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jueves, 24 de noviembre de 2011

93. Nena, bien peinada y bien planchada, que nos conocemos.

Esta semana me han cambiado de trabajo. En mi anterior departamento la gente llevaba ropa puesta. Ya está. En el de ahora se visten: mucho, muy variado, y muy estiloso. Vamos, muy poco yo. Yo tengo 3 botas, un par de zapatos y unos 7 vestidos por temporada, uno para cada día de la semana y alguno con agujeros. También lo que tengo es algo de daltonismo según mi madre, que no me ayuda mucho a encajar en la definición de estilosa. Así que cuando le expliqué el cambio de puesto, ella no me aconsejó prudencia con mis jefes, generosidad con mis compañeros, y eficacia, no. Ella fue a lo importante:
- Nena, tú llegas puntual, bien peinada y bien planchada, nena, sobre todo eso, que nos conocemos.
Para que os hagáis una idea si mi madre pilla al diseñador que dijo eso de “la arruga es bella”, le plancha la cara a bolsazos.
- ¡Pero qué tontería es esa! Nos estamos convirtiendo en unos vagos. Eso es lo que pasa. Y un poco sucios también. Lo más importante en la vida es tener pinta de aseada.
- Mamá pero yo me ducho todos los días.
- ¡Hombre solo faltaba! Es que tienes unas cosas. Es que si me entero yo de que no te duchas… No me hagas pensarlo, no me hagas pensarlo. Hazme caso nena, no solo hay que ser aseada sino parecerlo. Y tú con ese pelo encrespado, pues ya lo tienes más difícil. Que te lo digo yo. Y las rubias se pueden permitir llevar flequillo pero ¿tú? ¡tú solo puedes llevar coleta! Que te lo tengo dicho. O cortico, a lo chico, como cuando eras pequeña. Bien retiradico de la cara. Anda que no estabas mona ni nada, y con una pinta de limpia que daba gusto verte.
- Pero qué culpa tengo yo de ser morena…
- Ninguna nena, ni yo tampoco. Nos viene de serie. Pero mira yo me puse una diadema y hasta hoy. Que yo no sé porque tú hermana y tú le tenéis tanta tiña a las diademas, con lo cómodas que son. Y te queda todo el pelo colocado. No como ese matojo que llevas tú en la cabeza. Que no te peinas. Tiene que ser eso. Porque hay peluqueras que se tiran horas para conseguir la mitad de volumen en un cardado que lo que llevas tú.
- Mamá…
- Ni mamá, ni ocho cuartos. Y te planchas la ropa. Toda nena. ¿Me estás oyendo? Que me estoy acordando del día que te pillé que solo te habías planchado los cuellos de la camisa…
- ¿Ya estamos otra vez con eso? Que llevaba un jersey y no se veía.
- Calla, calla, calla. ¿Y si te pasa algo, que tú eres muy de lipotimia, y te quitan el jersey en tu primer día de trabajo y vas hecha una sucia? Nena, se plancha todo, también lo que no se ve. Sí, las bragas también. Que nunca se sabe. Y nada de trasnochar. Te me vas ahora mismo a la cama para rendir mañana. Que no está el trabajo como para perder uno. Ya me has oído.

Consecuencias del consejo:
Primera consecuencia: yo tenía una imagen un pelín distorsionada de mí. Creía que era afro. Luego descubrí que eso era un pelín exagerado cuando le dije a mi peluquera brasileña negra de pelo ensortijado: “Nosotras es que sufrimos mucho para alisarnos”. Y ella con esa gracia brasileña que, bueno, que no me hizo ninguna gracia me dijo: “Niña, tú lo que tienes es mucho pelo, fosco, grueso y rebelde. El mío solo es rizado”.
Segunda consecuencia: cambio radical de peluquería y una ligera aversión por la bossa nova.
En la adolescencia soporté la toga. Aquello que te ponías todo el pelo para un lado y la toalla como turbante, y luego al contrario. Que imagino que a las niñas que tiene el pelo finito les iría bien pero, en mi caso, me tiraba horas con aquello puesto porque yo tengo el pelo de tres personas. Dios es así, tanto calvo y yo tan sobrada.
Tercera consecuencia: con el peso de aquella toalla empapada viví años con tortícolis. Ahora digo tortícolis porque soy una persona adulta y con conocimiento, pero hasta cinco minutos que he buscado en google, yo decía torticulis, con u. ¡Qué cosas! Que ignorante puede ser la gente, no como yo.
Luego llegaron las planchas, ay, las planchas. A cambio llevabas el pelo electrificado que ibas enciendo las farolas a tu paso pero, oye, liso como una tabla.
Cuarta consecuencia: me pasé mi primer día en el trabajo estirándome el vestido y el pelo compulsivamente. Creo que mis compañeras se piensan que estoy en algún programa de adaptación social en el trabajo.

Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, solo os digo una cosa: que tengáis el pelo liso, por dios, que tengáis el pelo liso.

jueves, 19 de mayo de 2011

78. No te toques el pelo, que pareces un mono.

rincon-psicologia.blogspot.com
Ya sé que estáis pensando ¿cómo te tocas el pelo para parecer un mono? Pues, chico, yo pienso lo mismo. Que miro un mono, me miro a mí, y no encuentro ningún parecido. Así os lo digo. Pero ella no, ella lo ve clarísimo. Es más, incluso cuando no me toco el pelo, ella ve un mono en la tele y dice: “Mira nena, como tú”. Y yo me callo, porque me desconcierta. Bueno, realmente vivo desconcertada con mi madre, es otro de sus poderes.

Cuándo utilizaba el consejo:
Pues siempre. Y siempre incluye este fin de semana. Tengo 32 años, una carrera, un trabajo, soy independiente, responsable, educada… ¡Coño! Soy un lujo de hija, no hay más que ver Hijos de papa, los ninis, o callejeros. Yo quedo bastante bien a su lado. Digo yo. Pues a pesar de eso, mi madre quiere educarme todavía. La mujer no se cansa y si yo unto la salsa del pollo encebollado, pues me llevo un tenedorazo como dios manda. Si arrastro la silla, ahí que está ella para darme una colleja, si apoyo los codos, pues me mete un empujón para desequilibrarme, si pongo los pies en la mesa entra en estado de trance, con los ojos en blanco y da unos gritos que los del edificio de enfrente salieron a la ventana, que yo tengo la sensación de haber cometido la mayor herejía del mundo, y bueno, si se me ocurre tocarme el pelo…
- ¿Tienes piojos o qué? Porque eso es lo que pareces: una piojosa. Todo el día tocándote el pelo. Qué manía más fea. Te pienso atar las manos, a ver si se te pasa. Y tu hermana, igual. Ale, que no tengo dos hijas, tengo dos monos. Cualquiera que os vea. Que queda muy feo. Que yo no sé de dónde habéis cogido esa manía de tiraros del pelo.
Pues yo sí lo sé, de mi amiga Maite, que tenía una hermana que se tocaba el pelo. Y, ya sabes, la típica tontería de:
- Te has fijado alguna vez que tienes algunos pelos como picados, más rugosos que el resto- esta es mi amiga Maite, la culpable.
- Yo no tengo de eso- Esta soy yo, la súper inocente.
- Anda, mira, todo el mundo tiene. Te estoy viendo uno ahora mismo- súper, súper culpable- ¿Te lo quito?
- A ver…- Y hasta hoy.
Maite, Maite, Maite…
Y tú dirás, pues no es para tanto eso de tocarse el pelo. Pues mi madre diría que tú no tienes ni idea. Así que ha intentado todo tipo de técnicas:
- Nos ponía manoplas de cocina para ver la tele.
- Nos ataba los dedos índice y corazón para dormir.
- Nos cortaba el pelo al cero como tratamiento de choque. Sobre todo de choque contra el álbum familiar, porque hay que ver la pinta de refugiada que luzco en algunas fotos. Entre el corte de pelo y la ropa heredada de táctel con coderas me doy una pinta… Yo creo que si me vierais me dabais limosna. Mucha. Lo voy a pensar…
- Nos gritaba sin descanso (Bueno, esto no era mucha novedad, la verdad).
- Nos castigaba a pensar. (Tampoco era novedad, la novedad residía en que pensábamos con guantes, que nos daba una pinta como de mimos desubicados).
- Nos hacía trenzas tan tirantes que ríete tú de Nicole Kidman.

Consecuencias del consejo:
Tengo un poco de cara de sorpresa constante, porque las cejas se me han quedado ligeramente elevadas de semejantes trenzas. Parezco asustada siempre.
Segunda consecuencia: me voy a ahorrar un pastón en Botox.
A Maite en mi casa la miran mal. Con razón.
Tercera consecuencia: no me gustan las manoplas. Cada vez que veo a un niño con ellas pienso: pobrecico, qué habrá hecho.
Un día descubrí que esa manía tiene un nombre según los psicólogos: tricotilomanía. Y con mi cara de sorpresa habitual, más la sorpresa añadida, se lo dije a mi madre pensando que la palabra de un psicólogo serviría para calmarla. Ese mismo día descubrí que mi madre cree más en los kiwis que en los psicólogos: "Anda, anda nena, que te crees cualquier cosa. Que le ponen un nombre raro a un yogur y tú ya andas pensando que es el elixir de la vida eterna. Pues no nena, un yogur es un yogur, y tu manía, es la manía de un mono. Ya me gustaría ver a esos psicólogos con una hija como tú. Ya vas a ver como se cansaban de nombres raros". Así que, quinta consecuencia: no creo en las palabras largas. Todas me suenan a mentira. ¿Quién va a creer que colonoscopia es una palabra seria? Por no hablar de otorrinolaringólogo, vamos hombre, que no es serio.
Excepciones para utilizarlo:
Si los hijos aprenden lo que ven de sus padres, estamos jodidos futuros hijos míos. Pero, por favor, que no os vea la abuela, que tenéis la colleja asegurada.

jueves, 17 de marzo de 2011

68. Los mejores disfraces son los que te haces tú misma.

La nena
Ocho meses después me presento oficialmente: la niña de la foto soy yo. No creo que nadie vaya a reconocer a la adulta que soy en esa niña vestida de vieja así que, allá vamos, en plan kamikaze, esto es casi una salida del armario pero es que una imagen vale más que mil palabras, y esta debe valer, dos mil o tres mil millones.
Esa niña soy yo, y ese es el disfraz que mi madre eligió para mi primer carnaval. Otros que recuerdo con cierta, digamos, humillación son el de elefante, de judía ortodoxa, de basura, de código de barras, de su propia idea de Madonna...

Cuándo utilizaba el consejo:
Pues cada vez que me he tenido que disfrazar hemos pasado por eso:
- Mami la semana que viene tenemos que ir disfrazados al cole, y yo quiero ir de princesa.
- Bah, bah, princesas hay montones. Tú tranquila, ya vamos a pensar en alguno más divertido.
- Yo no quiero ser divertida, quiero ser una princesa. A Martita le han comprado uno súper chulo con diadema y varita. Quiero ese.
- Mira, nena, yo no me pienso gastar 3.000 pesetas en un disfraz para que, encima, todas las niñas vayáis iguales, que lo bonito de disfrazarse es que no te reconozcan y hacer como que eres otra persona. Ya vas a ver que con cuatro cosas que tenemos por ahí hacemos el disfraz más original del cole, que los mejores disfraces son los que te haces tú misma.
- Mami, que no quiero ser original, quiero ser una princesa.
- Que pesada eres, que te he dicho que no. Tú hazme caso que vas a causar sensación.
En eso tenía razón. Tendríais que ver mi álbum familiar.

Ella tiene una explicación para todos los disfraces que eligió para mí. A mí no me convence ninguna.
Vieja chocha:
- Mamá, vale que no me disfrazaras de princesa pero de ¿vieja chocha?
- Ay nena, qué risas nos echamos todos. Pero mira lo salada que estabas. Y no te reconocía nadie. Que te mandé a casa de tu tía a llamar a la puerta y no sé dio cuenta de qué eras tú. Ay, yo no podía aguantarme la risa. De verdad que casi me hago pis encima. Y anda que no estabas contenta, porque tú te pensaste que te habían confundido con una vieja chocha. Años estuviste pensando eso. ¿Por qué tú sabes que ella de lo que no se dio cuenta es de que eras su sobrina? No de que realmente fueras una vieja…
- Mamá, tengo 32 años.
Elefante:
- Ay nena, el mejor disfraz que has tenido. Si tenía hasta una polea para que tú solica te subieras y te bajaras la trompa. Pues anda que no me lo pidieron otros padres… Saladísimo era. Y anda que no costó coserlo y que aquello funcionara. Nadie iba como tú, la más original de todo el cole.
Por lo menos no se me veía la cara…
De judío ortodoxo:
- Pues no sé quién trajo ese casquete a casa pero chica, nos vino que ni pintado. Ves, esos son los buenos disfraces, con un gorrico y ya estabas saladísima, si lo de menos es la ropa.
Nadie ha confesado nunca quién regaló ese casquete a mis padres, porque como yo me entere…
De basura:
Tal cual. Cogió unas bolsas de basura, les hizo un hueco para que sacara la cabeza y me pegó mierda encima.
- Pero era reciclada, que lo dices así y parece que llevabas raspas de pescado y que olías mal o algo. Eran tetrabricks y papelicos, y cosas así. Graciosísima, bueno, ese año había una niña que iba de torera que casi te gana pero no, la más salada de todas tú. Y sin gastarnos una peseta nena, así es como tienen que ser los disfraces.

Consecuencias del consejo:
Qué os voy contar:
Ganadora absoluta a “la más salada” todos los carnavales.
Cenas familiares en las que mis primos se atragantan recordando las fotos.
El novio de mi hermana me respeta menos desde que conoció los álbumes familiares.
Cuarta consecuencia: estado de total histeria un año que los reyes me trajeron un disfraz comprado de Scarlatta O’hara, con su falda, su can-can, su vuelo, su chal, su pamela… Dormí un mes con aquel disfraz, incluída la pamela.
Quinta consecuencia, de adulta me he disfrazado de cualquier cosa, aunque a ella ya no le hacía tanta gracia:
-¿ Pero nena, de qué vas vestida con ese gorro de piscina?
- De marciana, mamá. ¿No ves las antenas?
- Nena, que tienes 25 años, ¿tú crees que los marcianos van mucho a nadar?
- ¿No estoy salada?
- No, estás más bien ridícula, no pareces un marciano. Y ya estás en edad de echarte novio, que con esa pinta lo dudo. Además ese gorro de silicona te va cortar el riego, y no andas muy sobrada.
Tenía razón, después de andar toda la noche por ahí, al quitarme el gorro me notaba el pulso en las orejas, durante dos semanas.

Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, mirad la imagen otra vez. Os pienso comprar el disfraz más chulo del mundo, de princesa, de súper héroe, de lo que sea. Vamos, que pido un crédito si hace falta.

lunes, 28 de febrero de 2011

64. Tápate la barriga que te vas a enfriar.

Todd Baxter
Yo de pequeña pensaba que las barrigas eran hipersensibles, y que si se te enfriaban era una auténtica catástrofe. A mí no hacía falta que me dijeran que iba a venir el coco, menuda tontada, a mí lo que me asustaba de verdad era un corte de digestión. Claro que yo me imaginaba que se me iba a partir en dos la tripa, tipo hachazo. Si, una niña un pelí gore.

Cuando utilizaba el consejo:
Tú piensas que lo lógico es que lo dijera cuando hacía frío...ay infeliz, esperando lógica de una drama mamá. Mi madre me lo decía cada vez que me veía la barriga. Voy a concretar un poco. Eso ni siquiera significa que la tuvieras al aire, noooo, eso significa que si se acordaba que eras su hija y no tenía otro consejo pendiente, te decía:
- Nena, tápate mejor la barriga que te vas a enfriar.
Que yo me recuerdo mirando mi barriga pensando: "¡Por dios! ¿De qué está hecha? Si llevo una camiseta interior, unas bragas de puntillas hasta debajo del pecho, una camiseta con felpilla por dentro, un jersey de lana que haría las delicias de cualquier esquimal, un pantalón de pana, un anorak de paño, bufanda, guantes y pasamontañas". Porque sí, yo fui niña de pasamontañas, pero de los que solo se te ven los ojos:
- Que por la boca se coge de todo nena, y las anginas son muy malas.
- Ya mamá pero no puedo hablar.
- ¿Pero tú qué vas a querer decir con lo pequeña que eres? De aquí al cole vas en silencio, repasando la lección, que seguro que te viene bien.
- Ya mamá, pero es que no oigo bien. Pues te agarras a la mano del abuelo y que él te lleve. Ya te lo he dicho, repasando la lección, la tabla del 7 que siempre te la inventas.
- Ya mamá, pero es que no puedo ver bien.
- Ya mamá, ya mamá... qué pesada eres. Que ves perfectamente, ¿o quieres que te tengan que operar las anginas? -yo negaba, por cansacio, problamente, porque ni idea de qué eran las anginas- pues eso, te vas con el gorro bien puestico.
- Pero es que tengo pinta un poco rara... Martita tiene un gorro super guay con una bola roja y orejas de conejo y el mío es como de ladrón.
- Ay por dios nena, que tienes cada cosa... El tuyo es mejor que lo hizo tu abuela. ¿O le vas a decir a tu abuela que su gorro no te gusta?
Chanteje, leches, eso era chantaje emocional en toda regla, y allá que iba yo, que solo se me veían los ojos, como un alma en pena, como una pequeña terrorista en pena, porque de eso era de lo que tenia pinta. Y aún gritaba:
- Y tápate bien la barriga que te va puede dar un corte de digestión.
Lo segundo más terrible que te podía pasar en la vida era que se te enfriaran los riñones. De ahí que fuera super necesario meterte la camiseta por las bragas, qué digo la camiseta, yo he llevado jerseys de lana gorda (sí de esos que picaban) remetidos por las bragas. Esto movilidad no te daba, te convertía un poco en una niña palo, ahora, que con tanto refajo y tan bien colocado eras una niña que rebotaba. Incómodo pero práctico.

Consecuencias del consejo:
Me siento salvaje si no me remeto la camiseta dentro de las bragas. Puro riesgo.
En agosto, duermo con la sábana por la barriga. Puedo estar desnuda pero necesito aunque sea un pañuelo en la tripa, si no, no cojo el sueño.
Consecuencias en mi hermana mucho más dramáticas: necesita pilas de ropa para dormir, también a 40 grados, no le sirven los edredones, necesita mantas que pesen, varias. Y varias veces hemos estado a punto de perderla por un golpe de calor durmiendo.

Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, prometo decirlo solo si hace frío y si tenéis la barriga destapada. Y si alguna vez os meto un jersey de lana por dentro de la ropa interior tenéis mi permiso para gritarme. Y para haceros un blog metiéndoos con vuestra madre, también.

martes, 22 de febrero de 2011

62. Te lo dije nena, te lo dije.

Este consejo me da pereza y probablemente sea el que más veces he escuchado, escucho y escucharé. Por lo siglos de los siglos, amén. Y sin lugar a dudas, es la frase que más me jode escuchar de boca de mi madre porque, la vida es así, ella siempre me lo ha dicho antes de que algo malo suceda.

Cuando lo utiliza:
Pues para joder, porque no me cabe otra explicación, siempre que algo me ha salido mal y con una coletilla que te termina de rematar normalmente acompañado de un refrán.
- Si suspendía un examen: "Te lo dije nena, te lo dije. Sabe el diablo más por viejo que por diablo y yo sabía que con lo poco que has estudiado te quedaban las matemáticas. Ahora que las dos sabemos que eso significa que estás castigada sin salir hasta... Encima no me tuerzas el morro que la tenemos. A buen entendedor pocas palabras bastan".
- Si volvía mojada a casa: "Te lo dije nena, te lo dije, que iba a llover y que te cogiéras el paraguas. Que en abril aguas mil. Pero tú te debes creer que eres impermeable. Pues no, nena, no, el don que te ha dado dios es la ubicuidad, que no paras quieta, pero, de momento, la lluvia te moja y te acatarra como a todos los mortales así que ya te estás comiendo una naranja que más vale prevenir que curar".
- Si me dejaba un novio: "Te lo dije nena, te lo dije, que así no ibas a ningún lado, que si somos modernos y yo puedo salir con mis amigas cuando quiera, irme de viaje sin pedir permiso, no llamarle en tres días. Pues no, nena, ni tan modernos, ni nada. Gota a gota el mar se agota. Y ale, para de llorar, que me pones nerviosa con tanto hipo".
- Si me perdían las maletas en un vuelo: "Te lo dije nena, te lo dije. Que te llevaras una muda limpia y un vestido en la maleta de mano, pero noooo, tú a tu aire como siempre. Hombre prevenido vale por dos. Y luego a llorar que te has gastado todo el dinero del viaje de fin de curso en bragas. Y no digas que era poco dinero. A París la niña, con 16 años, y que no tenía ni para tomar un café. Pero qué café ni qué ocho cuartos, a París, a tu edad, se va a mirar, que es muy bonito. Y no me digas que has pasado hambre que te cruzo la cara. Eso sí que no. Te metí mortadela para siete días, lo que pasa es que eres muy fina y no puedes comer todos los días lo mismo ¿no? Ah y que querías también Cocacola. Mira nena, lo que dan los grifos es agua, y eso bebemos nosotros. Habráse visto, y quítate de mi vista que aún te pongo a comer mortadela otra semana más, para que aprendas a hacerme caso que te lo dije nena, te lo dije, que esos de Iberia no tienen cuidado y les da lo mismo París que Moscú. Que tu tía Mari cuando fue de crucero, para una vez que se estira tu tío, le perdieron la maleta en Barcelona y todo el crucero sin ropa. Ella que se había llevado un vestido de gala para la cena con el capitán... Pues en pareo tuvo que andar 15 días, porque ¡lo qué valen las cosas en esos barcos! Que ya le dije yo que no lo entendía, que una falda es falda en el mar y en la tierra, pero como no tienes otro remedio, pues ellos ponen el precio que quieren. Y cada vez que hacían una visita a un sitio a correr a ver si encontraban algún puesto más barato para comprar al menos bragas y calzonzillos y se perdieron todos los monumentos. Ahora, tú tía de los mercadillos del Mediterréno se lo sabe todo. Y total que llegaron a casa y la maleta traía la mismita ruta que ellos, pero les seguía tarde. Desde entonces yo siempre hago un petate con cuatro cosas para poder salir del paso. Y ya te digo que yo a un crucero no voy, vamos hombre, por mucho capitán que me pongan que...". En este punto he desarrallado lo que mi hermana y yo llamamos "el poder del click". Click y a pensar en mis cosas y ya no tengo ni repajolera idea de qué narices habla.

Consecuencias:
Odio los refranes, el refrañero español y la madre del que se inventó tanta frase tocapelotas, pero ¡No puedo evitar repetirlos constantemente!
Segunda consecuencia: cierto aire de niña envejecida cuando les decía a mis compañeras: "Más vale pájaro en mano que ciento volando".
Tercera consecuencia: aislamiento social no elegido, yo lo llamo así, otros prefieren llamarlo marginación. Cabrones...
Cuarta consecuencia: terror. Cada vez que dice: esa mayonesa se va a cortar, va a caer una nevada, te vas a coger anginas, tiemblo. Leche, es que siempre acierta. Aunque he empezado a dudar. Creo que la técnica es la siguiente: ella siempre piensa que pueden pasar las peores cosas, y cuando pasan, ahí está para recordarte que lo había dicho. Ahora, cuando todas esas pequeñas apocalipsis no suceden... ¿Quién se acuerda de que ella dijo que en el año 2000 se iban a estropear todos los electrodomésticos y que por eso no compraban tele nueva? ¿Quién? Pues yo, pero cualquiera se lo recuerda.

Excepciones para utilizarlo:
Me niego. Futuros hijos míos si os lo dije, estoy segura de que os acordaréis solitos cuando os tiréis una semana comiendo mortadela. De los escarmentados, nacen los avisados, ea.

lunes, 14 de febrero de 2011

61. Nena, como te caigas, encima te doy.

En defensa de mi madre aquí va el parte de accidentes de mi infancia:
Fracturas:
- Los dos brazos, juntos y por separado. Juntos: haciendo una voltereta lateral encima de una barra de un columpio. Por separado: haciendo el pino y peleando con un vecino.
- Los dos tobillos, por separado. Una vez jugando a saltarle a mi hermana por encima. Otra vez jugando al bote bote.
- Varios dedos de los pies. Siempre por correr dentro de casa...jodidos quicios de las puertas.
- La tibia y el tobillo en una misma caída. Haciendo un montón con hojas de los árboles un día de lluvia y jugando a patinar sobre ellas. Sí, patiné demasiado.
- Casi todos los dedos de las manos: baloncesto, gimnasia, fútbol, pressing catch con mi hermana...
- La rabadilla, en varias ocasiones. La primera me caí de una rueda de tractor, la segunda persiguiendo a un gato caí de culo en una mini sima y la tercera haciendo saltos cruzados en una colchoneta elástica, hasta que me choqué con mi compañera de saltos, y fui a parar con el culo en el centro, es decir, en la parte que no es para nada elástica sino un hierro duro con una colchoneta de un milímetro de grosor.
- Las dos palas de leche y una definitiva. Bici y patines las falsas, y tirándome de cabeza la definitiva, que en realidad, en mi caso fue poco definitiva, un año de definitiva, la pobre:
- ¡Pero qué narices has hecho! Un día me matas de un disgusto, y ya te estás tirando a la piscina a buscarla, que igual te la pueden pegar.
- Pero mamá que estoy sangrando...
- Pues habértelo pensado antes de tirarte como Tarzán. A ti quién te mandará. Nena, que no eres de goma, que te lo he dicho mil veces. Ahora toda la vida sin palas, por no hablar de la fortuna que me voy a tener que dejar en el dentista. Una hija mellada. Que te tires a por el trozo de pala, y tu hermana también, por dejarte hacer tonterías.
Un espectáculo en mi piscina que los niños todavía recuerdan. Y una cara atónita, la del dentista: "Pero señora exactamente qué quiere que haga con esto?".

Brechas: barbilla, frente, rodillas, dedo gordo del pie y brazo derecho.

Cuando utilizaba el consejo:
Siempre que veía peligro, bueno la verdad es que ella siempre veía peligro. Y yo nunca. Yo descubrí el miedo en la universidad. Así que he sufrido los accidentes más raros que se puede uno imaginar. Para que os hagáis una idea, una vez me clavaron un palo de esquí justo encima de las palas. Y no fue culpa mía, aunque claro, para rato mi madre me creía nada.
Si además sabía que cerca de mí iba a haber cualquier cosa con ruedas ella entraba en estado de histeria. "Nena no juegues con eso, bájate de ahí, aléjate de ese quicio, no corras, no saltes, no te muevas y suelta ese patinete que lo carga el diablo".

Consecuencias del consejo:
Múltiples heridas de guerra. Yo sigo teniendo piedras pequeñicas en las rodillas de algún derrape indebido que, por no decirle a mi madre que me había vuelto a caer, pues ahí se han quedado, de recuerdo.
Segunda consecuencia una fama inmerecida en el barrio que llegó a su esplendor un día que estábamos en los columpios de la plaza.
- ¡Nena! Siéntate en la ruleta ahora mismo.
- Pero mami que es más divertido así hacia atrás.
- Que te he dicho que te sientes que te vas a abrir la cabeza. Y esta semana no podemos ir a urgencias otra vez. Que ya me tratan de tú. Y acábate ese plátano ya, por dios, que llevas una hora para dos bocados.
- Pero mira mami cómo hago- y yo me ponía colgando de la barra central de la rutela con la cabeza mirando para atrás... Lo dicho, me creía inmortal.
- Nena, como te caigas, encima te doy.
Pero no hizo falta, un ligero desequilibrio y me hice una brecha en cabeza. Sangraba una barbaridad y mi madre, me arrastró a la farmacia de la esquina mientras repetía todo el rato el número de teléfono de mi padre como una letanía, yo callada, porque sabía que podía cobrar. Según entramos en la farmacia, dijo el número una vez más y se desmayó. Así que mi padre recibió la siguiente llamada:
- Mire, lo de la niña no es nada, un par de puntos, ahora, que lo de su mujer, ya no sabemos.
Lo dicho, a la boticaria, que era una cotilla, le faltó tiempo para irle con el cuento a todas mis vecinas.
Tercera consecuencia: mote familiar "La nena mercromina".

Excepciones para utilizarlo:
Encima de las leches que me he dado a lo largo de mi vida, lo único peor era pensar que encima me podía llevar un sopapo. Éste no pienso utilizarlo. Ahora, futuros hijos míos cruzad los dedos para que mi gen de la inmortalidad sea recesivo. Por dios, hacedme caso, tenéis que salir a vuestro padre.

martes, 11 de enero de 2011

54. Te voy a lavar la boca con jabón.

The Body Shop
Y a punto hemos estado más de una vez porque, para mi madre, cualquier cosa puede ser un taco.
Para saber qué considera ella un insulto asumible, sólo hay que verla conduciendo. Ella insulta, sí, aunque a su manera. Allí va ella, en su mini coche. Ufana, tranquila.
- Mira ese, mira ese. Van como locos. Yo no entiendo cómo les dan el carnet. Si yo fuera presidente del gobierno, ponía un límite a los coches y todo el mundo a 50. Ya vas a ver, nena, cómo no había tantos accidentes. Pero mira ese, casi nos da... ¡Ca.... (está casi a apunto, tú crees que va a decirlo, tú crees que por fin vas a oir a tu madre decir cabrón pero...) Caaaa...nelo, más que canelo.
Ahí está, su gran insulto, y pone cara de victoria.
- ¿Y ese? Ese se cree que esto es el París Dakar. Si yo fuera policía, me iba a poner fina a multas, que yo no entiendo qué hacen, porque en esta calle te pones todo el rato y conseguimos bajarle los impuestos a todos los españolesde de bien a base de multas a los locos estos. Pero míralo nena, aún me da, aún me da... Ma.... ( y tú casi estás rezando, que diga Mamón, venga mamá, tu puedes, dilo) Ma...meluco.
Te desinflas.
- Esto me pasa por ser mujer y conducir un coche pequeño. Cuando voy con tu padre, nada. Le respetan, pero a mí... Las que me lían nena. Como el otro día, que iba a aparcar, al lado de esa frutería que me gusta tanto, que lo tienen todo a buen precio y siempre me acaban regalando algo, que si unas patatas, o un racimo de uvas... Es que la frutera es tan detallista, así da gusto. No como el estirado del Mateo, toda la vida comprándole la verdura y ni un perejil nena, ni uno. Y en cuanto puede, te mete un melocotón pocho, que lo tengo que vigilar para que no me cuele una... Bueno, pues que veo que va a salir un coche y yo doy mi intermitente, porque yo señalizo lo que voy a hacer, como Dios manda. Empiezo a dar marcha atrás para dejarle salir al coche, porque yo soy educada como Dios manda, y coge otro, un jovenzuelo con un coche macarra y se mete. Ahora, que ya te digo, me bajé, le pegué en la ventanilla y le dije de todo. No le di un sopapo porque me estaban pitando los coches, que si voy tranquila, te digo que le doy un sopapo. ¡Hábrase visto! Ya le dije: "Ay si te viera tu madre". Pues eso a tu padre no le pasa, no. Y ese ¿a qué espera ahora?, ¿no ve que le estoy cediendo? Venga mi chico que te estoy cediendo...
- Mamá es que él tiene un ceda el paso...- esto le pasa siempre. Mi madre siempre hace Stop porque, mitad por educación mitad porque no se fía, ella siempre cede, por si acaso.
- Mira nena, tengo 30 años de carnet de conducir y nunca, repito nunca, he tenido un accidente. Así que no me des lecciones. Bueno, pues si él no se decide, voy a pasar yo.
Y esto también le pasa siempre, arranca justo en el momento que el otro coche, harto de esperar, arranca. Así que frenazo y me pone su brazo a modo de barrera, porque mi madre se debe creer que ella con su brazo es capaz de protegerme del embiste de un todo terreno, bueno, y de una manada de rinocerontes. Ella y su brazo poderoso... Y entonces, crees que sí. Ha llegado el momento en que tu madre por fin dice un taco. Se lo ves en la cara.
- Me ca...
- ¡Me cago en tu madre! Dilo mamá, díselo.- porque ya no te aguantas y te sale solo.
- Pero ¡qué dices nena!, ¿quién te ha enseñado a hablar así? Me cachis la mar, eso iba a decir. ¡Pero qué boca más sucia tienes! Como te vuelva a oir decir algo así, te lavo la boca con jabón. ¿Me has oído? A quién se le ocurre, nena. ¿Pero qué culpa tendrá la madre de ese desgraciado? Bastante tendrá ya la pobre mujer.

Consecuencias del consejo:
Disfruto de los tacos. Es que siento verdadera relajación cuando los pronuncio. Tanto tiempo sentada a su lado imaginando el improperio que iba a soltar y, nada, siempre cosas como: mameluco, canelo, ostriviri, mecachis la mar, gilipichis, en los días más salvajes.
Alguna escasa vez le he oído decir mierda y es una palabra de no retorno. Si mi madre me dice ¿pero qué mierda has hecho? Más me vale salir corriendo.
Una vez dije copón en mitad de una comida familiar y ahí sí que conocí su brazo poderoso, que casi me saca un pulmón del codazo. "Ya hablaremos en casa, nena, ya hablaremos tú y yo".

Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, hay que ser educado. No es necesario ir cagándose en la madre de nadie, pero algunas veces con un "ostriviri" no se consigue nada. Se dice "hostia" y os quitáis un peso de encima porque ojalá todo lo que os encontréis en la vida sean gilipichis, pero para vuestra desgracia, lo que hay es mucho gilipollas.
Uf... que a gusto me he quedado.

lunes, 20 de diciembre de 2010

51. Nena, hay que limpiar que viene la chica.


Ikea
Pues sí, en mi casa se limpia antes de que venga la chica a limpiar. Yo he intentando explicarle a mi madre que eso es un sin sentido pero, para qué mentir, jamás en mi vida he conseguido convencer a mi madre de nada.
- Pero nena, ¿qué va a pensar Maru si ve la casa sucia cuando venga? De eso nada. Sólo faltaba que fuera diciendo por ahí que tenemos la casa hecha un desastre. Nadie va a decir eso de nosotros, nunca, ¿me oyes? Nunca. Así que limpia el baño.
- Pero mamá, ¿tú para qué le pagas?
- Para que limpie nena, pero un poco por encima, que tampoco hace falta que llegue aquí y esto parezca una casa de sucios.
- Pero mamá, si yo soy capaz de chupar este suelo y tan traquila.
- Tú porque eres muy liberal, eso pasa. Qué vas a chupar tú el suelo ni nada, te suelto un sopapo como te vea. Chupar el suelo dice, pero ¿qué te crees que somos hippies? (Lo siento hippies del mundo, sois el peor colectivo para mi madre después de los drogatas)
- Ay mamá era un decir...
- Un decir, un decir... Cómo te oiga cualquiera diciendo que chupas el suelo... El suelo no se chupa nena, no se chupa, ni se dice que se chupa si se quiere ser una persona normal. ¿Qué habré echo yo para tener un hija como tú? No lo entiendo. Y te coges esa escoba que está apunto de llegar Maru y quiero que la casa esté impoluta.

Consecuencias del consejo:
Maru es super feliz. Debe de ser la casa más limpia que limpia. Además mi madre no está acostumbrada a que alguien trabaje para ella y para no ser una empresaria explotadora, según llega Maru, le pone un café, y unos bollos, porque mi madre sólo compra bollos el día que viene la chica. Se sienta con ella y se tiran desayunando un rato. Y luego, como no sabe pedirle que se ponga a trabajar, se levanta ella y le dice:
- Maru, tú quédate aquí tranquila que yo tengo muchas cosas que limpiar.
Y Maru se queda tan tranquila, leyendo el periódico mientras mi madre trabaja. A las tres horas, mi madre le paga el sueldo, con una proponilla: "Porque es muy buena persona. Menuda suerte hemos tenido con Maru. Que me puedo dejar dinero en cualquier lado y ella jamás toca nada, que se te mete en casa una aprovechada y a ver qué haces, en cambio la Maru, la dejo tan tranquila" Ajá.
Y luego Maru se queda a comer, porque "Donde comen cuantro comen cinco, y esta gente lo ha pasado muy mal en su país, que se han cruzado un mundo para venir aquí. Además, nena, a los trabajadores hay que tratarlos bien, con sus pagas y sus dietas, porque eso es de gente de ley. Y yo no quiero que vayan diciendo por ahí que me aprovecho de nadie. Pobrecica Maru, con lo sola que está, y sin saber hacer cocido, que me lo dijo el otro día. ¿Nena te puedes creer que en Bolivia no se come cocido? Ni vainas, tampoco comen vainas. Yo le he tratado de enseñar a Maru a cocinarlas, pero claro, con lo del salto cultural, dice que le salen malas. Normal. Si yo tuviera que cocinar..., bueno lo que sea que comen allí, pues me saldrían mal. Aunque vete a saber, porque a mí la cocina se me da muy bien, que con una patata, un hueso y un puerro te hago un  guiso para seis. Así que igual aprendía yo a hacer sus platos. Pero ella, la pobre, no sabe. Así que le he hecho un par de tuppers, para que se lleve a casa y congele. También para una compañera de piso que tiene que es marroquí, las pobres". Lo dicho, Maru es super feliz y, en mi casa, cada vez que viene limpiamos y cocinamos como si viniera el rey. Ya es una más de la familia. No te digo más que le ponemos zapato la noche de Reyes.

Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, que alguien limpie tu casa es un auténtico lujo que la mayoría de la gente no se puede permitir. Si alguna vez podéis contratar a alguien, disfrutad de ello sin tensión. Eso sí, tratádle al menos con la mitad de cariño que nosotros le tenemos a Maru. Y nada de chupar el suelo, que os estoy viendo... Y ésta no es la casa de mi madre, no os vayáis a pillar cualquier cosa.

lunes, 13 de diciembre de 2010

50. Nena, cuando te vayas, apaga los fuegos.

Bloogpress
Yo esta frase no la entiendo. En serio.
Primero: lo dice como si yo tuviera los fuegos encendidos todo el rato. Como si los fuegos, fueran las luces.
Segundo: me lo sigue diciendo. Tengo 31 años y nunca, repito, nunca he quemado una casa. Pero mi madre piensa que siempre estoy a punto de hacerlo.
Tercero: ¿qué fuegos? Si yo a penas cocino y como mucho enciendo uno para hacer pasta.
Cuarto: lo dice siempre que nos despedimos, como quien dice adiós. También por teléfono, que yo lo mismo no voy a salir de mi casa, pero ella, ante el miedo de que le prenda fuego al edificio, me lo dice: "Nena, cuando te vayas apaga los fuegos".

Consecuencias del consejo:
Pues, clarísimamente, siempre creo que me los he dejado encendidos. No hay como pensar si has apagado algo para que te entre la duda. Y si estoy en casa de mis padres, soy capaz de volver a comprobarlo compulsivamente, 300 kilómetros soy capaz de volver, aunque no haya cocinado. Porque, ¿te imaginas que un día se me olvida y prenden? ¿Te imaginas lo que tendría que aguantar? Pues yo sí, me hago a la idea perfectamente, y siento escalofríos sólo de pensarlo, en realidad me muero un poco sólo de pensarlo.
La segunda consecuencia es una inseguridad constante a producir una catástrofe, inundación o incendio. Vivo en tensión. Porque está claro que si tu madre es capaz de repetirte durante 31 años, unas 300 veces al año, que apagues los fuegos, la plancha, cierres los grifos, quites el gas y cierres la puerta, cada vez que se despide de ti, insisto CADA VEZ QUE SE DESPIDE DE TI, eso es que tu madre ve algo en ti que se te escapa, algo así como la capacidad de destruir el mundo.
Tercera consecuencia: cuando regreso a casa voy pensando "Por dios que no se haya quemado, que no se haya quemado, que mi madre me mata".
Cuarta consecuencia: yo veo un bombero y disimulo, como si hubiera hecho algo malo y estuviera a punto de pillarme.

Excepciones para utilizarlo:
Ninguna. Me niego a cargar a mis futuros hijos con el peso de producir un apocalipsis en cualquier momento. Ahora, eso sí, no sé cómo voy a hacer yo para fiarme de que los apagan porque ¿te imaginas que se les olvida? ¿Te imaginas que se los dejan encendidos y me queman la casa? Mi madre me mata.

jueves, 11 de noviembre de 2010

45. Es por tu bien, nena.

En mi casa no había tele cuando era pequeña. Bueno, miento, había una en blanco y negro pequeña, pequeña, que según mi madre sólo funcionaba de vez en cuando. El cuando era justo a las 3 y a las 9: a la hora del parte. El caso es que crecí sin tele. A mi madre la tele le parecía una absoluta y rotunda pérdida de tiempo para los niños:
-Ni te abriga, ni te alimenta, ni hace que estudies. ¿Para qué perder el tiempo con ella? No sirve para nada, nena. Abre un libro, corre. Que en los libros siempre dan aventuras buenas y además te las imaginas como tú quieras, que es mucho mejor. En la tele todo es muy aburrido y en dos colores. Además hace tontos a los niños y yo para mí, quiero una niña listísima.
- Pero mamá, todo el mundo tiene tele. Y la tele de Martita lo da todo a colores.
- A mí lo que haga todo el mundo me da igual. Yo no pienso dejar que mis hijas vean los sinsentidos que dan por la tele, que cada vez esta peor, y tú eres muy influenciable, que digo "Jesús" y tú estornudas. Y si quieres colores, miras por la ventana, que hay muchos. Hazme caso que es por tu bien, nena.

Consecuencias del consejo:
Te conviertes en una niña fuera de tu tiempo.

Yo no echaba de menos la tele porque es imposible echar de menos algo a lo que no estás acostumbrada. Tú vives pensando que todas las familias son como la tuya, y que las mejores aventuras las dan en los libros. Pero creces, te relacionas y en el patio juegan a un juego que se llama V y todas las niñas quieren ser Elisabeth la niña de las estrellas, y todos los niños quieren ser Donovan, y como tu aislamiento te hace débil acabas siendo Diana (pronunciado Daiana). Que realmente no te importa, porque no tienes ni jodida idea de quién es la tal Daiana porque estás terriblemente concentrada en adivinar porqué ahora todos los niños juegan a comerse ratones. El caso es que te mueves por el patio con cara de "¿Nos hemos vuelto locos niños? ¿Qué ha pasado con el apasionante Escondite o el siempre sorprendente Bote-bote? ¿O ese relajado y contructivo juego llamado El burro?".
- Los niños se van a la cama con Casimiro. Tú piensas que por qué Casimiro no tiene nunca tiempo de pasar por tu casa para llevarte a dormir, que seguro que es más agradable el señor Casimiro que tu madre a grito pelado gritando que apagues ya la luz si no quieres enterarte de lo qué significa estar cerca de la muerte en un plis plas.
- Los niños gritan "el de Tulipán" cada vez que ven un helicóptero. Tu sonríes y haces como saludas al señor ese de Tulipán al que tampoco tienes el placer de conocer.
- La gente pide, para reyes, Botibotas, tú por si acaso también. Total, te van a traer un puzzle...
- Pero lo que más me sorprendió fue el fenómeno del fútbol. Estaba pasando la tarde en casa de Martita cuando su hermano Juan empezó a llorar porque su equipo de fútbol había perdido. Oye, se abrió el mundo ante mis ojos: ¿El fútbol no era sólo un juego del recreo? ¿Qué nivel tenía el futbol frente a mi amado Escondite para que Juan llorara por perder? ¿Daban también El Escondite por la tele?

Llegué a casa y formulé exactamente esas preguntas a mis padres. Conmocionados, me regalaron una tele en color. Bueno, quien dice me regalaron, dice compraron una para el salón. Bueno en realidad, utilizaron todas las pagas que yo había recogido en la primera comunión y que se supone que eran para estudiar una carrera y compraron la tele.
- Nena, es por tu bien. Dudo mucho que llegues a la universidad si seguimos por este camino.

Excepciones para utilizarlo:
La frase es una mierda y no tener tele de pequeña más. ¿Sabes la típica conversación en el curro en la que alguien dice "Os acordáis de aquella canción de Barrio Sésamo..."? Pues yo no me acuerdo, nunca. Así que futuros hijos míos, ésta nos la vamos a saltar. Y damos por hecho que todo lo que yo haga por vosotros será por vuestro bien. Para eso habéis salido de mis entrañas o de un larguísimo y carísimo proceso de adopción, que es aún peor.

lunes, 4 de octubre de 2010

38. Nena, los pantalones tienen que llegar a la cintura.

- Nena, los pantalones tienen que llegar a la cintura. Por eso, la parte de arriba de los pantalones se llama cintura. Donde se pone el cinturón ¿Ves como es muy fácil de entender? Las palabras lo dicen bien clarito. Si hubieran querido que tú llevaras los pantalones a la cadera, esa zona se llamaría cadera. Pero no, no, no... Se llama cintura y es exactamente ahí donde te tienen que llegar los vaqueros.
- ¿Si hubieran querido quienes?
- Dios y los inventores de los pantalones. Y como digas una palabra más nena, este año te pagas la ropa tú. Que te estás volviendo muy respondona, muy respondona. Y hortera. También te estás volviendo un poco hortera.

Cuando utilizaba el consejo:
Invariablemente este consejo viene justo después de cogerme de los pantalones cuando los llevo puestos y meterme un tirón hacia arriba. Es ligeramente doloroso y absolutamente irritante, sobre todo a los 31 años.
Primero, el tirón, y luego:
- De verdad que no entiendo esa manía de llevar los pantalones bajos. No te favorecen nada nena. El cuerpo de la mujer está hecho para ceñirse en la cintura, CINTURA, y el hombre en la cadera, CADERA. Te lo repito así despacito, porque parece que a ritmo normal no te entra. ¡Pero si te marca todos los cuadriles! Porque tú eres flaca pero eres mujer de cuadriles. Pero noooo. Ahora llega la moda y todas como tontas a deformaros la silueta. Porque ese corte te deforma la silueta. Sólo yo te digo la verdad. Tus amigas te dirán que vas monísima. Seguro. Pero yo soy tu madre y estoy obligada a decirte la verdad: pareces un palo.
- Mamá, no tienes ni idea de lo que se lleva- le decía yo a los 15 años.
- Ni falta que me hace, nena. De toda la vida de Dios, los cánones de belleza son los que son. Básicamente porque la cintura está donde está. ¿Lo entiendes?
- Los cánones también cambian.
- Pues no nena, los cánones son para siempre. Si no se llamarían modas, y si fueran como esta moda de llevar los pantalones por la cadera se llamarían modas de mierda.
- Mamá, has dicho mierda...
- Y poco me parece. Que viene un tarado y dice que lo que se lleva es ponerse una gallina en la cabeza, y ale, todas corriendo a comprar vuestra gallina.
- Pero mamááá... Todo el mundo los lleva así.
- A mí lo que haga todo el mundo me importa un pepino. Yo no te pienso pagar esos vaqueros, pero si se te ve toda la tripa. Una fulanilla es lo que pareces. Por ahí no paso. ¡Una hija mía vestida como una fulana! Cuando tengas tu dinero te compras lo que quieras, mientras tanto elijo yo.
Vale, mamá, el dinero era tuyo. Pero a los 31 años sigues tirando de mis pantalones y explicándome la diferencia entre cadera y cintura. Lo entiendo, pero no quiero parecer el Cachuli. Es una decisión personal.

Consecuencias del consejo:
Leves. Quitando que hasta los 18 llevaba pantalones sobaqueros por lo que he tenido que quemar tres albumes familiares.
Cierta desorientación en mi madre: "Nena, ¿no había fotos del viaje a Nerja? Es que no las encuentro. Para mí que teníamos una foto los cuatro en la puerta de las cuevas de Nerja en las que estábamos todos muy bien. Tu hermana con ese vestido con babero que le quedaba tan mono. Chica, la recuerdo perfectamente, pero no hay manera de encontrarla".

Excepciones para utilizarlo con mis hijos:
Espero con toda mi ilusión que no vuelva la moda cachuli, por vuestro bien, el mío y el las futuras generaciones. Eso y los pantalones nevados, por favor, que no vuelvan los horribles pantalones nevados.

PD Han vuelto!!!!!! ¿Pero cómo es posible? Buscando la imagen para el post he visto miles de bloggers de moda vestida igualitas que yo en las cuevas de Nerja. Es el jodido apocalipsis de la estética. Lo llaman vintage. Por mucho nombre francés, esos son los mismos pantalones que yo di a la Parroquia. Ya estoy oyendo a mi madre: "Si ya te lo dije nena, lo que es bonito, es bonito ahora y con los romanos".

martes, 14 de septiembre de 2010

35. Un drogata suicida no es decorativo, nena, una planta sí.

Mi madre utiliza la palabra drogata como adjetivo: pantalones de drogata, pelo de drogata, zapatos de drogata. La otra palabra perfecta para definir mis gustos es pilingui. Y si algo es de "drogata piligui sucia", olvídate. Ya puedes ir tirando a la basura lo que sea que cuadre en esa clasificación porque no podrás soportar oirla cada vez que te lo pongas. Te derrumba. Bueno, tiene que ver con un agotamiento tipo al que debe sentir alguien que sube al Himalaya. O eso imagino la 304 vez que le oigo decirme: "Nena esa falda es horrorosa, te sienta fatal, es que no entiendo cómo pagas por algo así ¡Pero si eso es de pilingui drogata sucia! Y no me digas que es moderno. Que me tienes de las moderneces hasta las narices. Lo que es bonito, es bonito, ahora y con los romanos!". Y yo no puedo respirar, siento el mal de altura y me dan ganas de buscar un buen precipicio por donde tirarme.
Bueno, pues con 16 años, en plena rebelión hormonal, intenté resistir. El caso es que puse en mi cuarto un poster de Kurt Cobain. Me gustaba mucho y fue el único poster que he tenido de un cantante, actor, etc. Lo puse medio escondido porque veía la que se me venía encima, y se me vino. No quedaba muy normal, esa es la verdad. Digamos que no encajaba con las enormes hortensias moradas de mis cortinas (quien dice mis cortinas, dice las cortinas que mi madre eligió mientras yo pataleaba como una loca gritando:  mamá son de vieja, y de vieja cursi), ni con los cuadros de marinas, ni con las muñecas de porcelona, sobre todo no pegaba con las muñecas de porcelana, que por cierto me daban un miedo de muerte de pequeña.
Pero la nena pensó que tenía que defender su identidad y en aquel momento toda mi identidad residía en aquel poster. Ahora, que mi madre pensó que la guerra de los cien años iba a ser una tontá comparado con el asedio al que iba a someter a la nena.
Comenzó sin miramientos: "Un drogata suicida no es decorativo, nena, una planta sí. ¿Entiendes la diferencia? Voy a intentar explicártelo: Las plantas son bonitas, quedan bien con todo y están vivas, no como ese drogata de la pared. Te voy  poner otro ejemplo: un hortensia en una cortina es algo bonito. Por eso durante siglos, las hortensias han decorado los jardines reales. ¿Alguna vez has visto jardines con drogatas suicidas plantados? Nooooo, porque son feos. ¿Entiendes ahora la diferencia entre decorativo y feo? Te lo digo nena porque me parece que se te resiste el concepto".
Intentó seguir por otros caminos cuando yo no lo quité de la pared:
- Nena pues si quieres un poster, ponte el de un chico guapo, como ese de Los problemas crecen.
- A mi no me gusta y se llama Kirk Cameron.
- Ay qué gracia ¿en serio que eso es un nombre de persona? ¿Y por qué no te gusta? Si es muy guapo y tiene un pelo precioso, que se le ve que va a envejecer bien.
- Pues a mí me gusta Kurt Cobain y su pelo.
- Pelo escoba, eso es lo que tenía ese. Muerto y feo.
- Se ha suicidado porque sufría mucho... Tú no lo entiendes mamá.
- Yo sí que sufro mucho y no veo que pongas ningún poster mío en la pared.
- Y me encanta su música.
- Ah no, vale que te permita tener al drogata muerto en la pared pero que llames música a eso que pones, por ahí no paso. Serrat hace música, con sus letras bonitas y sus melodías, y no ese drogata que sólo hace griteríos y ruidos. Por no hablar de que Serrat está vivo.
- Mamá, déjame, es que no me entiendes. Nadie me entiende.

Vale, yo misma me caigo mal oyéndome y ni siquiera me parece guapo Kurt Cobain, creo que en realidad fue mi primera gran guerra. Perdí. Como le parecía muy triste el poster, le puso delante un jarrón con flores de plástico "Ay nena, para darle otro aire, de... no sé... ¿más vivo?".

Consecuencias del consejo:
Pocas. Grandes batallas durante toda mi vida ejemplificadas con : "Como cuando te dio por poner al drogata aquel  en la pared, que tú solica te diste cuenta que quedaba mal. Pues esto es lo mismo, me darás la razón. Al tiempo, nena, al tiempo".

Excepciones para utilizarlo con mis futuros hijos:
Por favor, por favor, que no os dé por el reggaeton. Lo que sea hijos, pero el reggaeton no.

viernes, 20 de agosto de 2010

30. Nena, como te caigas, vas a cobrar.

- ¿Voy a cobrar 100 pesetas mamá? (ajá soy de la generación de las pesetas y de los chistes malos).
- Mira nena, como te sigas haciendo la graciosa no te va a hacer falta caerte para cobrar. Y bájate de esa barandilla que te vas a abrir la crisma y luego vendrán los lloros.

Oye, dicho y hecho. Es que mi madre te dice algo tipo: ten cuidado con ese vaso que se te va a caer. Y al jodido vaso parece que le faltan segundos para estamparse contra el suelo. Y, por supuesto, que a mi madre le faltan menos segundos para decir: "Te lo dije, nena".
Yo creo que es un super poder de madres. En realidad, si ella no dijera nada, el vaso jamás se caería pero se cae, y vienen los lloros, y las crismas abiertas.
Crisma es una de esas palabras que no tengo ni idea de qué significa, supongo que cabeza, pero que sólo se la he oído a mi madre en dos variantes: romper la crisma y abrir la crisma (Segunda entrega del vocabulario de madre).
Y también está esa gran frase de madre: "luego vendrán los lloros". Tengo que confesar que durante años, para mí, los lloros eran unos seres tipo el coco, malvados, que iban a venir a castigarme por portarme mal. Descubrí lo que eran la primera vez que me abrí la crisma. La escena: yo llorando con una herida en la cabeza y mi madre:
- Te lo dije nena. A no, no, a mí con lloros no me vengas. Que te lo he dicho nena: bájate de ese patinete que tú tienes el mismo equilibrio que un calabacín, mejor tumbada. Pero noooo, tú ni caso: que mira cómo me deslizo, que mira que velocidad... Pues ala, ya lo has aprendido: la velocidad en la vida no trae nada bueno, nunca, y tú sobre ruedas, pues tampoco puedes traer nada bueno. ¡Pero si tenías 8 meses y todavía no te sujetabas la cabeza! Que las vecinas me decían que te pusiera collarín para que se fijara un poco el cuello, que no era normal. Y sí que quedabas un poco rara, así te has quedado, rara. Que ya es desgracia. Habiendo podido ser normal, normal, pues mira, nos ha tocado que seas rara.
Insisto: yo lloraba con una herida en la cabeza.

Consecuencias:
Puro y rotundo pánico cada vez que mi madre dice cosas tipo:
- Tú sigue así, que te van a echar a la calle en dos días- Oye, pues justo, fueron dos días y a la calle.
Le hago caso, al menos con las cosas básicas, le hago caso.
- Nena, si no sabes cocinar vas a morir sola.
A ver quién tiene narices de no hacerle caso. ¿Eh? ¿A ver? Vamos, que hago una paella para chuparse los dedos y estoy aprendiendo a desconstruir la tortilla de patatas. Bueno, para qué mentir, mis tortillas siempre son deconstruídas, jamás me cuajan. Joder, voy a morir sola.

Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, lo siento pero el consejo me importa un pimiento, lo que quiero son esos super poderes premonitorios ya mismo y decirme por las noches:
- Nena, como mañana eches a la primitiva, te van a tocar 20 kilos.
¡Y a vivir! que es lo mío.

lunes, 9 de agosto de 2010

28. Y si Martita se tira por la ventana...

Pues yo detrás mamá, porque soy un ser sin personalidad que cree que tirarse por la ventana es una opción como cualquier otra: ¿Seré abogada o arquitecta? Bah... No. Mejor me tiro por una ventana como Martita.
Mira, esta frase me ponía, y me pone, de los nervios. Digo "me pone" porque la frase sigue ahí para mí:
- Mamá, me voy a ir de viaje a México.
- ¡Huy nena a México! Pero si todos los días dan en la tele que matan gente. Decapitados, me parece. Ese no puede ser un país normal. ¿Qué haces tú en México? Que necesidad tienes con la de España que hay por ver. (Mi madre es muy de España).
- Pero que la zona a la que voy es para turistas y es muy segura. Hay mucha policía.
- Huy nena, donde hay policía es que se necesita, que tienes unas cosas... ¿A qué cuando tú vas paseando por Gandía no ves mucha? Porque es un sitio seguro, por eso no hay. Además ¿esos no son los de la gripe porcina?
- La gripe A, mamá.
- Pues eso, que lo mismo da.
- Pues no es lo mismo mamá, una la padecen los cerdos y otra las personas.
- Pues más a mi favor, ¿entonces dices que la gripe mortal de personas es mejicana?
- Mamá, eso fue hace un año y fue en todo el mundo y han demostrado que no era peligrosa.
- No claro, no, no era nada peligrosa. ¿Y quién lo ha demostrado? ¿No habrán sido los mejicanos? Nena, por favor, que tú eres de creerte cualquier cosa que ya lo hemos hablado.
- Ay Mamá, de verdad que es muy seguro y hay unas playas  preciosas.
- Huy playas preciosas, dice. En Valencia hay más de 100 playas con bandera azul, que han dado en la tele que es el mejor diploma que le pueden dar a una playa ¿las de México tienen bandera azul?
- No la necesitan, tienen el mar Caribe.
- Y Gandía el Mediterráneo, y una arena buénisima que no se pega, y no andan decapitando gente por la calle sin ton ni son. Que además en esos viajes a saber qué te dan de comer y luego te entran unas diarreas malísimas, y te quedas más delgada aún, que te lo he dicho, nena: tú más que flaca estás espiritual. Con la paella tan buena que dan en Gandía, y el fideuá, que me dijo tu tía Mari de un sitio estupendo para  tomarlo, un sitio limpio, limpio que te ponen manteles de tela, y si vas le dices que eres sobrina de la Mari, la del Teodoro, y ya vas a ver que te atienden de primera y te echan un montón de gambas en la ración.
Y justo en este punto, demostrado que la logica, la información y la racionalidad no funcionan es cuando yo digo:
- Mamá, Marta fue en junio a México y volvió encantada y no tuvieron ningún problema.
- Y si Martita se tira por una ventana, tú detrás.
Esto fue antes de ayer, 31 años que tengo, y Martita 1 hija y un trabajo como pediatra, y un marido serio que haría las delicias como nuero para mi madre. Pero ella sigue siendo Martita y yo un ser sin personalidad, y mi madre agotadora.

Consecuencias del consejo:
Le he mentido durante años, pero mentido con avaricia. En realidad, sólo 1 de las 30 veces que cree que he estado en Gandía era verdad. Fui una vez y me hice miles de fotos de recurso. Todos vivimos más tranquilos.

Excepciones para utilizar la frasecita:
Cuando Martita se tire por la jodida ventana.