiento dos abanicos. Lo hacía con ilusión porque era mi tarea en el coche. Lo malo es que duraba 5 minutos y el viaje a Benidorm unas 9 horas y media. Ya nos pareció el invento del siglo cuando sacaron unos miniventiladores a pilas, que podías llevarlos en el bolso. Teníamos cada uno el nuestro, y eso que no te despeinaban ni el flequillo, pero uno tenía como la ilusión del frescor, y en los 80, con eso nos bastaba. Bueno, por no mencionar lo divertido que era jugar a parar las hélices con el dedo. Divertido para nosotras porque mi madre vivía sin vivir en ella:

- ¡Vais a perder un dedo! ¡Estaos quietas ya! Que aún paramos en Teruel en urgencias, y eso de ir de tour por las urgencias no, nena, bastante tenemos con que en casa nos traten de tú.

- Pero mamá, si va muy flojito… Si se para al tocarlo.

- Hasta que no se pare y te arranque un dedo. Y a ver cómo te atas los cordones con 9 dedos.

- Pues me pones zapatillas de velcro que Martita tiene unas súper chulas…

- ¡Habrase visto la respondona! ¡Tú vas descalza como pierdas un dedo! ¿Me oyes? De peregrinación te mando a Roma descalza, por lista.

- ¿Roma está más lejos que Benidorm?

- Mucho más lejos.

- ¿Cómo cuanto?

- Como ir y volver 20 veces.

- ¿Y para Benidorm queda mucho?

- No empecemos ¿eh? Acabamos de salir. No empecemos que tenemos todavía 9 horas de viaje y como me canses te dejo en el arcén y que te recojan los del circo. Así podrás meter los dedos en todos los ventiladores que quieras.

Y en aquel Dianseis, que descubrí hace poco que en realidad se llamaba Diane 6, íbamos a Benidorm. Nosotros cuatro y mis dos primas, en un estudiado sistema de aprovechamiento del espacio, que incluía una niña durmiendo en el suelo. Me gustaría ver a Calatrava metiendo todo lo que nosotros metíamos en aquel coche. Tampoco era tan peligroso porque no debía pasar de 40 por hora. Y ahora somos unas sufridoras que nos metes en un vuelo a China, y ni lo notamos. Echamos de menos el bocata de tortilla de patata a medio camino, eso sí. Y la meada cronometrada en El Milagro de Teruel. En un vuelo a China puedes mear al gusto, ¡eso es un lujo!

El caso es que vino ese tío segundo de visita a casa y me empezó a chulear de coche al ver como mis ojos hacían chiribitas (esta palabra tengo que usarla más: chiribitas!): “Que si mi coche tiene cierre centralizado y en el de tu padre no funcionan dos puertas, que si mi coche tiene asientos de cuero y el de tu padre fundas de pelotillas de madera, que si el mío es descapotable y el de tu padre no, que si el mío coge 120 y de tu padre ni empujándolo con un tráiler”. Total, que se me ve que me estaba tocando las narices con tanto chulear y sobre todo, con tanto desprestigiar a mi padre, que le miré, miré el coche, miré a mi padre y le dije con mucha dignidad y aún más condescendencia:

- Pues sí, pero mi padre es bastante más alto que tú. Y eso es para siempre, no como el coche. – y sonreí con una de esas sonrisas que mi madre dice que son tan resultonas, aunque en aquel momento no se lo parecieron. ¿Qué cosas no?

Risitas nerviosas de adultos, algún pisotón, pellizquitos disimulados… Porque este tío segundo era muy bajito, muy muy bajito, y, por supuesto, no lo llevaba bien.

Excepciones para utilizarlo con mis posibles futuros hijos:

Pues hombre, está claro que no es cuestión de ofender, pero como alguien nos chulee por nuestro Civic golpeado, al que no le funciona el cierre centralizado, hijos míos, ¡a dar donde más duele! Que al menos tenemos aire acondicionado.

PD. Señores y señoras de Bilbao, gente maja, estaré este viernes 22 de junio en la Casa del Libro en Alameda de Urquijo número 9,  desde las 18.00 hasta las 19.30 firmando mi libro. Estaré muy muy sonriente, por si se animan a pasar y prometo no faltar a nadie. Palabra mamá.

miércoles, 30 de mayo de 2012

La nena en la feria



El sábado pasado estuve firmando en el Retiro. Esto en mi familia ha sido un acontecimiento grado BODA. Yo me sentía la novia: protagonista total, todo el mundo me decía lo guapa que estaba y me quería saludar, y también me tuve que tomar un litro de tila ante el miedo de quedarme sola en el altar de mi caseta.

Vamos, un horror. Sobre todo la pre-feria.

Noche anterior:

Salí a cenar con mi drama mamá, su ya inseparable Maricristi y mi novio, un mártir. Después de un arduo debate, llegamos a un acuerdo acerca del vestuario, pelo, maquillaje y fallamos en el bolso. Casi siempre llevo el mismo, es marrón, de cuero, y sí, está desgastado por los bordes, bueno y no cierra, se rompió el enganche hace tiempo, pero es mi bolso. Cuelga, no pesa, cabe de todo, y tiene mi forma. Lo apoyo en el suelo y no sufro, y también tiene de bueno que jamás nadie en su sano juicio me daría un tirón. Así que muy a pesar de mis personal shoppers, lo llevé.

Esa noche no pude cenar. Me dolía la barriga como se me hubiera metido un gato dentro. Y perdí dos kilos del movimiento cinético que llevaban mis piernas. Mi madre perdió otros dos porque su amiga le hacía de rabiar diciéndole que, o se portaba bien, o iba a gritar en medio de la feria: ES LA MADRE DE LA AUTORA.

No cenamos, pero nos reímos mucho.

La mañana en sí:

Tila. Más tila. Baño. Tila. Baño, baño. Cigarro, cigarro, tila. Cigarrro, cigarro, cigarro. Así llegué a la caseta y no había más que 3 libros: cigarro “¿Dónde me puedo tomar una tila por aquí cerca? ¿y un baño? ¿dónde hay un baño? Es urgente porque con lo que me cuesta mear en un baño público (no tocar nada, tirar todo el papel higiénico que haya podido rozar nada, otro poco más que haya rozado la atmósfera, ponerme de cuclillas en la taza, tirar dos veces de la cadena) me lleva un tiempo.”

Lo que pasó es que los libros se habían agotado el día antes. Yo no lo entiendo. Mi libro debe ser el libro que nadie puede comprar. Es un mito. No existe. El caso es que entré en la típica vorágine rollo “¿Dónde está mi libro? Yo ahí no me siento que le he prometido a todo el mundo que habría libros. ¡Señor! ¡Que está mi madre! Yo no salgo”. Una amable librera de la FNAC me tranquilizó, me agarró de los hombros, me llevó atrás y me puso el móvil en la mano y después de una llamada un pelín histérica a un número que tenía de Planeta, otra completamente histérica a mi editora, tres incursiones de mi madre, mi novio y Maricristi a la trasera de la caseta, un cigarro, y más histeria, llegó una chica con una caja y 100 libros. Alabado sea el Señor.

Dentro estaban sentados firmando Revilla, Macaco, Gutierrez Aragón y la Supernanny. Y según entraba, me sentía como un niña de cuatro de EGB el día que tiene ir a la clase de los de octavo (¡los de octavo!) a dar un mensaje al profesor. Pensé en pedir otra tila, pero el baño quedaba lejos. Me senté, la supernanny me dijo que a su madre le había encantado el libro y entonces sí: me lo pasé pipa. Dos horas conociendo gente, hablando con personas que conozco a través de sus nicks, puse cara a avatares, vinieron amigos, tíos, mi hermana de sorpresa y una amiga desde Pamplona, las de la páginas 357 del libro con tarjetas identificativas, gente de Elche, de Asturias y nombres que ahora tienen cara: Briseida, Covadonga, Juan, Los paparrachos… Dos horas en las que no paré de sonreír. A pesar de lo que me meaba.

¿Lo peor? Que vinieron desde Bilbao dos chicas a las que les tuve que firmar un flyer porque no había libros, otra vez. Fue un espejismo. Los vendí todos.

¿Lo segundo peor? Que ese número de teléfono que yo tenía de Planeta, pues no sé por qué narices pensé que era un comercial, y le conté mi vida, mis problemas, y mis nervios, habló con mi madre, y mi novio, creo que hasta con Maricristi. Le comenté lo de la tila, que no había libros en ningún lado. Que yo no lo entendía. Que a la madre de la supernanny le había encantado mi libro… ¿Lo tercero peor? Que me ha llamado hoy porque quería hablar conmigo y yo le he dicho tenía una agenda muy complicada y que, bueno, que ya veremos como nos apañamos. ¿Lo cuarto peor? Que me acabo de enterar de que era un súper jefe de Planeta. Sí. Tal cual. Me voy a tomar una tila.

¿Lo mejor? Mi madre:

- Nena, te puedes creer que estoy por ahí en la cola haciéndome la desconocida y ha pasado un matrimonio. Y coge ella, al ver el cartel de “Ahora está firmando Amaya Ascunce”, y le dice a su marido: “Mira está firmando Amaya”. Pero cómo van a saber esos dos quién eres tú. ¿De qué? Yo no lo entiendo nena, no lo entiendo.

Lo segundo mejor: también mi madre cuando mis amigas la encontraron medio escondida y le hicieron dedicarles el libro. “Que me van a pillar, por Dios, que me pillan ¿pero yo qué voy a firmar nada? Voy a matar a esta cría. De ésta, la mato”.

PD. Como sigo teniendo ganas de tila, este sábado 2 de junio repito. Si todavía queda alguno con ganas de verme firmar con mala letra (porque con tanto nervio es imposible hacer buena letra, mamá) estaré de 12 a 2 en la caseta 201, la de la librería VID. No habrá tanta gente porque ya no me quedan muchos amigos a los que sobornar, pero tendré más tiempo para charlar. ¡Ah! Y el señor de Planeta me ha dicho que habrá libros, muchos libros.



domingo, 20 de mayo de 2012

No hay una segunda oportunidad para dar una buena primera impresión


Bueno, os acordáis cuando yo era solo la nena y me partía de risa en mi salón y decía barbaridades y nadie me conocía. Bueno, mi novio sí me conocía. Y mis amigos también. Menos mal. Yo me acuerdo. Era tan fácil… Ahora soy la nena para mucha gente. Tampoco es que nadie me haya parado por la calle. No vayamos a exagerar. Pero ese entorno que te conoce de vista, ese que no sabía ubicarte mucho, ese ahora sabe la mitad de mi vida. Y es muy raro. Vamos, mi carnicero, las chicas de la pelu, la depiladora… Esa gente me dice que no tome tanto café y que haga más caso a mi madre. Yo me callo por prudencia, qué digo prudencia, yo no he sido prudente en mi vida, me callo por estupor. Me quedo bloqueada y sonrío pensando: “tengo que cambiar de carnicero”.

El caso es que dentro de esta vorágine, en el que tengo que aceptar que soy la nena, llega la cita más temida. El sábado 26 de mayo, sí, el finde que viene, firmo en la feria de Madrid. De 12 a 2, en la caseta del FNAC (82 y 83). ¿Por qué es una cita terrible? Yo curré un año en una editorial y tenía que acompañar a los escritores a la feria. A veces no firmaban ni un libro. Y otras, solo a sus amigos. A veces, el mismo amigo pasaba hasta en cuatro ocasiones para que pareciera que había montón. Y siempre dije: “si alguna vez soy escritora, nunca firmaré en la feria”. ¿Sabéis aquella vez que dije que nunca diría las mismas frases de mi madre, me abrí un blog y me escribieron miles de personas para decirme que las iba a repetir? También está la vez que dije que cuando fuera mayor jamás iba a comer gambas porque eran asquerosas. O que el vino tinto sabía como chupar un hierro. Y la vez que dije que en cuanto me independizara iba a tener un perro, o que a los 27 años iba a estar retirada, bueno, y la vez que dije que yo nunca me pondría pantalones pitillo. En fin, si es que esta boquita me pierde.

Pues nada, que una vez más, la vida viene a contradecirme y el sábado firmo. Ya tengo preparadas hordas de amigos para que hagan cuatro veces la cola. Y mi madre va a venir. Eso sí, de incógnito. Solo me va a mirar de lejos, a través de un periódico agujereado, con peluca y gafas de sol. Ha prometido incluso no saludarme, aunque estoy por llevar el pelo suelto, que sé que no se va a poder aguantar y acabará viniendo a apartármelo ella misma de la cara. Yo no sé si pasaré mal rato, pero solo por ver a mi madre en plan Inspector Gadget creo que merece la pena.

Bueno, y también por si venís algunos de los de siempre. Ahora, las presentaciones pueden ser finas: Hola, yo soy “la nena”, pues yo soy “esto es para una que lo quiere así”, ay yo soy “pseudosociologa”, pues yo “peinetapintxomonillo”, pues yo “Mi alter ego”, y yo “Amanda Jones”, “Yolandica” y “Tarariro”, “Irene y Umpa Lumpa”, “Opiniones Incorrectas”, “Arare 75” y yo “nosoyñoño”. Eso es para verlo. En serio, tiene pinta de convertirse en la conversación más absurda de la feria. Y todo esto, imaginando que mi madre me espía desde lejos con peluca pensando:

- ¿Por qué se habrá puesto esos vaqueros? Con lo mona que está con el vestido que le regalé yo. ¡Y encima deshilachados! Lo hace para fastidiar, porque ya me dirás. Pues ya se lo tengo dicho, no hay una segunda oportunidad para dar una buena primera impresión. ¡Qué castigo de hija!

Ay infeliz…. Esta boquita me pierde. ¿Para qué me miento? Iré exactamente con el vestido que me regaló ella que me da una pinta de ñoña… Por favor, no seáis duros con la primera impresión, en realidad, nos conocemos desde hace mucho. O casi. Será fácil reconocerme, seré la morena repeinada algo cursi que sonríe con cara de agobio y piensa: por favor, que venga alguien, por favor que mis amigos solo tengan que pasar 4 veces, con solo 4 me conformo.

PD. Pamploneses (que no pamplonicas, esto ya lo hemos explicado) también firmaré en Pamplona, el día 9 de junio a las 19.00 horas en la feria en la Plaza del Castillo. Mis amigos forales que vayan pensando ya en hacer cola. Varias veces.

lunes, 7 de mayo de 2012

La nena de promoción


El sábado fui la noticia más leída de El Mundo.es. El mundo está loco. El periódico y el otro, el que está lleno de gente. Lo que me tranquiliza es que la segunda noticia más leída era “Sobrevive tras entrarle un rayo por el escroto”. Esto me pone en mi lugar. Sobre todo, para todos esos que andan pensando que mi libro es un libro serio. A ver, mi libro es una tontería y esto puede ser fantástico. Al menos para mí. Hay gente que escribe tratados sobre economía. Yo he escrito mis batallitas infantiles. ¡Y me las han publicado! ¡Planeta! Ya he dicho que el mundo está loco.

A lo que iba. Yo no sabía que a los medios les iba a interesar tanto el libro. Ni siquiera Planeta lo sabía, porque muchos me habéis escrito diciendo que se ha agotado, y esto me jode, porque yo me quiero hacer rica y si no hay libros que comprar, yo sigo pobre. Y como no me forre después de haber armado este lío, mi madre me mata. Con razón. Mi madre, la santa drama mamá, está al borde del colapso. Solo le salva que su amiga Maricristi está con ella y le ayuda a gestionar todas las llamadas que recibe en la que le dicen: “la nena está en la tele” “he oído a la nena en la radio” “¿por qué la nena anda hablando de tener hijos? Si no está casada”. En fin. Ahora, que ella me ha dicho que la casa en la playa es a medias. Tiene razón. Y solo por el humor con que se está tomando toda esta historia, merece un altar. Ella me dice qué debo ponerme para cada entrevista. Yo no le hago ni caso. Ella me regaña. Y nos reímos. Así es la vida. Uno tiene que reírse incluso cuando faltan las ganas. Y de esto, sabemos algo.

El caso es que esta semana me han pasado cosas increíbles:

- Pedro Piqueras ha dicho “drama mamá” en un telediario nacional.

- Me he tomado un café con Isabel Gemio. Bueno, ella una manzanilla.

- He dicho a todo el país en un informativo de máxima audiencia que mi madre me había obligado a recogerme el pelo para la entrevista. Con 33 años.

- Me han preguntado 3 veces, en serio y en directo, si lo negro del plátano está buenísimo. Y he tenido que contestar. Entenderéis que salga medio muerta de la risa en todas las entrevistas.

- Juan Ramón Lucas me ha dado dos besos y me ha dicho que le gustaba mi libro.

- Pilar Tabares me llamó Ainhoa tres veces y me regañó por meterme con mi madre. Todo en directo. Luego entró al estudio una chelista llamada Ainhoa que no entendía qué nos hacía tanta gracia.

- Hilario Pino me ha ganado a pelazo en nuestro duelo.

- Me han dicho que no debo hablar de maternidad sin tener hijos. Esto ya lo sabía. Por eso no hablo de maternidad, hablo de ser hija.

- La tele vino a mi casa y tuvieron que pasar a la cocina porque me estaban entrevistando en directo en una radio en el salón. Pasaron a esa cocina a la que le dije a mi novio: “bah, no hace falta que barras que pasarán directos al salón ¿para qué van a entrar en la cocina?”.

- Carles Francino me ha hecho preguntas, ¡a mí! (¡Carles!)

- Me han llamado Puta (sí, mami, puta) porque debe haber alguien que tiene escrito un guión con frases de madre. Lo siento. Ya sé que el tema no es muy original. Es más, confieso que todas las frases las he copiado de mi madre, pero las batallitas son mías ¿eh? Mis cicatrices dan fe.

- He consumido unos 60 cafés en 5 días.

- Me han dicho que no creo en la igualdad de género porque solo hablo de mi madre. Me entró una risa espantosa. Casi me ahogo. Creo que era culpa de tanto café.

- Mi libro ha sido número 1 en ventas en Amazon.es

- Una peluquera de Telemadrid me regañó por mi peinado, me sentó en una silla y me hizo unas ondas que hubieran vuelto loca a mi madre, en 5 minutos. Y luego yo me tiro hora y media en casa para que mi madre me diga que si me han peinado los gatos.

- Una maquilladora me pintó unos coloretes que los de Heidi a mi lado parecerían discretos pero todo el mundo me decía eso de: “Es que con los focos no se nota”. Como soy imbécil les creí. No he querido ver el programa. Por si acaso.

- Se me han declarado dos hombres que no conozco por Facebook.

- Me han preguntado 3 veces por los hijos que no tengo.

- Me senté en la misma silla que Ana Torroja en el programa de Marta Robles, mientras yo solo me concentraba en no caerme, no toser, no decir tacos, y sonreía con cara de panoli total y pensaba esa cosa absurda de “¿A cuál de estas 6 cámaras tengo que mirar? No digas tacos nena, que tu madre te mata”.

- Me han escrito más de 15 amigas del cole, 3 ex vecinas, y dos ex jefes. Bueno, y una persona que me odiaba.

- Me han llamado hija desagradecida. Varias veces. Lo siento mamá, si yo te quiero mucho… Es que se me ha ido de las manos.

- Me han llamado pamplonica 15 veces. Soy pamplonesa, pamplonica es el chorizo.

- He tenido una persona que me llevaba la agenda de medios, Fátima, es una persona canaria muy maja. Pero lo increíble es que yo haya tenido agenda.

- El jueves solo pude mear una vez en todo el día.

- He oído más de 1000 veces eso de: ¿y cómo no se le ha ocurrido a nadie esto antes? Pues parece que sí, que hay alguien con un guión parecido.

- He hablado 305 veces con mi madre por teléfono en cuatro días. Hemos gritado en 304, llorado en 303 y celebrado en las 305. Casi nos meamos de la risa en 2 de ellas, después de que su amiga, Maricristi, le haya dicho a dos libreros que ella es la madre de la autora y le hayan llamado “LA DRAMA MAMÁ”.

- Me han pedido en 7 ocasiones que ella entrara en directo a lo que siempre ha respondido que me mata. Le creo.

- Mi hermana y su marido estuvieron conmigo en la radio mientras ella me ponía caras de: “Ni se te ocurra decir que soy tu hermana y que me toque decir algo, te mato”. También le creo.

- Me han apellidado Espunce, Aszunce, Aspunce, y una vez Peunce.

- Me han dicho unas 32 veces que soy más guapa, normal y menos tullida de lo que imaginaban. Es una suerte.

- Le he dedicado a mi madre la canción de Mediterráneo en la radio.

- Me han llamado inconsciente. Esto me suele pasar casi todas las semanas, tampoco es tan increíble.

- Mi abuela, primas, tíos y tías me han hecho el mejor clipping de la historia. He recibido unos 600 mensajes de dónde salía y al momento. Incluso de entrevistas que no recordaba haber dado. Incluso vídeos grabando la tele. Cobertura familiar cien por cien.

- Me han dicho 300 veces que no me tomo en serio esto y las 300 he pensado: “¿Pero cómo narices me voy a tomar en serio la vez que mi madre y yo discutimos sobre si el suelo de su casa se puede chupar?”

- He dedicado 7 libros.

- Me he equivocado dos veces con mi edad.

- Y ¿ya he dicho que Pedro Piqueras ha dicho “drama mamá” en el telediario?

Lo dicho, el mundo está loco.