Sí, tengo padre. Pero mi padre no es un drama papá. Es más bien lo opuesto. Voy a intentar ejemplificar por oposición su diferentes maneras de educar:
Cómo dar órdenes:
Drama mamá: "Nena, pon la mesa hoy antes de que lleguemos. Que tu padre tiene poco tiempo para comer y se le pone ese caracter un poco como torcido. Pon la vajilla de diario, ni se te ocurra poner la buena, que ya rompiste un plato la última vez. Y acuérdate de poner mantel. Que ahora la gente piensa que no hace falta, pero comer con mantel de tela es algo que no se debería perder. ¿Qué es eso de comer como en las tabernas? En mi casa se come como Dios manda: con mantel y servilletas de tela. Que lo que se aprende en casa, se hace luego. Y pon cucharas que hoy tenemos sopa. Mira a ver si hay cuatro iguales de las que tienen un lazo en la base, si no, te friegas una, que no te va a pasar nada. Y pon salvamanteles, que siempre se te olvida. ¿Me has oído nena?".
No drama papá: Mi padre no gasta palabras. Te deja un cuchillo encima de la mesa de la cocina y mi hermana y yo que ya conocemos su lenguaje subliminal sabemos que tenemos que poner la mesa. Listo.
Cuando nos llamaban a comer:
Drama mamá: "Nenassssss a comer. Mira que como tenga que ir yo. Que os he dicho que apaguéis la tele. Que os quedáis como embobadas, que parecéis dos zombis. No lo vuelvo a repetir: a comer ahora mismo o estáis castigadas un mes sin tele. A ver si así aprendéis a obedecer a la primera".
No drama papá: cortaba la luz general de la casa. No había tele. A comer. Listo.
Respecto a gastar mucho dinero:
Drama mamá: "30.000 pesetas de factura de teléfono. Nena, te vas a pasar la vida pagándome esta factura. ¿Me has oído? ¿Pero tu te crees que somos los dueños de Teléfonica? ¿Y de qué hablas? Si tienes 15 años, qué vas tener tú que contarle a nadie. No lo entiendo, de verdad. De qué hablas con tus amigas para gastar 30.000 pesetas si las acabas de ver. Pero, óyeme, una y no más. Tú al teléfono no te acercas. Me vas a matar de un disgusto. Pero qué te has pensado tú que eres hija de millonarios ¿no? Esto se va a acabar. Ya puedes aprender a comunicarte con Martita con tambores, porque lo que es la teléfono ni te acerques. Ya vas a ver cuando se entere tu padre".
No drama papá: Ese día cuando llegué a casa. La factura de 30.000 pesetas estaba pegada por fuera de la puerta, en el descansillo para recocijo de todos mis vecinos, con una nota de mi padre: "Piénsatelo antes de entrar". Listo. Yo me lo pensé, y me quedé en las escaleras llorando hasta que oí que se metían en la cama. Me colé sigilosa, bueno no tanto, porque mi madre vino corriendo y susurrando: "Te lo dije, nena, te dije que se iba a enfadar. ¿Has cenado algo? ¿Te hago una tortilla?". Ella se enfada mucho pero con la alimentación no se juega.
Sobre llegar tarde:
Drama mamá: "¿Pero qué horas son estas para llegar a casa? De verdad que no entiedo qué hacéis por ahi a estas horas. Y mira cómo vienes, con los ojos que da pena verte. ¿Qué has tomado? Algo has tenido que beber para traer esa cara. Que disgustos, por Dios, qué disgustos me das. Llevo toda la noche sin dormir, venga a dar vueltas pensando que te había pasado algo, y tú, tan tranquila, con la de violadores que hay. Yo no entiendo a la juventud de ahora. Yo a tu edad ya tenía hijos y no andaba por los bares, como una cualquiera. Ay, si hubieras tenido unos padres como los míos, otro gallo nos cantaría. Habrás cenado algo por lo menos, ¿no? ¿Te hago una tortilla?".
No drama papá: A la siguiente mañana: "Nena, a las tres de la mañana, a casa se llegada meada y cenada. Como vuelvas a armar semejante alboroto, te cierro con llave por dentro". Listo, porque tengo bien claro que me hubiera cerrado.
Sobre ponerme un pendiente en la nariz:
Drama mamá: "Estás loca nena. Eso es lo que te pasa. ¿Un pendiente en la nariz? Bajo mi cadaver ¿me oyes? Cuando vivas fuera de mi casa haces todas las locuras que te de la gana, pero mientras vivas bajo mi techo no te dejo que te agujerees el cuerpo. Lo que nos faltaba. Te mando interna. Palabra que te mando interna como aparezcas con un pendiente. ¿Tú has visto a alguien normal con un pendiente? No, no, no. Lo que tengo que aguantar. ¡Me estoy ganando el cielo contigo! Que castigo señor. Como se entere tu padre...".
No drama papá: "Si tu te haces un pendiente, yo voy a ir a buscarte al colegio todos los días con una pamela. ¿Vamos al practicante a que te lo hagan? Yo te lo pago". Oye listo. Se me pasó la idea.
Consecuencias del consejo:
Dadme mil enfados de mi madre frente a un mosqueo de mi padre. Yo me apaño.
Fobia a las pamelas y extraña relación mental entre los disgustos y las tortillas.
Excepciones para utilizarlo:
Son el equipo perfecto. Lo que le sobra a uno le falta al otro. Ojalá futuros hijos míos tengáis las suerte de tener dos padres que se equilibre tan bien, porque imaginaros que os tocan dos drama papás. Eso no hay ser humano que lo soporte.
domingo, 24 de octubre de 2010
lunes, 18 de octubre de 2010
41. Nena, abrígate que viene un frente.
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adn.es |
-Mamá, he oído en el parte que viene una ola de frío.
Y se le eriza la piel como si hubiera visto al mismo diablo. A mi madre, el cambio climático no le parece tan malo porque va a hacer más calor. Y los nórdicos le dan un pena que no puede:
- Esa pobre gente, todo el año con frío a punto de coger un resfriado. Qué horror. Nena, si alguna vez hay una tercera guerra mundial tú te vas para el sur, que bastante jodida es una guerra como para que encima pases frío.
- Mamá... Has dicho "jodida"...
- ¡Nena, por Dios! Que te estoy hablando de una cosa muy seria, déjate de tonterías. Tú te vas para el sur, que con calor, el hambre es menos mala.
Sí, esa es la peor pesadilla de mi madre: su hija malcomiendo y muerta de frío. Su propia versión del apocalipsis.
Ella vive la meteorología como si fuera una telenovela. Está completamente enganchada. Tiene termómetros dentro y fuera de casa, una pequeña estación meteorología y una figura de una pastora con una oveja que cambia de color en función del tiempo. Le tiene una fe absoluta. Incluso le pone velas cuando quiere que pare de llover. Así que ayer me llamó, y me dice:
- Nena, ¿has sacado los abrigos de invierno? Que la oveja esta azul, azul. Y eso es que mañana viene un frente.
- Pues chica, aquí hace 20 grados. He estado tomándome un café en una terraza en la calle y se estaba tan agusto.
- Tú siempre estás en la calle, ¿en casa no tienes café? Ya son ganas de gastar, luego vienen los lloros de que no tienes dinero. Pero bueno, tú sabrás, ya eres mayor para perder el tiempo y el dinero en lo que quieras. Ahora, si te da por seguir siendo una derrochona mañana, te coges un abrigo, que la pastora está azul, y he visto la estación y da descenso de hasta 7 grados, y ya me estoy notando yo en esta rodilla que viene lluvia.
Coño, yo no sé para que España se gasta dinero en el Meteosat, si con una llamada a mi madre les bastaba. Ella cree en los meteorólogos cómo la gente en los astrólogos:
- Yo es que he sido muy de José Antonio Maldonado de la 1, que me acertaba mucho. Y se toma esto en serio, no como el muchacho de La Sexta que hace bromas. El tiempo es una cosa muy seria como para andar con jueguecitos Muy modernos eso es lo que son. Y también me gusta una chica nueva que hay en la 1 que tiene pinta de limpia, y cuenta muy bien todo: de dónde va dar el viento en cada provincia y bien clarito. Que en algunos canales sólo hablan de Madrid, y en provincias también nos enfríamos, y pillamos la gripe. Y más aquí, que un día te pilla el viento norte y te da un aire que te paraliza la cara. El de la Ser, ese que tiene nombre de mujer mayor, Florenci, ese, pues me hace gracia. Es demasiado optimista pero, chica, cuando se acerca el fin de semana sólo tengo ganas de oír buenas noticias, y llámame loca, pero le hago caso, y me acierta bastante, aunque ya te digo es muy optimista, y yo por si acaso siempre echo una chaqueta de más. Y bueno, mi pastora, que no me falla nunca, y hoy está azul. Así que mañana, no te olvides el abrigo.
Creo que si mi madre descubriera que en internet puede ver el tiempo que hace en todo el mundo, y todas las aplicaciones que hay sobre el clima, entraría en colapso.
Consecuencias del consejo:
No me sé abrigar sola. Llevo toda la vida escuchando qué debía ponerme la noche anterior. Incluso ahora que vivo lejos de mi madre, me llama y me informa. Así que, si un día no hablo con ella, o en Madrid el clima es distinto, me pilla por sorpresa, desabrigada. Yo a ella no se lo digo, porque si le digo que he pasado frío se echa a llorar y se lleva un disgusto enorme.
Otra consecuencia es que yo sufro mis resfriados en silencio. No le puedo decir que estoy mala porque me echa la bronca por no haberme abrigado, así que me inflo a Couldina y Lizipaina para que no me lo note en la voz cuando le llamo. Eso sí, luego tengo que aguantar cosas como:
- ¿Ves nena? Llevas 10 años sin cogerte un catarro, y todo por abrigarte bien. Ay... si me hicieras caso en todo, algo mejor te iría en la vida...
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, si algún día tomo alguna decisión en función del cambio de color de una oveja, podéis estamparla contra el suelo. Eso sí, si viene frío, os abrigáis, no os vaya a dar un aire.
jueves, 14 de octubre de 2010
40. Le quitas lo negro al plátano y está buenísimo.
1- Me quedo sin plátano, porque el negro está por todos los lados.
2- Me como una especie de puré de plátano dulzón que me da un para atrás que no puedo sorportar, y lo único que se puede morder de ese plátano son los asqueros hilos.
Y se me hace bolo. Sí, con 31 años, hay cosas que se me hacen bolo. No entiendo cómo pasa y mi madre tampoco pero ¡eh! ahí está el bolo de plátano pasado para demostrarlo.
-Nena, ese plátano no está pasado. Está maduro. Le quitas lo negro y está buenísimo.
- Pues a mí no me gusta tan blando.- Pero si es cómo más rico está. Anda come un poco.
- Mamá, pero si parece puré. Me da asco.
- Nena, nunca puedes decir de la comida que da asco. ¿Qué pasa? ¿Soy yo una asquerosa porque a mí me gusta maduro?
- Pues comételo tú.
- Te voy a estampar el plátano en la cara, a ver si está lo suficientemente blando o no.
Oye, mira, las palabras mágicas: plátano y estampar. No hay mejor sistema para tragar un bolo.
Cuando utilizaba el consejo:
Lo negro del plátano es un ejemplo de la economía de madre. Sirve con los melócotones, peras, cerezas, manzanas:
- Mamíiiiíii está manzana tiene gusanos.
- Que no me llames mami, por dios, que no me llames mami, que a mí las niñas cursis me dan jaqueca.
- Mamá, están golpeadas y parece que tienen gusanos, están llenas de agujeros...
- A ver, dame- cogía una, la partía por la mitad- lo que les pasa es que son de huerto, y son manzanas de verdad, no como las que salen en la tele, que son de plástico. Que os engañan con cualquier cosa. Serán bonitas y brillantes pero no saben a manzana. Estás están buenísimas aunque sean feuchas. Y cómetela ya.
- Pero mamá, que por aquí veo un hueco como de gusano.
- Pues le quitas esa esquina y listo. Y déjame tranquila que tengo mucho que hacer.
Consecuencias el consejo:
Como con miedo, en tensión: ¿esto me engordará o me matará? Un poco rollo ruleta rusa: ¿esta empanadilla será la última? Y sobre todo, no creo para nada en las fechas de "Consumir preferentemente antes de". ¡Vamos hombre! Tu pones a mi madre a poner esos sellos y terminamos con el hambre en el mundo.
Excepciones para utilizarlo:
Todas. Lo siento futuros hijos míos. No os metiré diciendo que está buenísimo. A mí los platanos muy maduros no me gustan, pero no es suficiente motivo para tirarlos, como diría mi madre: "Por Dios, con la de niños que hay muriéndose de hambre en África".
domingo, 10 de octubre de 2010
39. No tires eso que se puede aprovechar.
Según mi madre todo se puede aprovechar, especialmente la ropa. Este era básicamente el ciclo de la vestimenta en mi casa.
Primero, te vestías con ropa heredada:
- Las camisetas que mis primas no querían porque: A eran de propaganda de la carnicería del barrio, B eran de algún color espantoso por ejemplo verde lima a aguas, C tenían un estampado completamente equivocado. Por ejemplo, tuve un chandal con un print de leopardo en rosa y morado en un tejido que a mi madre le parecía lo más de lo más: el táctel. "Nena, no se plancha, no se ensucia y es casi impermeable", me decía ufana. "Ya mamá, pero brillo demasiado, reflejo la luz como el faro de la bici, y me resbalo de la silla", decía yo menos ufana. "Pues te agarras mejor, que te quejas por cualquier cosa".
- Cuando ya estaban completamente pasadas de moda y habían perdido su color, las ropas heredadas pasaban al cajón de los disfraces. "Guarda eso para el disfraz de fin de curso ¿de qué querías ir? Ah sí de Madonna, ya vas a ver qué éxito". "Mamá, Madonna no lleva chandals de táctel. Esa ropa es super cutre incluso para un disfraz". "Y tu eres demasiado super listilla, que con la pinta de fantoche que lleva, cualquier cosa te sirve".
- Cuando ya me había disfrazado de Madonna unas 4 veces y 3 de zíngara, ella lo llamaba zíngara pero las mendigas del barrio quedaban glamurosas a mi lado, la ropa se trasformaba en paños de cocina.
- Cuando los paños de cocina usados habían perdido la dignidad, les llegaba el turno de ser mopas para el suelo. "Nena, ponte esos paños en las zapatillas y arrástrate por la casa, que hay que sacarle un poco de brillo al parqué que lo tengo muy tristón. ¡Nenaaaaa! (Esta es mi madre gritando desde la cocina) Y no derrapes, que la última vez que derrapaste, ¿te acuerdas lo que pasó? Te lo voy a recordar, por si acaso: que conseguiste ponerte el dedo pequeño del pie mirando para el talón. ¿Te acuerdas ahora? Sí, nos acordamos todos ¿verdad nena? Hasta el médico aquel que te sacó fotos porque nunca había visto una fractura así, que ya le dije yo, que la niña nos ha salido especial hasta para partirse un dedo. Pues eso, nada de derrapar".
- Y ya por fin, aquella ropa inmunda conseguía su merecido descanso.
Segundo ciclo económico de la ropa. Esta era la parte en la que mi madre me compraba ropa, sólo para mí. Pero ¡ah! no hay que emocionarse antes de tiempo. La premisa era: comprar todo dos tallas más para cuando creciera:
- Te está un poco grande nena, pero así te lo podrás poner dentro de un par de años- me decía mientras trataba de colocarme un falda que a Monserrat Caballé le hubiera quedado holgada.
- Pero mamá, si me la piso al andar que parece que tengo cola y aquí dentro cabe otra niña gorda.
- Tonterías. Que creces muy rápido nena, y no hay que tirar el dinero,que como tú no lo ganas pues no sabes lo que cuesta conseguirlo. En un par de meses te quedará estupenda, que te quejas por todo.
- Pero mamíííí, si las mangas de la chaqueta me llegan a las rodillas.
- Bah, bah, eso la remangamos un poco...- y me subía todo el exceso de tejido por los brazos.
- ¡Mamá! Ahora no puedo doblar los codos.
- Pues mejor nena, así, no te arrugas la ropa.
Pasados los dos años:
- Mamá, esta falda me está muy corta.
- Anda, anda, si no enseñas las piernas ahora ¿cuándo lo vas a hacer?
- Pero que me da frío, que justo me tapa el culo.
- Pues te pones unos leotardos, que eres muy quejica.
- Y tiene un agujero.
- Huy nena, te he comprado unas pegatinas de esas que se planchan a la ropa de Snoppy que lo tapan del todo, y encima le dan otro aire, que parece nuevo.
- Pero mamá, Snoppy es para niños y la chaqueta a juego me queda como si fuera de manga corta.
- Ay nena, que cansada eres. Ahora se llevan así, se llama manga francesa. Es lo último y Snoppy también.
Pues eso, el reciclaje lo inventó mi madre, e imaginación no le faltaba para colarte cualquier cosa. Y cuando ya no había manera de meterse en aquellas faldas, cuando le había sacado las pinzas al uniforme porque las tetas ya no entraban allí dentro, cuando las chaquetas se convertían en manga a la sisa, entonces, sí:
- Pues se lo das a tu hermana, que seguro que le queda monísimo.
Consecuencias del consejo:
Mi hermana me odia un poco. Y le encanta estrenar ropa y llamarme para decímerlo. No se lo tengo en cuenta, después de que ella tuviera que llevar aquel espantoso chándal de táctel, al que ya le habían puesto rodilleras después de mi segundo derrape, oye, le perdono lo que sea.
Segunda consecuencia: yo todavía me pongo la ropa de los 17 años. Ahora, a mi madre no le hace ninguna gracia, claro:
- Nena, tienes 31 años ¿no crees que ya puedes tirar esa chupa de cuero que te compré en segundo de BUP? Que yo recuerde era azul marino, y ahora es gris.
- ¿Pero no hay que aprovecharlo todo?
- Sí pero también hay que encontrarte un novio (golpe bajo), y con esa pinta de indigente no te van a querer ni los de Caritas.
Pequeña depresión tipo: voy a morir sola.
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, tenéis suerte. En mi época no había Primark ni H&M, eso sí, no quiero saber nada de derrapes y vosotros no tendréis que sabes nada de coderas. ¿Queda claro?
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Kill The Heel |
Primero, te vestías con ropa heredada:
- Las camisetas que mis primas no querían porque: A eran de propaganda de la carnicería del barrio, B eran de algún color espantoso por ejemplo verde lima a aguas, C tenían un estampado completamente equivocado. Por ejemplo, tuve un chandal con un print de leopardo en rosa y morado en un tejido que a mi madre le parecía lo más de lo más: el táctel. "Nena, no se plancha, no se ensucia y es casi impermeable", me decía ufana. "Ya mamá, pero brillo demasiado, reflejo la luz como el faro de la bici, y me resbalo de la silla", decía yo menos ufana. "Pues te agarras mejor, que te quejas por cualquier cosa".
- Cuando ya estaban completamente pasadas de moda y habían perdido su color, las ropas heredadas pasaban al cajón de los disfraces. "Guarda eso para el disfraz de fin de curso ¿de qué querías ir? Ah sí de Madonna, ya vas a ver qué éxito". "Mamá, Madonna no lleva chandals de táctel. Esa ropa es super cutre incluso para un disfraz". "Y tu eres demasiado super listilla, que con la pinta de fantoche que lleva, cualquier cosa te sirve".
- Cuando ya me había disfrazado de Madonna unas 4 veces y 3 de zíngara, ella lo llamaba zíngara pero las mendigas del barrio quedaban glamurosas a mi lado, la ropa se trasformaba en paños de cocina.
- Cuando los paños de cocina usados habían perdido la dignidad, les llegaba el turno de ser mopas para el suelo. "Nena, ponte esos paños en las zapatillas y arrástrate por la casa, que hay que sacarle un poco de brillo al parqué que lo tengo muy tristón. ¡Nenaaaaa! (Esta es mi madre gritando desde la cocina) Y no derrapes, que la última vez que derrapaste, ¿te acuerdas lo que pasó? Te lo voy a recordar, por si acaso: que conseguiste ponerte el dedo pequeño del pie mirando para el talón. ¿Te acuerdas ahora? Sí, nos acordamos todos ¿verdad nena? Hasta el médico aquel que te sacó fotos porque nunca había visto una fractura así, que ya le dije yo, que la niña nos ha salido especial hasta para partirse un dedo. Pues eso, nada de derrapar".
- Y ya por fin, aquella ropa inmunda conseguía su merecido descanso.
Segundo ciclo económico de la ropa. Esta era la parte en la que mi madre me compraba ropa, sólo para mí. Pero ¡ah! no hay que emocionarse antes de tiempo. La premisa era: comprar todo dos tallas más para cuando creciera:
- Te está un poco grande nena, pero así te lo podrás poner dentro de un par de años- me decía mientras trataba de colocarme un falda que a Monserrat Caballé le hubiera quedado holgada.
- Pero mamá, si me la piso al andar que parece que tengo cola y aquí dentro cabe otra niña gorda.
- Tonterías. Que creces muy rápido nena, y no hay que tirar el dinero,que como tú no lo ganas pues no sabes lo que cuesta conseguirlo. En un par de meses te quedará estupenda, que te quejas por todo.
- Pero mamíííí, si las mangas de la chaqueta me llegan a las rodillas.
- Bah, bah, eso la remangamos un poco...- y me subía todo el exceso de tejido por los brazos.
- ¡Mamá! Ahora no puedo doblar los codos.
- Pues mejor nena, así, no te arrugas la ropa.
Pasados los dos años:
- Mamá, esta falda me está muy corta.
- Anda, anda, si no enseñas las piernas ahora ¿cuándo lo vas a hacer?
- Pero que me da frío, que justo me tapa el culo.
- Pues te pones unos leotardos, que eres muy quejica.
- Y tiene un agujero.
- Huy nena, te he comprado unas pegatinas de esas que se planchan a la ropa de Snoppy que lo tapan del todo, y encima le dan otro aire, que parece nuevo.
- Pero mamá, Snoppy es para niños y la chaqueta a juego me queda como si fuera de manga corta.
- Ay nena, que cansada eres. Ahora se llevan así, se llama manga francesa. Es lo último y Snoppy también.
Pues eso, el reciclaje lo inventó mi madre, e imaginación no le faltaba para colarte cualquier cosa. Y cuando ya no había manera de meterse en aquellas faldas, cuando le había sacado las pinzas al uniforme porque las tetas ya no entraban allí dentro, cuando las chaquetas se convertían en manga a la sisa, entonces, sí:
- Pues se lo das a tu hermana, que seguro que le queda monísimo.
Consecuencias del consejo:
Mi hermana me odia un poco. Y le encanta estrenar ropa y llamarme para decímerlo. No se lo tengo en cuenta, después de que ella tuviera que llevar aquel espantoso chándal de táctel, al que ya le habían puesto rodilleras después de mi segundo derrape, oye, le perdono lo que sea.
Segunda consecuencia: yo todavía me pongo la ropa de los 17 años. Ahora, a mi madre no le hace ninguna gracia, claro:
- Nena, tienes 31 años ¿no crees que ya puedes tirar esa chupa de cuero que te compré en segundo de BUP? Que yo recuerde era azul marino, y ahora es gris.
- ¿Pero no hay que aprovecharlo todo?
- Sí pero también hay que encontrarte un novio (golpe bajo), y con esa pinta de indigente no te van a querer ni los de Caritas.
Pequeña depresión tipo: voy a morir sola.
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, tenéis suerte. En mi época no había Primark ni H&M, eso sí, no quiero saber nada de derrapes y vosotros no tendréis que sabes nada de coderas. ¿Queda claro?
lunes, 4 de octubre de 2010
38. Nena, los pantalones tienen que llegar a la cintura.
- Nena, los pantalones tienen que llegar a la cintura. Por eso, la parte de arriba de los pantalones se llama cintura. Donde se pone el cinturón ¿Ves como es muy fácil de entender? Las palabras lo dicen bien clarito. Si hubieran querido que tú llevaras los pantalones a la cadera, esa zona se llamaría cadera. Pero no, no, no... Se llama cintura y es exactamente ahí donde te tienen que llegar los vaqueros.
- ¿Si hubieran querido quienes?
- Dios y los inventores de los pantalones. Y como digas una palabra más nena, este año te pagas la ropa tú. Que te estás volviendo muy respondona, muy respondona. Y hortera. También te estás volviendo un poco hortera.
Cuando utilizaba el consejo:
Invariablemente este consejo viene justo después de cogerme de los pantalones cuando los llevo puestos y meterme un tirón hacia arriba. Es ligeramente doloroso y absolutamente irritante, sobre todo a los 31 años.
Primero, el tirón, y luego:
- De verdad que no entiendo esa manía de llevar los pantalones bajos. No te favorecen nada nena. El cuerpo de la mujer está hecho para ceñirse en la cintura, CINTURA, y el hombre en la cadera, CADERA. Te lo repito así despacito, porque parece que a ritmo normal no te entra. ¡Pero si te marca todos los cuadriles! Porque tú eres flaca pero eres mujer de cuadriles. Pero noooo. Ahora llega la moda y todas como tontas a deformaros la silueta. Porque ese corte te deforma la silueta. Sólo yo te digo la verdad. Tus amigas te dirán que vas monísima. Seguro. Pero yo soy tu madre y estoy obligada a decirte la verdad: pareces un palo.
- Mamá, no tienes ni idea de lo que se lleva- le decía yo a los 15 años.
- Ni falta que me hace, nena. De toda la vida de Dios, los cánones de belleza son los que son. Básicamente porque la cintura está donde está. ¿Lo entiendes?
- Los cánones también cambian.
- Pues no nena, los cánones son para siempre. Si no se llamarían modas, y si fueran como esta moda de llevar los pantalones por la cadera se llamarían modas de mierda.
- Mamá, has dicho mierda...
- Y poco me parece. Que viene un tarado y dice que lo que se lleva es ponerse una gallina en la cabeza, y ale, todas corriendo a comprar vuestra gallina.
- Pero mamááá... Todo el mundo los lleva así.
- A mí lo que haga todo el mundo me importa un pepino. Yo no te pienso pagar esos vaqueros, pero si se te ve toda la tripa. Una fulanilla es lo que pareces. Por ahí no paso. ¡Una hija mía vestida como una fulana! Cuando tengas tu dinero te compras lo que quieras, mientras tanto elijo yo.
Vale, mamá, el dinero era tuyo. Pero a los 31 años sigues tirando de mis pantalones y explicándome la diferencia entre cadera y cintura. Lo entiendo, pero no quiero parecer el Cachuli. Es una decisión personal.
Consecuencias del consejo:
Leves. Quitando que hasta los 18 llevaba pantalones sobaqueros por lo que he tenido que quemar tres albumes familiares.
Cierta desorientación en mi madre: "Nena, ¿no había fotos del viaje a Nerja? Es que no las encuentro. Para mí que teníamos una foto los cuatro en la puerta de las cuevas de Nerja en las que estábamos todos muy bien. Tu hermana con ese vestido con babero que le quedaba tan mono. Chica, la recuerdo perfectamente, pero no hay manera de encontrarla".
Excepciones para utilizarlo con mis hijos:
Espero con toda mi ilusión que no vuelva la moda cachuli, por vuestro bien, el mío y el las futuras generaciones. Eso y los pantalones nevados, por favor, que no vuelvan los horribles pantalones nevados.
PD Han vuelto!!!!!! ¿Pero cómo es posible? Buscando la imagen para el post he visto miles de bloggers de moda vestida igualitas que yo en las cuevas de Nerja. Es el jodido apocalipsis de la estética. Lo llaman vintage. Por mucho nombre francés, esos son los mismos pantalones que yo di a la Parroquia. Ya estoy oyendo a mi madre: "Si ya te lo dije nena, lo que es bonito, es bonito ahora y con los romanos".
- ¿Si hubieran querido quienes?
- Dios y los inventores de los pantalones. Y como digas una palabra más nena, este año te pagas la ropa tú. Que te estás volviendo muy respondona, muy respondona. Y hortera. También te estás volviendo un poco hortera.
Cuando utilizaba el consejo:
Invariablemente este consejo viene justo después de cogerme de los pantalones cuando los llevo puestos y meterme un tirón hacia arriba. Es ligeramente doloroso y absolutamente irritante, sobre todo a los 31 años.
Primero, el tirón, y luego:
- De verdad que no entiendo esa manía de llevar los pantalones bajos. No te favorecen nada nena. El cuerpo de la mujer está hecho para ceñirse en la cintura, CINTURA, y el hombre en la cadera, CADERA. Te lo repito así despacito, porque parece que a ritmo normal no te entra. ¡Pero si te marca todos los cuadriles! Porque tú eres flaca pero eres mujer de cuadriles. Pero noooo. Ahora llega la moda y todas como tontas a deformaros la silueta. Porque ese corte te deforma la silueta. Sólo yo te digo la verdad. Tus amigas te dirán que vas monísima. Seguro. Pero yo soy tu madre y estoy obligada a decirte la verdad: pareces un palo.
- Mamá, no tienes ni idea de lo que se lleva- le decía yo a los 15 años.
- Ni falta que me hace, nena. De toda la vida de Dios, los cánones de belleza son los que son. Básicamente porque la cintura está donde está. ¿Lo entiendes?
- Los cánones también cambian.
- Pues no nena, los cánones son para siempre. Si no se llamarían modas, y si fueran como esta moda de llevar los pantalones por la cadera se llamarían modas de mierda.
- Mamá, has dicho mierda...
- Y poco me parece. Que viene un tarado y dice que lo que se lleva es ponerse una gallina en la cabeza, y ale, todas corriendo a comprar vuestra gallina.
- Pero mamááá... Todo el mundo los lleva así.
- A mí lo que haga todo el mundo me importa un pepino. Yo no te pienso pagar esos vaqueros, pero si se te ve toda la tripa. Una fulanilla es lo que pareces. Por ahí no paso. ¡Una hija mía vestida como una fulana! Cuando tengas tu dinero te compras lo que quieras, mientras tanto elijo yo.
Vale, mamá, el dinero era tuyo. Pero a los 31 años sigues tirando de mis pantalones y explicándome la diferencia entre cadera y cintura. Lo entiendo, pero no quiero parecer el Cachuli. Es una decisión personal.
Consecuencias del consejo:
Leves. Quitando que hasta los 18 llevaba pantalones sobaqueros por lo que he tenido que quemar tres albumes familiares.
Cierta desorientación en mi madre: "Nena, ¿no había fotos del viaje a Nerja? Es que no las encuentro. Para mí que teníamos una foto los cuatro en la puerta de las cuevas de Nerja en las que estábamos todos muy bien. Tu hermana con ese vestido con babero que le quedaba tan mono. Chica, la recuerdo perfectamente, pero no hay manera de encontrarla".
Excepciones para utilizarlo con mis hijos:
Espero con toda mi ilusión que no vuelva la moda cachuli, por vuestro bien, el mío y el las futuras generaciones. Eso y los pantalones nevados, por favor, que no vuelvan los horribles pantalones nevados.
PD Han vuelto!!!!!! ¿Pero cómo es posible? Buscando la imagen para el post he visto miles de bloggers de moda vestida igualitas que yo en las cuevas de Nerja. Es el jodido apocalipsis de la estética. Lo llaman vintage. Por mucho nombre francés, esos son los mismos pantalones que yo di a la Parroquia. Ya estoy oyendo a mi madre: "Si ya te lo dije nena, lo que es bonito, es bonito ahora y con los romanos".
martes, 21 de septiembre de 2010
37. No te separes del grupo, nena.
Cuándo utilizaba en el consejo:
Dentro de la lista de 534 recomendaciones ordenadas por importancia cuando me iba de excursión, de viaje o a dar una vuelta a la manzana, una de las última era: "No te separes del grupo".
En la lista estaban: "Pórtate bien como si yo te estuviera viendo, y sé educada, como yo te he enseñado. No hables mucho, que tú eres de hablar mucho, y eso cansa. No te metas en lo oscuro. Lleva siempre las bragas limpias por si acaso tienes un accidente, que los médicos vean que eres una niña aseada. Nunca sabes qué te puede pasar. Da siempre las gracias, acuérdate, nena, que eres mucho de olvidarte. No andes tarde por las calles, ni muy pronto, que a esas horas sólo hay maleantes. No te asomes por las ventanas, no aceptes nada de desconocidos, y sobre todo, nena no te separes del grupo".
Yo todavía no entiendo qué tipo de escudo protector le parecían a mi madre los grupos.
- Mamá, ¿y si el grupo se pierde?
- Pues tú te pierdes con el grupo.
- ¿Y si le roban a todo el grupo? Pues tú los salvas porque te he cosido un bolsillo interno en la falda y te metes ahí el dinero. Los billetes nena, a ver si te vas a meter las monedas, y del peso se te cae la falda y andas con las bragas al aire. Y lleva la mochila para adelante, que así no te robarán. Que hay ladrones muy listos que ni te enteras. Que tu tía Mari cuando fue a Madrid, iba en el metro, que ya le dije yo que qué hacía ella en el metro, que para dos días que va, podían cogerse un taxi. Total, tu tío Ángel que es un poco agarrado, pues ale, en metro. Y la Mari, que mira que es cuidadosa y llevaba el bolso cruzado delante, y con cremallera y todo, un bolso que le regalamos por Navidad, muy bonito, que parece casi de piel, de esos plásticos que lo aguantan todo. Bueno pues se lo abrieron y ella tan tranquila. Que no notó nada dice. Y la Mari, que es veinte veces más cuidadosa que tú, porque sabe lo que vale un peine y el esfuerzo que cuesta ganar dinero, no como tú, que te crees que los pájaros maman, se llevó un disgusto horrible. Con hipo me llamó la pobre, y sobre todo le daba pena que llevaba en la cartera una foto de cuando éramos pequeñas en la que estábamos vestidas de flamencas, ¡más saladas! Y no tenemos copia. Que ya podía el ladrón haber devuelto la cartera, echarla a un buzón, que tu tía todavía va ilusionada cuando llega el cartero y eso que hace tres años desde lo de Madrid. ¿Me estás oyendo nena?
- Que sí mamá, que no me separe del grupo.
- Pues eso.
Consecuencias del consejo:
Ligero aborregamiento. Allá donde hay un grupo, estoy yo.
Confusión cuando le decía a mi madre años después:
- Mamá, que a todo el grupo le dejan salir hasta las 12.
- A mí lo que hagan los hijos de los demás me importa un rábano. Tú, a las 10 en casa y puntual.
- Pero mamá, ¿qué me va a pasar si voy en grupo?
- Te va a pasar que te vas a tirar castigada dos meses sin salir, que no son horas para que una niña ande por la calle. ¡Las 12! Yo hasta que no estuve casada con tu padre no salí por ahí a esas horas. A las 10 y no se hable más.
- Los tiempos cambian mamá- esta soy yo tentando a mi suerte.
- A ver, que igual no me he explicado bien. ¿Qué entiedes tú por "no se hable más"?
Y me callaba, porque yo suicida no era.
Excepciones para utilizar el consejo:
Si sois el quinto Beatle. Si acabo siendo la madre del jodido quinto Beatle, no os queda país para correr.
Dentro de la lista de 534 recomendaciones ordenadas por importancia cuando me iba de excursión, de viaje o a dar una vuelta a la manzana, una de las última era: "No te separes del grupo".
En la lista estaban: "Pórtate bien como si yo te estuviera viendo, y sé educada, como yo te he enseñado. No hables mucho, que tú eres de hablar mucho, y eso cansa. No te metas en lo oscuro. Lleva siempre las bragas limpias por si acaso tienes un accidente, que los médicos vean que eres una niña aseada. Nunca sabes qué te puede pasar. Da siempre las gracias, acuérdate, nena, que eres mucho de olvidarte. No andes tarde por las calles, ni muy pronto, que a esas horas sólo hay maleantes. No te asomes por las ventanas, no aceptes nada de desconocidos, y sobre todo, nena no te separes del grupo".
Yo todavía no entiendo qué tipo de escudo protector le parecían a mi madre los grupos.
- Mamá, ¿y si el grupo se pierde?
- Pues tú te pierdes con el grupo.
- ¿Y si le roban a todo el grupo? Pues tú los salvas porque te he cosido un bolsillo interno en la falda y te metes ahí el dinero. Los billetes nena, a ver si te vas a meter las monedas, y del peso se te cae la falda y andas con las bragas al aire. Y lleva la mochila para adelante, que así no te robarán. Que hay ladrones muy listos que ni te enteras. Que tu tía Mari cuando fue a Madrid, iba en el metro, que ya le dije yo que qué hacía ella en el metro, que para dos días que va, podían cogerse un taxi. Total, tu tío Ángel que es un poco agarrado, pues ale, en metro. Y la Mari, que mira que es cuidadosa y llevaba el bolso cruzado delante, y con cremallera y todo, un bolso que le regalamos por Navidad, muy bonito, que parece casi de piel, de esos plásticos que lo aguantan todo. Bueno pues se lo abrieron y ella tan tranquila. Que no notó nada dice. Y la Mari, que es veinte veces más cuidadosa que tú, porque sabe lo que vale un peine y el esfuerzo que cuesta ganar dinero, no como tú, que te crees que los pájaros maman, se llevó un disgusto horrible. Con hipo me llamó la pobre, y sobre todo le daba pena que llevaba en la cartera una foto de cuando éramos pequeñas en la que estábamos vestidas de flamencas, ¡más saladas! Y no tenemos copia. Que ya podía el ladrón haber devuelto la cartera, echarla a un buzón, que tu tía todavía va ilusionada cuando llega el cartero y eso que hace tres años desde lo de Madrid. ¿Me estás oyendo nena?
- Que sí mamá, que no me separe del grupo.
- Pues eso.
Consecuencias del consejo:
Ligero aborregamiento. Allá donde hay un grupo, estoy yo.
Confusión cuando le decía a mi madre años después:
- Mamá, que a todo el grupo le dejan salir hasta las 12.
- A mí lo que hagan los hijos de los demás me importa un rábano. Tú, a las 10 en casa y puntual.
- Pero mamá, ¿qué me va a pasar si voy en grupo?
- Te va a pasar que te vas a tirar castigada dos meses sin salir, que no son horas para que una niña ande por la calle. ¡Las 12! Yo hasta que no estuve casada con tu padre no salí por ahí a esas horas. A las 10 y no se hable más.
- Los tiempos cambian mamá- esta soy yo tentando a mi suerte.
- A ver, que igual no me he explicado bien. ¿Qué entiedes tú por "no se hable más"?
Y me callaba, porque yo suicida no era.
Excepciones para utilizar el consejo:
Si sois el quinto Beatle. Si acabo siendo la madre del jodido quinto Beatle, no os queda país para correr.
domingo, 19 de septiembre de 2010
36. Bah, esos pelos se ponen rubios con el sol y ni se ven.
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http://beardrevue.com/ |
Calculo que tenía 13 años. Igual 12.
- Mamá, quiero depilarme.
- Eres muy pequeña.
- Seré pequeña pero tengo pelos en las piernas.
- ¡Bah tonterías! Esos pelos se ponen rubios con el sol y ni se ven. Nena, que eres muy exagerada. Que tu ves una paloma y ya andas diciendo que es un flamenco. Cuatro pelos tienes, y finitos. Mucho cuento es lo que tienes. Una vez que empiezas a depilarte, tienes que hacerlo todos los meses. Eso es muy esclavo, y caro. Ale, te aguantas un poquito que no te va a pasar nada.
- Pero mamíííí, si los pelos me traspasan los leotardos.
- Pues más calentita que irás y te he dicho cien veces que no me llames me mami que me pone nerviosa, que pareces una niña de cuatro años con ese tonillo. ¡Un poco de carácter, por dios!
- Pero mamá, ¿tú a qué edad empezaste a depilarte?
- Mira, nena, en mi época no nos depilábamos porque no había dinero ni para playas, ni para piscinas. Cuando seas mayor me lo agradecerás. Te habré quitado unos años de estar esclavizada de la cera, porque tú no lo sabes pero la cera es un horror. Según te depilas, ale, ya te vuelven a salir los pelos otra vez. Además que te nacen con más fuerza, y recuerda, nunca nunca te pases la cuchilla, que te salen más. ¿Me has oído nena?
- ¿Entonces puedo hacerme la cera que salen menos?
- Pero a ver, nena, de verdad que crees que me vas a engañar así. A veces de tan ingénua no sé si eres un poco tonta, tal cual te lo digo. Que más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Y no me hagas perder más tiempo que tengo muchas cosas que hacer. He dicho que no, y es que no.
Esta era una frase de no retorno. La nena tenía claro que no había discusión.
Consecuencias del consejo:
Mamá se veían. Los jodidos pelos se veían perfectamente a distancia. Y eso de que se ponen rubios... es a la semana de estar en la playa. Coño, a la semana. Que me pasaba el rato en el agua para que nadie me viera. Que por ahorrarme dos años de depilación me tiré dos veranos a remojo. ¿Y eso de hacerme después sólo medias piernas? ¡Qué narices van a ser más finos los pelos de los muslos! Otros dos veranos con falda a la rodilla.
Excepciones para utilizarlo con mis futuros hijos:
No hay.
Si son niñas: se depilarán cuando tengan pelos. Por supuesto que si traspasan los leotardos, empezaremos a pensar en la depilación láser rápidito. Así, sí que os ahorraré años de depilación.
Si son niños: en el caso de los niños no era la depilación. Era esa absurda pelusilla que llevaban como bigote durante años. Imagino que ante el consejo de las drama mamás: "Si te afeitas una vez, lo tendrás que hacer todos los días". Pues hijos, os afeitaréis todos los días y punto. Eso es mejor que la pinta tan rara que tenían los niños de mi clase. Que se veía perfectamente el bigote, por dios.
martes, 14 de septiembre de 2010
35. Un drogata suicida no es decorativo, nena, una planta sí.
Mi madre utiliza la palabra drogata como adjetivo: pantalones de drogata, pelo de drogata, zapatos de drogata. La otra palabra perfecta para definir mis gustos es pilingui. Y si algo es de "drogata piligui sucia", olvídate. Ya puedes ir tirando a la basura lo que sea que cuadre en esa clasificación porque no podrás soportar oirla cada vez que te lo pongas. Te derrumba. Bueno, tiene que ver con un agotamiento tipo al que debe sentir alguien que sube al Himalaya. O eso imagino la 304 vez que le oigo decirme: "Nena esa falda es horrorosa, te sienta fatal, es que no entiendo cómo pagas por algo así ¡Pero si eso es de pilingui drogata sucia! Y no me digas que es moderno. Que me tienes de las moderneces hasta las narices. Lo que es bonito, es bonito, ahora y con los romanos!". Y yo no puedo respirar, siento el mal de altura y me dan ganas de buscar un buen precipicio por donde tirarme.
Bueno, pues con 16 años, en plena rebelión hormonal, intenté resistir. El caso es que puse en mi cuarto un poster de Kurt Cobain. Me gustaba mucho y fue el único poster que he tenido de un cantante, actor, etc. Lo puse medio escondido porque veía la que se me venía encima, y se me vino. No quedaba muy normal, esa es la verdad. Digamos que no encajaba con las enormes hortensias moradas de mis cortinas (quien dice mis cortinas, dice las cortinas que mi madre eligió mientras yo pataleaba como una loca gritando: mamá son de vieja, y de vieja cursi), ni con los cuadros de marinas, ni con las muñecas de porcelona, sobre todo no pegaba con las muñecas de porcelana, que por cierto me daban un miedo de muerte de pequeña.
Pero la nena pensó que tenía que defender su identidad y en aquel momento toda mi identidad residía en aquel poster. Ahora, que mi madre pensó que la guerra de los cien años iba a ser una tontá comparado con el asedio al que iba a someter a la nena.
Comenzó sin miramientos: "Un drogata suicida no es decorativo, nena, una planta sí. ¿Entiendes la diferencia? Voy a intentar explicártelo: Las plantas son bonitas, quedan bien con todo y están vivas, no como ese drogata de la pared. Te voy poner otro ejemplo: un hortensia en una cortina es algo bonito. Por eso durante siglos, las hortensias han decorado los jardines reales. ¿Alguna vez has visto jardines con drogatas suicidas plantados? Nooooo, porque son feos. ¿Entiendes ahora la diferencia entre decorativo y feo? Te lo digo nena porque me parece que se te resiste el concepto".
Intentó seguir por otros caminos cuando yo no lo quité de la pared:
- Nena pues si quieres un poster, ponte el de un chico guapo, como ese de Los problemas crecen.
- A mi no me gusta y se llama Kirk Cameron.
- Ay qué gracia ¿en serio que eso es un nombre de persona? ¿Y por qué no te gusta? Si es muy guapo y tiene un pelo precioso, que se le ve que va a envejecer bien.
- Pues a mí me gusta Kurt Cobain y su pelo.
- Pelo escoba, eso es lo que tenía ese. Muerto y feo.
- Se ha suicidado porque sufría mucho... Tú no lo entiendes mamá.
- Yo sí que sufro mucho y no veo que pongas ningún poster mío en la pared.
- Y me encanta su música.
- Ah no, vale que te permita tener al drogata muerto en la pared pero que llames música a eso que pones, por ahí no paso. Serrat hace música, con sus letras bonitas y sus melodías, y no ese drogata que sólo hace griteríos y ruidos. Por no hablar de que Serrat está vivo.
- Mamá, déjame, es que no me entiendes. Nadie me entiende.
Vale, yo misma me caigo mal oyéndome y ni siquiera me parece guapo Kurt Cobain, creo que en realidad fue mi primera gran guerra. Perdí. Como le parecía muy triste el poster, le puso delante un jarrón con flores de plástico "Ay nena, para darle otro aire, de... no sé... ¿más vivo?".
Consecuencias del consejo:
Pocas. Grandes batallas durante toda mi vida ejemplificadas con : "Como cuando te dio por poner al drogata aquel en la pared, que tú solica te diste cuenta que quedaba mal. Pues esto es lo mismo, me darás la razón. Al tiempo, nena, al tiempo".
Excepciones para utilizarlo con mis futuros hijos:
Por favor, por favor, que no os dé por el reggaeton. Lo que sea hijos, pero el reggaeton no.
Bueno, pues con 16 años, en plena rebelión hormonal, intenté resistir. El caso es que puse en mi cuarto un poster de Kurt Cobain. Me gustaba mucho y fue el único poster que he tenido de un cantante, actor, etc. Lo puse medio escondido porque veía la que se me venía encima, y se me vino. No quedaba muy normal, esa es la verdad. Digamos que no encajaba con las enormes hortensias moradas de mis cortinas (quien dice mis cortinas, dice las cortinas que mi madre eligió mientras yo pataleaba como una loca gritando: mamá son de vieja, y de vieja cursi), ni con los cuadros de marinas, ni con las muñecas de porcelona, sobre todo no pegaba con las muñecas de porcelana, que por cierto me daban un miedo de muerte de pequeña.
Pero la nena pensó que tenía que defender su identidad y en aquel momento toda mi identidad residía en aquel poster. Ahora, que mi madre pensó que la guerra de los cien años iba a ser una tontá comparado con el asedio al que iba a someter a la nena.
Comenzó sin miramientos: "Un drogata suicida no es decorativo, nena, una planta sí. ¿Entiendes la diferencia? Voy a intentar explicártelo: Las plantas son bonitas, quedan bien con todo y están vivas, no como ese drogata de la pared. Te voy poner otro ejemplo: un hortensia en una cortina es algo bonito. Por eso durante siglos, las hortensias han decorado los jardines reales. ¿Alguna vez has visto jardines con drogatas suicidas plantados? Nooooo, porque son feos. ¿Entiendes ahora la diferencia entre decorativo y feo? Te lo digo nena porque me parece que se te resiste el concepto".
Intentó seguir por otros caminos cuando yo no lo quité de la pared:
- Nena pues si quieres un poster, ponte el de un chico guapo, como ese de Los problemas crecen.
- A mi no me gusta y se llama Kirk Cameron.
- Ay qué gracia ¿en serio que eso es un nombre de persona? ¿Y por qué no te gusta? Si es muy guapo y tiene un pelo precioso, que se le ve que va a envejecer bien.
- Pues a mí me gusta Kurt Cobain y su pelo.
- Pelo escoba, eso es lo que tenía ese. Muerto y feo.
- Se ha suicidado porque sufría mucho... Tú no lo entiendes mamá.
- Yo sí que sufro mucho y no veo que pongas ningún poster mío en la pared.
- Y me encanta su música.
- Ah no, vale que te permita tener al drogata muerto en la pared pero que llames música a eso que pones, por ahí no paso. Serrat hace música, con sus letras bonitas y sus melodías, y no ese drogata que sólo hace griteríos y ruidos. Por no hablar de que Serrat está vivo.
- Mamá, déjame, es que no me entiendes. Nadie me entiende.
Vale, yo misma me caigo mal oyéndome y ni siquiera me parece guapo Kurt Cobain, creo que en realidad fue mi primera gran guerra. Perdí. Como le parecía muy triste el poster, le puso delante un jarrón con flores de plástico "Ay nena, para darle otro aire, de... no sé... ¿más vivo?".
Consecuencias del consejo:
Pocas. Grandes batallas durante toda mi vida ejemplificadas con : "Como cuando te dio por poner al drogata aquel en la pared, que tú solica te diste cuenta que quedaba mal. Pues esto es lo mismo, me darás la razón. Al tiempo, nena, al tiempo".
Excepciones para utilizarlo con mis futuros hijos:
Por favor, por favor, que no os dé por el reggaeton. Lo que sea hijos, pero el reggaeton no.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
34. Nena, tú nunca me escuchas. Ahora, que un día me vas a escuchar.
Vale, trato de no escucharle mucho, esa es la verdad. Pero es que mi madre habla raro y largo, sobre todo largo.
Me explico:
- Nena bájate al trastero y me traes la carpeta roja de las facturas- Parece una orden simple. Ah... pero la simpleza no existe en la comunicación maternal, y ella sigue:
- La roja ¿eh nena? Ni la azul, ni la amarilla.
- Que si mamá, que te oído.
- Sí, sí, tu oyes mucho pero te enteras de poquico que ya lo llevo viendo un tiempo. La carpeta está en el armario del medio, en el del medio, no en el pequeño azul, ni en el grande marrón. En el del medio, que es como de color caqui, pero está muy viejo. Mira que nos costó dinero ese armario y salió malo, malo. Se lo dije a tu padre, que los de Muebles El Gran Pino son unos liantes. Pero como tienen nombre en el barrio pues te cuelan cualquier cosa a un precio de rico, que podíamos haber comprado otro que había que era de color beige, pero chica, elegí ese porque el beige es tan sucio, es muy poco sufrido. Como la falda esa que te compraste el año pasado, que no te pones nunca. Ya te lo dije: que el beige no aguanta nada y tú eres muy de arrastrarte. ¿Quién te habrá enseñado a ti esa manía de sentarte en el suelo como si fueras una apache? Porque yo no habré sido. Esos son los de la catequesis, que van de místicos modernos y os sientan en corro, ¡habiendo sillas! Que bien que piden dinero para la Iglesia y luego los niños al suelo, y yo a gastarme dinero en detergente para sacarte todos esos ronchones. Bueno, pues la carpeta está en el tercer cajón. Ni en el primero, ni el segundo. Y no vayas a abrir con fuerza el segundo porque está flojo y mal sujeto, que ya te digo yo, que último mueble que les compro a los de El Gran Pino. ¡Tres años aguantó el cajón! ¿Tú has visto las mesillas que hay en mi cuarto? Pues llevan ahí desde que me casé con tu padre. Las compramos por cuatro duros porque antes nos casábamos con nada, que ahora necisitáis tener un jacuzzi para casaros, que si no, no funciona el matrimonio. Mucha tontería es lo que tenéis. ¿Cuántas veces habré abierto yo esas mesillas? ¿Miles? Qué digo miles, millones, porque yo por las noches me despierto mucho, que tengo insomnio. Cuando era joven no tenía pero como tú dormías tan mal de pequeña pues me cambiaste el sueño y ahora me despierto muchas veces. Y los cajones siguen como el primer día. Además son de estilo castellano que te va con cualquier cosa y son muy sufridas y ni un arañazo que tienen. ¿Me has oído? Pues no te quedes con esa cara de pasmada que me corre prisa. Le tengo que llamar a tu tía Mari para decirle cuánto me costo la olla exprés, porque ha visto una parecida pero le parece muy cara y yo no me acuerdo de memoria del precio. Chica, se me olvida todo. Han dado en la tele que las almendras son muy buenas y mira que me tomo todas las mañanas tres pero no noto nada, ando fatal de memoria...
¡Dios mamá!, ¡porque la tienes llena de palabras!, hasta arriba, ahí no te entra ni un recuerdo nuevo, todo tiene que resbalar (esto sólo lo pienso mientras pongo cara de concentrada, si lo digo en alto, puedo llegar a ver el mismo centro del infierno en un momentito).
Consecuencias:
Estoy en el tratero y mi memoria rastrea. Recuerdo las palabras carpeta, facturas, amarilla, azul, roja, armario beige. No hay armario beige. Creo que también ha dicho marrón. No, el marrón no era. Está lleno de ropa. ¡Caqui!, era el caqui que es más sufrido. Recuerdo las palabras: segundo cajón. Irremediablemente abro el segundo cajón y todo el contenido cae al suelo, lo recoloco. Nerviosa. Se va a dar cuenta. La he cagado. Abro los otros, hay montones de carpetas. Tengo que abrir las carpetas. ¿Cuál era? ¡Facturas! ¡Ha dicho facturas! Hay dos carpetas llenas y una especie de archivador con acordeón. Joder.
- Ya era hora, pues menos mal que te he dicho que tenía prisa. Llevas ahí abajo más de media hora ¿Pero qué narices haces con todas esas carpetas? Si te lo he dicho, nena, pero tú nunca me escuchas. Ahora que un día me vas a escuchar. Bien clarito te lo he dicho: la carpeta roja del armario caqui en el tercer cajón. Si es que todo lo tengo que hacer yo.
Excepciones para utilizarlo:
Tranquilos futuros hijos míos, no tengo ese don de palabra. He necesitado re-escribir cuatro veces este post hasta que he conseguido que la carpeta fuera del color, estuviera en el armario y en el cajón en que inicialmente había pensado. Será porque no me gustan las almendras.
Me explico:
- Nena bájate al trastero y me traes la carpeta roja de las facturas- Parece una orden simple. Ah... pero la simpleza no existe en la comunicación maternal, y ella sigue:
- La roja ¿eh nena? Ni la azul, ni la amarilla.
- Que si mamá, que te oído.
- Sí, sí, tu oyes mucho pero te enteras de poquico que ya lo llevo viendo un tiempo. La carpeta está en el armario del medio, en el del medio, no en el pequeño azul, ni en el grande marrón. En el del medio, que es como de color caqui, pero está muy viejo. Mira que nos costó dinero ese armario y salió malo, malo. Se lo dije a tu padre, que los de Muebles El Gran Pino son unos liantes. Pero como tienen nombre en el barrio pues te cuelan cualquier cosa a un precio de rico, que podíamos haber comprado otro que había que era de color beige, pero chica, elegí ese porque el beige es tan sucio, es muy poco sufrido. Como la falda esa que te compraste el año pasado, que no te pones nunca. Ya te lo dije: que el beige no aguanta nada y tú eres muy de arrastrarte. ¿Quién te habrá enseñado a ti esa manía de sentarte en el suelo como si fueras una apache? Porque yo no habré sido. Esos son los de la catequesis, que van de místicos modernos y os sientan en corro, ¡habiendo sillas! Que bien que piden dinero para la Iglesia y luego los niños al suelo, y yo a gastarme dinero en detergente para sacarte todos esos ronchones. Bueno, pues la carpeta está en el tercer cajón. Ni en el primero, ni el segundo. Y no vayas a abrir con fuerza el segundo porque está flojo y mal sujeto, que ya te digo yo, que último mueble que les compro a los de El Gran Pino. ¡Tres años aguantó el cajón! ¿Tú has visto las mesillas que hay en mi cuarto? Pues llevan ahí desde que me casé con tu padre. Las compramos por cuatro duros porque antes nos casábamos con nada, que ahora necisitáis tener un jacuzzi para casaros, que si no, no funciona el matrimonio. Mucha tontería es lo que tenéis. ¿Cuántas veces habré abierto yo esas mesillas? ¿Miles? Qué digo miles, millones, porque yo por las noches me despierto mucho, que tengo insomnio. Cuando era joven no tenía pero como tú dormías tan mal de pequeña pues me cambiaste el sueño y ahora me despierto muchas veces. Y los cajones siguen como el primer día. Además son de estilo castellano que te va con cualquier cosa y son muy sufridas y ni un arañazo que tienen. ¿Me has oído? Pues no te quedes con esa cara de pasmada que me corre prisa. Le tengo que llamar a tu tía Mari para decirle cuánto me costo la olla exprés, porque ha visto una parecida pero le parece muy cara y yo no me acuerdo de memoria del precio. Chica, se me olvida todo. Han dado en la tele que las almendras son muy buenas y mira que me tomo todas las mañanas tres pero no noto nada, ando fatal de memoria...
¡Dios mamá!, ¡porque la tienes llena de palabras!, hasta arriba, ahí no te entra ni un recuerdo nuevo, todo tiene que resbalar (esto sólo lo pienso mientras pongo cara de concentrada, si lo digo en alto, puedo llegar a ver el mismo centro del infierno en un momentito).
Consecuencias:
Estoy en el tratero y mi memoria rastrea. Recuerdo las palabras carpeta, facturas, amarilla, azul, roja, armario beige. No hay armario beige. Creo que también ha dicho marrón. No, el marrón no era. Está lleno de ropa. ¡Caqui!, era el caqui que es más sufrido. Recuerdo las palabras: segundo cajón. Irremediablemente abro el segundo cajón y todo el contenido cae al suelo, lo recoloco. Nerviosa. Se va a dar cuenta. La he cagado. Abro los otros, hay montones de carpetas. Tengo que abrir las carpetas. ¿Cuál era? ¡Facturas! ¡Ha dicho facturas! Hay dos carpetas llenas y una especie de archivador con acordeón. Joder.
- Ya era hora, pues menos mal que te he dicho que tenía prisa. Llevas ahí abajo más de media hora ¿Pero qué narices haces con todas esas carpetas? Si te lo he dicho, nena, pero tú nunca me escuchas. Ahora que un día me vas a escuchar. Bien clarito te lo he dicho: la carpeta roja del armario caqui en el tercer cajón. Si es que todo lo tengo que hacer yo.
Excepciones para utilizarlo:
Tranquilos futuros hijos míos, no tengo ese don de palabra. He necesitado re-escribir cuatro veces este post hasta que he conseguido que la carpeta fuera del color, estuviera en el armario y en el cajón en que inicialmente había pensado. Será porque no me gustan las almendras.
domingo, 5 de septiembre de 2010
33. Nena, el mundo es un lugar terriblemente injusto.
¿Y cómo lo iba a aprender la nena? Pues sintiendo la injusticia en sus carnes. No era plan de contármelo, ponerme un vídeo y no concederme nunca un capricho en pro de todos aquellos niños más desgraciados que yo. Eso hubiera sido simple, sencillo, poco pertubardor y mi madre es perturbadora por encima de todas las cosas. Mi madre quería que yo fuera consciente de la marginación, el sexismo, el racismo, la pobreza y sobre todo, el clasismo, una cosa que a mi madre le parece el peor invento del demonio.
Así que el plan era el siguiente:
- Tratamiento de choque contra el racismo: Consistía en no comprarme ninguna muñeca blanca. Nada ni remotamente cercano a la raza a la que pertenezco. Nunca comprarme una Barbie, ni siquiera una Nancy rubia. En la cabeza de mi madre, si yo jugaba con muñecas de otras razas, no sería racista. Así que mis muñecas fueron: una barriguita africana con el pelo ensortijado y una Nancy marroquí (en serio) cuyo mejor complemento era el shari indio que traía para cambiarle la ropa. Tuve un bebe chino de color amarillo chillón, porque tampoco es que comprara los juguetes caros, así que más que oriental el bebé parecía un extraterrestre (tratamiento de choque contra la pobreza). Tuve matriuskas, una geisha, una familia andina al completo y una especie de Barbie regorderta de todo a 100 pelirroja, porque "nena, los pelirrojos también sufren mucho".
Segunda parte del plan, la que era la parte realmente perturbadora. El día de la vuelta al colegio después de Navidad, todos teníamos que llevar un juguete, el preferido, el más grande, el más caro. Finalidad: dar el máximo posible de envidia al resto de niños. Y ahí entraba mi madre.
- Nena, tú juguete lo elijo yo. En tu clase hay algunos niños que no habrán tenido regalos tan estupendos como los tuyos, así que vas a aprender a solidarizarte con ellos. Te llevas la barriguita negra y no se hable más (tratamiento de choque contra las desigualdades sociales, aunque personalmente creo que era un tratamiento de choque contra mis relaciones sociales normales).
- Pero mamááááá´.... Martita va a llevar la autocaravana de la Barbie y Ana lleva el carricoche del Nenuco. Nadie va a querer jugar conmigo, déjame llevarme al menos las marionetas rusas que son más.
- No, cuando seas mayor me lo agradecerás.
Puede mamá, pero con 7 años aquello era un jodido castigo. Me pasaba esos días sentada el pupitre intentando jugar con Laurita y un tangram que llevaba ella, voluntariamente. "Nena, tú hazte amiga de Laurita que es un niña lista, que sabe lo que importa en la vida". Sí mamá, la capacidad de abstración a veces es lo más importante en la vida. Sobre todo cuando te mandan a chulear al cole con un ábaco, para que aprendas la importancia de las matemáticas, otra vez con una plantilla para aprender a atarme los cordones, otra vez con un tampon que imprimaba mini Quijotes, en fin, lo que viene siendo una vida social de mierda.
Consecuencias del consejo:
Lo dicho, escasa vida social y cierta marginación.
Estado total de éxtasis cada vez que iba a casa de Martita: me disfrazaba de princesa, me pintaba la cara, llevaba unas 5 barbies en la mano mientras acunaba a un Nenuco dentro de la autocaravana, y merendaba nocilla, untada sobre Smacks de Kellogs (prohibidos en mi casa: "Nena, eso no es comida, son chucherías inventadas por los americanos para hacer de los niños seres pusilánimes, en nuestra casa se desayunan tostadas, como Dios manda, con su pan y su mermelada. ¡Arroz inflado! El arroz, para la paella, nena. A ver si aprendes a distinguir las cosas importantes de las tonterías, que parece que te cuesta un poco".
Excepciones para utilizar el consejo:
Todas.
Gracias mamá por enseñarme la cantidad de mierda que hay el mundo, y gracias por hacerme creer que es posible educar a los niños de otra manera para que los adultos acaben siendo también de otra manera, gracias por hacerme valorar cada juguete que tuve, y porque gracias a ti hubo muchas Lauritas en mi vida con sus tangram y sus metrónomos, que me siguen acompañando 20 años después y que jamás me dieron de lado por no tener una Barbie.
Eso sí, te pierden las formas mamá, de verdad, que te pierden. Qué te costaba haberme mandado al cole con un muñeco algo más normal, que me daba igual que fuera aquél bebé indígena con taparrabos, pero ¿el ábaco? Eso no es un juguete mamá, eso es hundirle la vida social a un niño. Palabra.
Así que el plan era el siguiente:
- Tratamiento de choque contra el racismo: Consistía en no comprarme ninguna muñeca blanca. Nada ni remotamente cercano a la raza a la que pertenezco. Nunca comprarme una Barbie, ni siquiera una Nancy rubia. En la cabeza de mi madre, si yo jugaba con muñecas de otras razas, no sería racista. Así que mis muñecas fueron: una barriguita africana con el pelo ensortijado y una Nancy marroquí (en serio) cuyo mejor complemento era el shari indio que traía para cambiarle la ropa. Tuve un bebe chino de color amarillo chillón, porque tampoco es que comprara los juguetes caros, así que más que oriental el bebé parecía un extraterrestre (tratamiento de choque contra la pobreza). Tuve matriuskas, una geisha, una familia andina al completo y una especie de Barbie regorderta de todo a 100 pelirroja, porque "nena, los pelirrojos también sufren mucho".
Segunda parte del plan, la que era la parte realmente perturbadora. El día de la vuelta al colegio después de Navidad, todos teníamos que llevar un juguete, el preferido, el más grande, el más caro. Finalidad: dar el máximo posible de envidia al resto de niños. Y ahí entraba mi madre.
- Nena, tú juguete lo elijo yo. En tu clase hay algunos niños que no habrán tenido regalos tan estupendos como los tuyos, así que vas a aprender a solidarizarte con ellos. Te llevas la barriguita negra y no se hable más (tratamiento de choque contra las desigualdades sociales, aunque personalmente creo que era un tratamiento de choque contra mis relaciones sociales normales).
- Pero mamááááá´.... Martita va a llevar la autocaravana de la Barbie y Ana lleva el carricoche del Nenuco. Nadie va a querer jugar conmigo, déjame llevarme al menos las marionetas rusas que son más.
- No, cuando seas mayor me lo agradecerás.
Puede mamá, pero con 7 años aquello era un jodido castigo. Me pasaba esos días sentada el pupitre intentando jugar con Laurita y un tangram que llevaba ella, voluntariamente. "Nena, tú hazte amiga de Laurita que es un niña lista, que sabe lo que importa en la vida". Sí mamá, la capacidad de abstración a veces es lo más importante en la vida. Sobre todo cuando te mandan a chulear al cole con un ábaco, para que aprendas la importancia de las matemáticas, otra vez con una plantilla para aprender a atarme los cordones, otra vez con un tampon que imprimaba mini Quijotes, en fin, lo que viene siendo una vida social de mierda.
Consecuencias del consejo:
Lo dicho, escasa vida social y cierta marginación.
Estado total de éxtasis cada vez que iba a casa de Martita: me disfrazaba de princesa, me pintaba la cara, llevaba unas 5 barbies en la mano mientras acunaba a un Nenuco dentro de la autocaravana, y merendaba nocilla, untada sobre Smacks de Kellogs (prohibidos en mi casa: "Nena, eso no es comida, son chucherías inventadas por los americanos para hacer de los niños seres pusilánimes, en nuestra casa se desayunan tostadas, como Dios manda, con su pan y su mermelada. ¡Arroz inflado! El arroz, para la paella, nena. A ver si aprendes a distinguir las cosas importantes de las tonterías, que parece que te cuesta un poco".
Excepciones para utilizar el consejo:
Todas.
Gracias mamá por enseñarme la cantidad de mierda que hay el mundo, y gracias por hacerme creer que es posible educar a los niños de otra manera para que los adultos acaben siendo también de otra manera, gracias por hacerme valorar cada juguete que tuve, y porque gracias a ti hubo muchas Lauritas en mi vida con sus tangram y sus metrónomos, que me siguen acompañando 20 años después y que jamás me dieron de lado por no tener una Barbie.
Eso sí, te pierden las formas mamá, de verdad, que te pierden. Qué te costaba haberme mandado al cole con un muñeco algo más normal, que me daba igual que fuera aquél bebé indígena con taparrabos, pero ¿el ábaco? Eso no es un juguete mamá, eso es hundirle la vida social a un niño. Palabra.
lunes, 30 de agosto de 2010
32. Nena, ¿Crees que soy la dueña del Banco de España?
Bueno, en realidad, la formulación era BancoEspaña, del tirón. Y a mí me daban unas ganas horribles de decirle:
- Pues sí mamá, porque si yo de paga tengo 2 duros y en tu cartera hay más de 600 veces esa cantidad... Pues sí, mamá, algo tienes que tener tú con el Bancoespaña para tener tantííiísimo dinero con el que me podría comprar todos los huevos kinder del mundo. Ahora, que no lo haces porque no te da la gana.
Pero sólo me daban ganas de decírselo, porque si yo le contestaba así a mi madre, me regalaba a los gitanos del circo, que ya me lo tenía advertido.
Variaciones del consejo:
Pero tú te crees que soy la dueña de Iberdrola.
Pero tú te crees que el dinero lo regalan.
Pero tú te crees que el dinero crece en los árboles.
Cuándo utilizaba el consejo:
Pues siempre que le pedía algo, fuera un capricho una necesidad. A mi madre todo le parece un gasto.
- Mami me compras un estuche nuevo.
- Pero si tienes el que te compré el año pasado. Nena, ¿tu te crees que soy la dueña del BancoEspaña?
- Es de hace dos años mami.
- Está como nuevo nena, y no me llames mami que me pone nerviosa.
- Mamá pero si no cierra, la cremallera está rota.
- Ah ¿y se la he roto yo? He sido yo ¿no?
- No mamá, se ha roto de usarlo mucho.
- Pues nena, no te pienso comprar otro para que lo rompas otra vez. (¿Os habéis dado cuenta? Ya no estamos discutiendo sobre comprarme o no el estuche, estamos hablando de que la nena rompe cosas constantemente. Otro poder de madre: manipulación).
- Pero mamá es que Martita tiene uno super chulo con un organillo en la tapa y puedes tocar canciones mientras haces la tarea.
- ¿Un organillo? Mira nena, tú haz las tareas centradita y en silencio, sin musiquitas, que yo artistas no quiero en la familia. ¡Un estuche con música!, qué inventarán. Un estuche lo que tiene que hacer es guardar bolis y punto. A parte que tú desafinas cantando Campana sobre campana, que mira qué es difícil, así que no vamos a tirar el dinero.
- Pero mami y ¿cómo llevo los bolis dentro de este estuche roto?
- Ni mami, ni zarandajas. Le pones una goma y haber si cuidas un poco las cosas que el dinero no me lo regalan, ¿eh? nena.
Consecuencias del consejo:
Odio al Bancoespaña, ¡cabrones de mierda! Qué os costaba haberle dado a mi madre 500 pesetas para un estuche con órgano, ¿eh? Que sólo dos niñas de mi clase no tuvimos ese estuche y Laurita era la niña que creía que no había cosa más divertida que mirar un metrónomo durante horas. Pues eso, cabrones, a ver cómo queríais que tuviera una vida social normal con un estuche cerrado con una goma. Es que es pasar por la calle Alcalá y me tengo que cambiar de acera, porque me entran unas ganas de prenderle fuego al edificio, que miedo me doy.
Excepciones para utilizarlo:
No pienso utilizarlo. Mi frase tipo será algo más:
- Mami que quiero un estuche que vuela. (porque en mi mente de los 80, todo en el futuro debe volar).
- No tengo dinero porque me lo gasto en terapia para superar un exceso de educación maternal.
- Pero mami...
- Ni mami, ni zarandajas.
Me gusta cómo suena zarandajas aunque ni idea de qué significa.
- Pues sí mamá, porque si yo de paga tengo 2 duros y en tu cartera hay más de 600 veces esa cantidad... Pues sí, mamá, algo tienes que tener tú con el Bancoespaña para tener tantííiísimo dinero con el que me podría comprar todos los huevos kinder del mundo. Ahora, que no lo haces porque no te da la gana.
Pero sólo me daban ganas de decírselo, porque si yo le contestaba así a mi madre, me regalaba a los gitanos del circo, que ya me lo tenía advertido.
Variaciones del consejo:
Pero tú te crees que soy la dueña de Iberdrola.
Pero tú te crees que el dinero lo regalan.
Pero tú te crees que el dinero crece en los árboles.
Cuándo utilizaba el consejo:
Pues siempre que le pedía algo, fuera un capricho una necesidad. A mi madre todo le parece un gasto.
- Mami me compras un estuche nuevo.
- Pero si tienes el que te compré el año pasado. Nena, ¿tu te crees que soy la dueña del BancoEspaña?
- Es de hace dos años mami.
- Está como nuevo nena, y no me llames mami que me pone nerviosa.
- Mamá pero si no cierra, la cremallera está rota.
- Ah ¿y se la he roto yo? He sido yo ¿no?
- No mamá, se ha roto de usarlo mucho.
- Pues nena, no te pienso comprar otro para que lo rompas otra vez. (¿Os habéis dado cuenta? Ya no estamos discutiendo sobre comprarme o no el estuche, estamos hablando de que la nena rompe cosas constantemente. Otro poder de madre: manipulación).
- Pero mamá es que Martita tiene uno super chulo con un organillo en la tapa y puedes tocar canciones mientras haces la tarea.
- ¿Un organillo? Mira nena, tú haz las tareas centradita y en silencio, sin musiquitas, que yo artistas no quiero en la familia. ¡Un estuche con música!, qué inventarán. Un estuche lo que tiene que hacer es guardar bolis y punto. A parte que tú desafinas cantando Campana sobre campana, que mira qué es difícil, así que no vamos a tirar el dinero.
- Pero mami y ¿cómo llevo los bolis dentro de este estuche roto?
- Ni mami, ni zarandajas. Le pones una goma y haber si cuidas un poco las cosas que el dinero no me lo regalan, ¿eh? nena.
Consecuencias del consejo:
Odio al Bancoespaña, ¡cabrones de mierda! Qué os costaba haberle dado a mi madre 500 pesetas para un estuche con órgano, ¿eh? Que sólo dos niñas de mi clase no tuvimos ese estuche y Laurita era la niña que creía que no había cosa más divertida que mirar un metrónomo durante horas. Pues eso, cabrones, a ver cómo queríais que tuviera una vida social normal con un estuche cerrado con una goma. Es que es pasar por la calle Alcalá y me tengo que cambiar de acera, porque me entran unas ganas de prenderle fuego al edificio, que miedo me doy.
Excepciones para utilizarlo:
No pienso utilizarlo. Mi frase tipo será algo más:
- Mami que quiero un estuche que vuela. (porque en mi mente de los 80, todo en el futuro debe volar).
- No tengo dinero porque me lo gasto en terapia para superar un exceso de educación maternal.
- Pero mami...
- Ni mami, ni zarandajas.
Me gusta cómo suena zarandajas aunque ni idea de qué significa.
lunes, 23 de agosto de 2010
31. Tenías que haber caído en otra casa.
Esto nunca se le debería decir a un niño, porque un niño puede pensar:
Primero: los niños caen lo que produce confusiones en cuanto a la reproducción humana.
Segundo: a mi madre le hubiera gustado que le hubiera caído otra niña distinta, más... más... No es que no se me ocurran cosas, es que son tantas que me cuesta ordenarlas: más limpia, ordenada, buena comedora, recta, educada, tranquila, obediente, conformista, disciplinada, y sobre todo, más normal. Voy a parar de enumerar para no deprimirme.
Tercero: ¿Y si hubiera caído en casa de Martita? Tendría Barbie y piscina. ¡Oh mundo cruel! Y yo con la muñeca Pepa que sólo sabe tirarse pedos y la piscina municipal con el profesor psicópata de natación:
- No llores niña. Tampoco es tan grave que te caiga alguien encima desde el trampolín. Que eres muy blanda.
- Pero es que Manolito pesa 70 kilos.
- ¡Ah! o sea que tenemos una niña que discrimina a los demás por su peso. Bueno, pues se me ocurre que piense en ello nadando otros... pongamos... 30 largos, y suelta la burbuja, que te estoy viendo. Así no te vas a hacer fuerte niña.
Cuándo utilizaba el consejo:
Siempre que me quejaba.
- Joo mami las alubias verdes están malas.
- Tenías que haber caído en otra casa en la que te dieran de comer siempre alubias, para que aprendieras.
- Mami nosotros nunca tenemos Nocilla.
- Tenías que haber caído en otra casa en la que siempre te dieran de comer siempre alubias, para que aprendieras.
- Mami yo lo que quiero cenar de verdad son tranchetes, sólo tranchetes.
- Tenías que haber caído en otra casa en la que siempre te dieran de comer siempre alubias, para que aprendieras. (Luego se pregunta porqué coño le tengo tanta manía a las alubias).
- También podía haber caído en una casa en la que sólo dieran Nocilla y tranchetes- decía yo por lo bajini. Pero el super oído de madre ahí está, para amargarle el día a una.
- ¡Ah sí! Pues ala, venga, vete a buscar esa casa. Sí, sí, ya me estás oyendo. Anda coge tus cosas, ah no, que tu cosas son nuestras ¿o es que tú has pagado alguna? Venga, que sí nena, que tienes mi permiso. Vete a ver si te quieren en otra casa, no sé, igual los gitanos del circo buscan niñas.
Y me comía las jodidas alubias.
Excepciones para utilizar este consejo:
Ninguna. Futuros hijos míos: habéis caído en mi casa. La vida es así. Espero tener piscina para cuando lleguéis, Nocilla ya tengo, algo es algo, pero algún día habrá que comer alubias verdes. Lo dicho, la vida es así.
Primero: los niños caen lo que produce confusiones en cuanto a la reproducción humana.
Segundo: a mi madre le hubiera gustado que le hubiera caído otra niña distinta, más... más... No es que no se me ocurran cosas, es que son tantas que me cuesta ordenarlas: más limpia, ordenada, buena comedora, recta, educada, tranquila, obediente, conformista, disciplinada, y sobre todo, más normal. Voy a parar de enumerar para no deprimirme.
Tercero: ¿Y si hubiera caído en casa de Martita? Tendría Barbie y piscina. ¡Oh mundo cruel! Y yo con la muñeca Pepa que sólo sabe tirarse pedos y la piscina municipal con el profesor psicópata de natación:
- No llores niña. Tampoco es tan grave que te caiga alguien encima desde el trampolín. Que eres muy blanda.
- Pero es que Manolito pesa 70 kilos.
- ¡Ah! o sea que tenemos una niña que discrimina a los demás por su peso. Bueno, pues se me ocurre que piense en ello nadando otros... pongamos... 30 largos, y suelta la burbuja, que te estoy viendo. Así no te vas a hacer fuerte niña.
Cuándo utilizaba el consejo:
Siempre que me quejaba.
- Joo mami las alubias verdes están malas.
- Tenías que haber caído en otra casa en la que te dieran de comer siempre alubias, para que aprendieras.
- Mami nosotros nunca tenemos Nocilla.
- Tenías que haber caído en otra casa en la que siempre te dieran de comer siempre alubias, para que aprendieras.
- Mami yo lo que quiero cenar de verdad son tranchetes, sólo tranchetes.
- Tenías que haber caído en otra casa en la que siempre te dieran de comer siempre alubias, para que aprendieras. (Luego se pregunta porqué coño le tengo tanta manía a las alubias).
- También podía haber caído en una casa en la que sólo dieran Nocilla y tranchetes- decía yo por lo bajini. Pero el super oído de madre ahí está, para amargarle el día a una.
- ¡Ah sí! Pues ala, venga, vete a buscar esa casa. Sí, sí, ya me estás oyendo. Anda coge tus cosas, ah no, que tu cosas son nuestras ¿o es que tú has pagado alguna? Venga, que sí nena, que tienes mi permiso. Vete a ver si te quieren en otra casa, no sé, igual los gitanos del circo buscan niñas.
Y me comía las jodidas alubias.
Excepciones para utilizar este consejo:
Ninguna. Futuros hijos míos: habéis caído en mi casa. La vida es así. Espero tener piscina para cuando lleguéis, Nocilla ya tengo, algo es algo, pero algún día habrá que comer alubias verdes. Lo dicho, la vida es así.
viernes, 20 de agosto de 2010
30. Nena, como te caigas, vas a cobrar.
- ¿Voy a cobrar 100 pesetas mamá? (ajá soy de la generación de las pesetas y de los chistes malos).
- Mira nena, como te sigas haciendo la graciosa no te va a hacer falta caerte para cobrar. Y bájate de esa barandilla que te vas a abrir la crisma y luego vendrán los lloros.
Oye, dicho y hecho. Es que mi madre te dice algo tipo: ten cuidado con ese vaso que se te va a caer. Y al jodido vaso parece que le faltan segundos para estamparse contra el suelo. Y, por supuesto, que a mi madre le faltan menos segundos para decir: "Te lo dije, nena".
Yo creo que es un super poder de madres. En realidad, si ella no dijera nada, el vaso jamás se caería pero se cae, y vienen los lloros, y las crismas abiertas.
Crisma es una de esas palabras que no tengo ni idea de qué significa, supongo que cabeza, pero que sólo se la he oído a mi madre en dos variantes: romper la crisma y abrir la crisma (Segunda entrega del vocabulario de madre).
Y también está esa gran frase de madre: "luego vendrán los lloros". Tengo que confesar que durante años, para mí, los lloros eran unos seres tipo el coco, malvados, que iban a venir a castigarme por portarme mal. Descubrí lo que eran la primera vez que me abrí la crisma. La escena: yo llorando con una herida en la cabeza y mi madre:
- Te lo dije nena. A no, no, a mí con lloros no me vengas. Que te lo he dicho nena: bájate de ese patinete que tú tienes el mismo equilibrio que un calabacín, mejor tumbada. Pero noooo, tú ni caso: que mira cómo me deslizo, que mira que velocidad... Pues ala, ya lo has aprendido: la velocidad en la vida no trae nada bueno, nunca, y tú sobre ruedas, pues tampoco puedes traer nada bueno. ¡Pero si tenías 8 meses y todavía no te sujetabas la cabeza! Que las vecinas me decían que te pusiera collarín para que se fijara un poco el cuello, que no era normal. Y sí que quedabas un poco rara, así te has quedado, rara. Que ya es desgracia. Habiendo podido ser normal, normal, pues mira, nos ha tocado que seas rara.
Insisto: yo lloraba con una herida en la cabeza.
Consecuencias:
Puro y rotundo pánico cada vez que mi madre dice cosas tipo:
- Tú sigue así, que te van a echar a la calle en dos días- Oye, pues justo, fueron dos días y a la calle.
Le hago caso, al menos con las cosas básicas, le hago caso.
- Nena, si no sabes cocinar vas a morir sola.
A ver quién tiene narices de no hacerle caso. ¿Eh? ¿A ver? Vamos, que hago una paella para chuparse los dedos y estoy aprendiendo a desconstruir la tortilla de patatas. Bueno, para qué mentir, mis tortillas siempre son deconstruídas, jamás me cuajan. Joder, voy a morir sola.
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, lo siento pero el consejo me importa un pimiento, lo que quiero son esos super poderes premonitorios ya mismo y decirme por las noches:
- Nena, como mañana eches a la primitiva, te van a tocar 20 kilos.
¡Y a vivir! que es lo mío.
- Mira nena, como te sigas haciendo la graciosa no te va a hacer falta caerte para cobrar. Y bájate de esa barandilla que te vas a abrir la crisma y luego vendrán los lloros.
Oye, dicho y hecho. Es que mi madre te dice algo tipo: ten cuidado con ese vaso que se te va a caer. Y al jodido vaso parece que le faltan segundos para estamparse contra el suelo. Y, por supuesto, que a mi madre le faltan menos segundos para decir: "Te lo dije, nena".
Yo creo que es un super poder de madres. En realidad, si ella no dijera nada, el vaso jamás se caería pero se cae, y vienen los lloros, y las crismas abiertas.
Crisma es una de esas palabras que no tengo ni idea de qué significa, supongo que cabeza, pero que sólo se la he oído a mi madre en dos variantes: romper la crisma y abrir la crisma (Segunda entrega del vocabulario de madre).
Y también está esa gran frase de madre: "luego vendrán los lloros". Tengo que confesar que durante años, para mí, los lloros eran unos seres tipo el coco, malvados, que iban a venir a castigarme por portarme mal. Descubrí lo que eran la primera vez que me abrí la crisma. La escena: yo llorando con una herida en la cabeza y mi madre:
- Te lo dije nena. A no, no, a mí con lloros no me vengas. Que te lo he dicho nena: bájate de ese patinete que tú tienes el mismo equilibrio que un calabacín, mejor tumbada. Pero noooo, tú ni caso: que mira cómo me deslizo, que mira que velocidad... Pues ala, ya lo has aprendido: la velocidad en la vida no trae nada bueno, nunca, y tú sobre ruedas, pues tampoco puedes traer nada bueno. ¡Pero si tenías 8 meses y todavía no te sujetabas la cabeza! Que las vecinas me decían que te pusiera collarín para que se fijara un poco el cuello, que no era normal. Y sí que quedabas un poco rara, así te has quedado, rara. Que ya es desgracia. Habiendo podido ser normal, normal, pues mira, nos ha tocado que seas rara.
Insisto: yo lloraba con una herida en la cabeza.
Consecuencias:
Puro y rotundo pánico cada vez que mi madre dice cosas tipo:
- Tú sigue así, que te van a echar a la calle en dos días- Oye, pues justo, fueron dos días y a la calle.
Le hago caso, al menos con las cosas básicas, le hago caso.
- Nena, si no sabes cocinar vas a morir sola.
A ver quién tiene narices de no hacerle caso. ¿Eh? ¿A ver? Vamos, que hago una paella para chuparse los dedos y estoy aprendiendo a desconstruir la tortilla de patatas. Bueno, para qué mentir, mis tortillas siempre son deconstruídas, jamás me cuajan. Joder, voy a morir sola.
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, lo siento pero el consejo me importa un pimiento, lo que quiero son esos super poderes premonitorios ya mismo y decirme por las noches:
- Nena, como mañana eches a la primitiva, te van a tocar 20 kilos.
¡Y a vivir! que es lo mío.
miércoles, 18 de agosto de 2010
29. Quien tiende bien, plancha la mitad.
Lo tengo que reconocer: mi madre tiene razón. Un gran consejo. Estupendo. Pura sabiduría de madre. Una verdad como un templo. Si no te gusta planchar... Bueno, ¿a qué clase de persona le puede gustar planchar? Mi madre, que tiene su casa limpia, pero limpia tipo: en esta casa no hay atmósfera por eso no hay ni una motita de polvo, odia planchar. Y tiene ese truco. Un buen truco. Vale, dejo de insistir pero es que los buenos consejos de mi madre los paladeo con placer.
Matizaciones malas a un buen consejo:
Mi madre lo plancha todo.
- Por supuesto, que lás sábanas se planchan, y ¿ si te pones mala y tiene que venir el médico a casa? Imagínate la vergüenza si están arrugadas. Nena, las sábanas se planchan.
- Las toallas también se planchan, nena, ¿cómo no se van a planchar? Es que tienes unas cosas. ¿Y si viene algún invitado a casa y las ve todas arrugadas en el baño, qué a pensar de ti? Pues que eres una sucia y eso no, ¿me has oído? De una hija mía nadie va a decir que es sucia, antes me borro como madre.
- Ay nena, y ya que estás, no te cuesta nada darles un planchado a los calcetines, que quedan mejor tú hazme caso, y si alguien abre el cajón de los calcetines pues pensará: Pero qué chica más limpia.
- Pero mamá, quién narices va a abrir mi cajón de los calcetines.
-Nunca se sabe, nena, tú por si acaso dales una planchada. Y, por favor, no digas narices, que queda vulgar.
Para mi madre, la limpieza es LA virtud, sin lugar a dudas lo mejor que se puede decir de alguien. Puedes saber si una persona le ha impresionado porque dice: "He conocido a la hija de Pili, ay muy mona, muy estilosa, es médico, trabaja en una ONG, pero sobre todo es que tiene una pinta de limpia". Mi madre vio a Obama y dijo: "Me gusta ese chico, tiene pinta de muy limpio". Tú estudia años, una dura carrera política, sé el primer presidente negro de Estados Unidos y nada de eso valdrá tanto como que lleves los calcetines planchados.
Excepciones para utilizar el consejo (en realidad, variación del consejo):
Futuros hijos míos: quien tiende bien, plancha la mitad. Una buena sacudida y bien colgada, y no habrá que planchar.
Segundo consejo: existen tejidos que no hace falta planchar, compraros toda la ropa de ellos. A excepción de la licra, hijos, la licra sólo se admite en un bañador y con mucho, mucho, cuidado.
No perdáis tiempo planchando: sábanas, toallas, bragas, calcetines, paños de cocina, y la mayoría de las camisetas y pantalones. Si alguien dice que sois unos sucios por no planchar los calcetines no pasa nada, el problema es suyo. Conoceréis más gente. Si es vuestra suegra, estáis jodidos.
Matizaciones malas a un buen consejo:
Mi madre lo plancha todo.
- Por supuesto, que lás sábanas se planchan, y ¿ si te pones mala y tiene que venir el médico a casa? Imagínate la vergüenza si están arrugadas. Nena, las sábanas se planchan.
- Las toallas también se planchan, nena, ¿cómo no se van a planchar? Es que tienes unas cosas. ¿Y si viene algún invitado a casa y las ve todas arrugadas en el baño, qué a pensar de ti? Pues que eres una sucia y eso no, ¿me has oído? De una hija mía nadie va a decir que es sucia, antes me borro como madre.
- Ay nena, y ya que estás, no te cuesta nada darles un planchado a los calcetines, que quedan mejor tú hazme caso, y si alguien abre el cajón de los calcetines pues pensará: Pero qué chica más limpia.
- Pero mamá, quién narices va a abrir mi cajón de los calcetines.
-Nunca se sabe, nena, tú por si acaso dales una planchada. Y, por favor, no digas narices, que queda vulgar.
Para mi madre, la limpieza es LA virtud, sin lugar a dudas lo mejor que se puede decir de alguien. Puedes saber si una persona le ha impresionado porque dice: "He conocido a la hija de Pili, ay muy mona, muy estilosa, es médico, trabaja en una ONG, pero sobre todo es que tiene una pinta de limpia". Mi madre vio a Obama y dijo: "Me gusta ese chico, tiene pinta de muy limpio". Tú estudia años, una dura carrera política, sé el primer presidente negro de Estados Unidos y nada de eso valdrá tanto como que lleves los calcetines planchados.
Excepciones para utilizar el consejo (en realidad, variación del consejo):
Futuros hijos míos: quien tiende bien, plancha la mitad. Una buena sacudida y bien colgada, y no habrá que planchar.
Segundo consejo: existen tejidos que no hace falta planchar, compraros toda la ropa de ellos. A excepción de la licra, hijos, la licra sólo se admite en un bañador y con mucho, mucho, cuidado.
No perdáis tiempo planchando: sábanas, toallas, bragas, calcetines, paños de cocina, y la mayoría de las camisetas y pantalones. Si alguien dice que sois unos sucios por no planchar los calcetines no pasa nada, el problema es suyo. Conoceréis más gente. Si es vuestra suegra, estáis jodidos.
lunes, 9 de agosto de 2010
28. Y si Martita se tira por la ventana...
Pues yo detrás mamá, porque soy un ser sin personalidad que cree que tirarse por la ventana es una opción como cualquier otra: ¿Seré abogada o arquitecta? Bah... No. Mejor me tiro por una ventana como Martita.
Mira, esta frase me ponía, y me pone, de los nervios. Digo "me pone" porque la frase sigue ahí para mí:
- Mamá, me voy a ir de viaje a México.
- ¡Huy nena a México! Pero si todos los días dan en la tele que matan gente. Decapitados, me parece. Ese no puede ser un país normal. ¿Qué haces tú en México? Que necesidad tienes con la de España que hay por ver. (Mi madre es muy de España).
- Pero que la zona a la que voy es para turistas y es muy segura. Hay mucha policía.
- Huy nena, donde hay policía es que se necesita, que tienes unas cosas... ¿A qué cuando tú vas paseando por Gandía no ves mucha? Porque es un sitio seguro, por eso no hay. Además ¿esos no son los de la gripe porcina?
- La gripe A, mamá.
- Pues eso, que lo mismo da.
- Pues no es lo mismo mamá, una la padecen los cerdos y otra las personas.
- Pues más a mi favor, ¿entonces dices que la gripe mortal de personas es mejicana?
- Mamá, eso fue hace un año y fue en todo el mundo y han demostrado que no era peligrosa.
- No claro, no, no era nada peligrosa. ¿Y quién lo ha demostrado? ¿No habrán sido los mejicanos? Nena, por favor, que tú eres de creerte cualquier cosa que ya lo hemos hablado.
- Ay Mamá, de verdad que es muy seguro y hay unas playas preciosas.
- Huy playas preciosas, dice. En Valencia hay más de 100 playas con bandera azul, que han dado en la tele que es el mejor diploma que le pueden dar a una playa ¿las de México tienen bandera azul?
- No la necesitan, tienen el mar Caribe.
- Y Gandía el Mediterráneo, y una arena buénisima que no se pega, y no andan decapitando gente por la calle sin ton ni son. Que además en esos viajes a saber qué te dan de comer y luego te entran unas diarreas malísimas, y te quedas más delgada aún, que te lo he dicho, nena: tú más que flaca estás espiritual. Con la paella tan buena que dan en Gandía, y el fideuá, que me dijo tu tía Mari de un sitio estupendo para tomarlo, un sitio limpio, limpio que te ponen manteles de tela, y si vas le dices que eres sobrina de la Mari, la del Teodoro, y ya vas a ver que te atienden de primera y te echan un montón de gambas en la ración.
Y justo en este punto, demostrado que la logica, la información y la racionalidad no funcionan es cuando yo digo:
- Mamá, Marta fue en junio a México y volvió encantada y no tuvieron ningún problema.
- Y si Martita se tira por una ventana, tú detrás.
Esto fue antes de ayer, 31 años que tengo, y Martita 1 hija y un trabajo como pediatra, y un marido serio que haría las delicias como nuero para mi madre. Pero ella sigue siendo Martita y yo un ser sin personalidad, y mi madre agotadora.
Consecuencias del consejo:
Le he mentido durante años, pero mentido con avaricia. En realidad, sólo 1 de las 30 veces que cree que he estado en Gandía era verdad. Fui una vez y me hice miles de fotos de recurso. Todos vivimos más tranquilos.
Excepciones para utilizar la frasecita:
Cuando Martita se tire por la jodida ventana.
Mira, esta frase me ponía, y me pone, de los nervios. Digo "me pone" porque la frase sigue ahí para mí:
- Mamá, me voy a ir de viaje a México.
- ¡Huy nena a México! Pero si todos los días dan en la tele que matan gente. Decapitados, me parece. Ese no puede ser un país normal. ¿Qué haces tú en México? Que necesidad tienes con la de España que hay por ver. (Mi madre es muy de España).
- Pero que la zona a la que voy es para turistas y es muy segura. Hay mucha policía.
- Huy nena, donde hay policía es que se necesita, que tienes unas cosas... ¿A qué cuando tú vas paseando por Gandía no ves mucha? Porque es un sitio seguro, por eso no hay. Además ¿esos no son los de la gripe porcina?
- La gripe A, mamá.
- Pues eso, que lo mismo da.
- Pues no es lo mismo mamá, una la padecen los cerdos y otra las personas.
- Pues más a mi favor, ¿entonces dices que la gripe mortal de personas es mejicana?
- Mamá, eso fue hace un año y fue en todo el mundo y han demostrado que no era peligrosa.
- No claro, no, no era nada peligrosa. ¿Y quién lo ha demostrado? ¿No habrán sido los mejicanos? Nena, por favor, que tú eres de creerte cualquier cosa que ya lo hemos hablado.
- Ay Mamá, de verdad que es muy seguro y hay unas playas preciosas.
- Huy playas preciosas, dice. En Valencia hay más de 100 playas con bandera azul, que han dado en la tele que es el mejor diploma que le pueden dar a una playa ¿las de México tienen bandera azul?
- No la necesitan, tienen el mar Caribe.
- Y Gandía el Mediterráneo, y una arena buénisima que no se pega, y no andan decapitando gente por la calle sin ton ni son. Que además en esos viajes a saber qué te dan de comer y luego te entran unas diarreas malísimas, y te quedas más delgada aún, que te lo he dicho, nena: tú más que flaca estás espiritual. Con la paella tan buena que dan en Gandía, y el fideuá, que me dijo tu tía Mari de un sitio estupendo para tomarlo, un sitio limpio, limpio que te ponen manteles de tela, y si vas le dices que eres sobrina de la Mari, la del Teodoro, y ya vas a ver que te atienden de primera y te echan un montón de gambas en la ración.
Y justo en este punto, demostrado que la logica, la información y la racionalidad no funcionan es cuando yo digo:
- Mamá, Marta fue en junio a México y volvió encantada y no tuvieron ningún problema.
- Y si Martita se tira por una ventana, tú detrás.
Esto fue antes de ayer, 31 años que tengo, y Martita 1 hija y un trabajo como pediatra, y un marido serio que haría las delicias como nuero para mi madre. Pero ella sigue siendo Martita y yo un ser sin personalidad, y mi madre agotadora.
Consecuencias del consejo:
Le he mentido durante años, pero mentido con avaricia. En realidad, sólo 1 de las 30 veces que cree que he estado en Gandía era verdad. Fui una vez y me hice miles de fotos de recurso. Todos vivimos más tranquilos.
Excepciones para utilizar la frasecita:
Cuando Martita se tire por la jodida ventana.
jueves, 5 de agosto de 2010
27. Esto me duele más a mí que a ti, nena.
Pues mira mamá, lo dudo. Pero mucho, mucho.
Al principio te creía:
- Castigada sin cenar por no haber merendado. Y no llores que esto me duele más a mí que ti, nena.
Vale. Puede que en ese caso le doliera más a ella si tengo en cuenta que siempre me ha tratado de alimentar como si en mi interior vivieran 4 niñas más, y una de ellas con la tenia. Cuando mi madre me dice: "Te he dejado la comida preparada", ya sé que podemos comer yo y el colegio entero de las Ursulinas, y puede que sobre algo. Así que vale, dejarme sin cenar podía dolerle más a ella.
Puede que también fuera verdad cuando me llevaba a natación y aquel simpático profesor me tiraba al agua mientras le decía a ella: "Tranquila mujer, los buenos sobreviven".
Teniendo en cuenta que todo, repito todo, en esta vida le parece una amenaza... Pongamos ejemplos para dejar las cosas claras: "Las moscas son unos seres horrorosos que trasmiten infecciones mortales, en el mar te puede atacar un banco de medusas, en la arena de la playa hay jeringuillas escondidas para infectar a niñas como tú, en los vasos te echan droga, todos los hombres menos tu padre quieren aprovecharse de ti, por la noche hay delincuentes, por el día no puedes reconocer a los delincuentes porque disimulan, el cloro de la piscina te puede dejar ciega, si andas descalza cogerás hongos, las mariquitas son moscas disfrazadas". ¿Se entiende no? Bueno, por si acaso: "Te puedes pillar cualquier cosa si vas de camping, si te muerdes las uñas se te clavarán en la barriga, si te haces un pendiente se pudrirá y se te va a caer la nariz, las mariposas también son moscas disfrazadas". Ahora sí.
Bueno, también puede que le doliera más a ella verme tragar agua e intentar sobrevivir en aquella piscina del infierno, porque si tenía que confiar que sólo los buenos sobrevivían... No lo vería claro.
Pero el resto de las veces. Castigada sin salir, sin postre, sin tele, sin jugar, sin bajar a la plaza, castigada a comer doble ración de alubias verdes, castigada a fregar toda la casa, a limpiar las ventanas, a sacar la basura, a ordenar los armarios... "Esto me duele más a mí que ti, nena". ¡JA! Vamos, mamá, un poco de seriedad: no te dolía nada de nada, ni siquiera un poquito.
Excepciones para utilizar el consejo:
No pienso hacerles creer que yo sufro más por los castigos que ellos. Tampoco es que vaya a disfrutar aunque tengo serias dudas... Mi madre estoy segura de que se lo pasaba pipa viéndome comer doble ración de alubias verdes: "Ale, ya la he alimentado por hoy y por mañana. Anda que no soy buena madre ni nada. ¡Una medalla me tenían que dar!".
Pues eso, queda prohibida la frase. Suficiente es el castigo como para encima regozijarse.
Al principio te creía:
- Castigada sin cenar por no haber merendado. Y no llores que esto me duele más a mí que ti, nena.
Vale. Puede que en ese caso le doliera más a ella si tengo en cuenta que siempre me ha tratado de alimentar como si en mi interior vivieran 4 niñas más, y una de ellas con la tenia. Cuando mi madre me dice: "Te he dejado la comida preparada", ya sé que podemos comer yo y el colegio entero de las Ursulinas, y puede que sobre algo. Así que vale, dejarme sin cenar podía dolerle más a ella.
Puede que también fuera verdad cuando me llevaba a natación y aquel simpático profesor me tiraba al agua mientras le decía a ella: "Tranquila mujer, los buenos sobreviven".
Teniendo en cuenta que todo, repito todo, en esta vida le parece una amenaza... Pongamos ejemplos para dejar las cosas claras: "Las moscas son unos seres horrorosos que trasmiten infecciones mortales, en el mar te puede atacar un banco de medusas, en la arena de la playa hay jeringuillas escondidas para infectar a niñas como tú, en los vasos te echan droga, todos los hombres menos tu padre quieren aprovecharse de ti, por la noche hay delincuentes, por el día no puedes reconocer a los delincuentes porque disimulan, el cloro de la piscina te puede dejar ciega, si andas descalza cogerás hongos, las mariquitas son moscas disfrazadas". ¿Se entiende no? Bueno, por si acaso: "Te puedes pillar cualquier cosa si vas de camping, si te muerdes las uñas se te clavarán en la barriga, si te haces un pendiente se pudrirá y se te va a caer la nariz, las mariposas también son moscas disfrazadas". Ahora sí.
Bueno, también puede que le doliera más a ella verme tragar agua e intentar sobrevivir en aquella piscina del infierno, porque si tenía que confiar que sólo los buenos sobrevivían... No lo vería claro.
Pero el resto de las veces. Castigada sin salir, sin postre, sin tele, sin jugar, sin bajar a la plaza, castigada a comer doble ración de alubias verdes, castigada a fregar toda la casa, a limpiar las ventanas, a sacar la basura, a ordenar los armarios... "Esto me duele más a mí que ti, nena". ¡JA! Vamos, mamá, un poco de seriedad: no te dolía nada de nada, ni siquiera un poquito.
Excepciones para utilizar el consejo:
No pienso hacerles creer que yo sufro más por los castigos que ellos. Tampoco es que vaya a disfrutar aunque tengo serias dudas... Mi madre estoy segura de que se lo pasaba pipa viéndome comer doble ración de alubias verdes: "Ale, ya la he alimentado por hoy y por mañana. Anda que no soy buena madre ni nada. ¡Una medalla me tenían que dar!".
Pues eso, queda prohibida la frase. Suficiente es el castigo como para encima regozijarse.
sábado, 31 de julio de 2010
26. ¡Ni chocolate, ni chocolata!
Esto más que un consejo es la primera entrega del vocabulario de madres.
La mía nunca jamás nos daba un capricho. No. Ella creía que con una única vez que nos comprara un huevo kinder íbamos a quedar marcadas de por vida por ese capricho, y ya nunca jamás íbamos a tener fuerza de voluntad, nos íbamos a dedicar a la vida fácil y ociosa, y a todos los vicios posibles. "Que son muchos nena, y ahí están para que tú caigas y tú eres mucho de caer".
Así que tú le decías:
- Mamá, quiero un huevo de chocolate.
- No.
- Por fa mami, cómprame un huevo- con cara de niña buenísima.
- No.
- Mamiiiii que me voy portar super bien si me compras chocolate (Aquí revasaba su paciencia).
- ¡Ni chocolate, ni chocolata!, y como no te portes bien tú solica, te vas a enterar. Mi obligación es tenerte abrigada y bien comida y la tuya portarte bien. Así que, si tu no cumples, esta noche duermes en la terraza y vas a cenar huevos de chocolate imaginarios, que parece que te gustan mucho.
Sí, tampoco es que mi madre fuera el Santo Job.
Cuando ella le cambiaba el género a cualquier cosa, tú ya sabías que no había esperanza.
- Mami cómprame una barbie que Martita tiene una super chula.
- Pues anda que no es chula tu muñeca Pepa.
- Mami, pero si le falta un ojo.
- Será culpa mía, no habérselo arrancando.
- Jooo mami, que la Barbie es super guapa y tiene muchos vestidos.
- Y la Pepa se tira pedos.
- Mami no es lo mismo. La Barbie tiene estilo y está delgada.
- Mira nena, a mi la Pepa me parece mucho más simpática que la escuálida esa, que no puede ser bueno que las niñas juguéis a princesas con muñecas que parecen pilinguis (eh! otra palabra de madre, al menos de la mía: pilingui).
Y aquí era el punto de no retorno:
- Ay mami si me quisieras me comprarías una barbie.
- ¡Qué barbie ni qué barbo! Yo a tu edad jugaba con una caja de cartón durante horas. Y como vuelvas a decir una tontería de esas como que no te quiero, te regalo a los gitanos del circo que ya me estás hartando.
Consecuencias:
- En mi mente, los huevos kinder son un lujo tipo caviar.Vamos, sólo me los permito cuando cobro la extra y con miedo a convertirme en una drogadicta.
- Sonreía constantemente a los gitanos del circo preprarando el terreno, por si un día me mandaba con ellos.
- Hubo una época en la que de mayor quería ser pilingui. Hasta que se lo dije a una vecina de mi madre.
Situación: me pregunta la amable señora "Y de mayor que vás a ser". "Yo pilingui como la Barbie". Pellizco de la muerte, codazo, pisotón. Breve explicación a la vecina ojiplática. "Esta niña repite todo lo que oye en la tele. Desde luego, la televisión va a destrozar a esta generación de niños". Otro pellizco de la muerte en el ascensor. Un par de invitaciones cordiales a irme a vivir con los gitanos. Otro par menos cordiales. Pellizco de la muerte. Reflexión por mi parte. "Mami, que pensándolo mejor seré profesora, porque lo de pilingui nos va a costar un disgusto". "Nena, a veces no sé si es que eres muy lista o tremendamente tonta. De verdad que no lo sé", ahí, reforzando mi autoestima.
Excepciones para utilizar el cambio de genéro:
Pues en el fondo es gracioso. Ya me estoy viendo: "Ni pokemon, ni pokeman", "Ni tele, ni tela" "Ni ipod, ni ipad", ¡coño! la madre de Steve Jobs es de las mías.
La mía nunca jamás nos daba un capricho. No. Ella creía que con una única vez que nos comprara un huevo kinder íbamos a quedar marcadas de por vida por ese capricho, y ya nunca jamás íbamos a tener fuerza de voluntad, nos íbamos a dedicar a la vida fácil y ociosa, y a todos los vicios posibles. "Que son muchos nena, y ahí están para que tú caigas y tú eres mucho de caer".
Así que tú le decías:
- Mamá, quiero un huevo de chocolate.
- No.
- Por fa mami, cómprame un huevo- con cara de niña buenísima.
- No.
- Mamiiiii que me voy portar super bien si me compras chocolate (Aquí revasaba su paciencia).
- ¡Ni chocolate, ni chocolata!, y como no te portes bien tú solica, te vas a enterar. Mi obligación es tenerte abrigada y bien comida y la tuya portarte bien. Así que, si tu no cumples, esta noche duermes en la terraza y vas a cenar huevos de chocolate imaginarios, que parece que te gustan mucho.
Sí, tampoco es que mi madre fuera el Santo Job.
Cuando ella le cambiaba el género a cualquier cosa, tú ya sabías que no había esperanza.
- Mami cómprame una barbie que Martita tiene una super chula.
- Pues anda que no es chula tu muñeca Pepa.
- Mami, pero si le falta un ojo.
- Será culpa mía, no habérselo arrancando.
- Jooo mami, que la Barbie es super guapa y tiene muchos vestidos.
- Y la Pepa se tira pedos.
- Mami no es lo mismo. La Barbie tiene estilo y está delgada.
- Mira nena, a mi la Pepa me parece mucho más simpática que la escuálida esa, que no puede ser bueno que las niñas juguéis a princesas con muñecas que parecen pilinguis (eh! otra palabra de madre, al menos de la mía: pilingui).
Y aquí era el punto de no retorno:
- Ay mami si me quisieras me comprarías una barbie.
- ¡Qué barbie ni qué barbo! Yo a tu edad jugaba con una caja de cartón durante horas. Y como vuelvas a decir una tontería de esas como que no te quiero, te regalo a los gitanos del circo que ya me estás hartando.
Consecuencias:
- En mi mente, los huevos kinder son un lujo tipo caviar.Vamos, sólo me los permito cuando cobro la extra y con miedo a convertirme en una drogadicta.
- Sonreía constantemente a los gitanos del circo preprarando el terreno, por si un día me mandaba con ellos.
- Hubo una época en la que de mayor quería ser pilingui. Hasta que se lo dije a una vecina de mi madre.
Situación: me pregunta la amable señora "Y de mayor que vás a ser". "Yo pilingui como la Barbie". Pellizco de la muerte, codazo, pisotón. Breve explicación a la vecina ojiplática. "Esta niña repite todo lo que oye en la tele. Desde luego, la televisión va a destrozar a esta generación de niños". Otro pellizco de la muerte en el ascensor. Un par de invitaciones cordiales a irme a vivir con los gitanos. Otro par menos cordiales. Pellizco de la muerte. Reflexión por mi parte. "Mami, que pensándolo mejor seré profesora, porque lo de pilingui nos va a costar un disgusto". "Nena, a veces no sé si es que eres muy lista o tremendamente tonta. De verdad que no lo sé", ahí, reforzando mi autoestima.
Excepciones para utilizar el cambio de genéro:
Pues en el fondo es gracioso. Ya me estoy viendo: "Ni pokemon, ni pokeman", "Ni tele, ni tela" "Ni ipod, ni ipad", ¡coño! la madre de Steve Jobs es de las mías.
miércoles, 28 de julio de 2010
25. Nena, si es gratis, tú lo coges, luego ya veremos qué hacemos con eso
Este consejo es toda una filosofía de vida. Existen personas que si algo es gratis directamente no les gusta, existen personas que si algo es gratis les parece mejor, y luego está mi madre, a la que no disfrutar de algo que es gratis le parece pecado mortal.
A mi madre las promociones le vuelven loca. Esta frase es poco concisa, demasiado usada. Cuando digo le vuelven loca, es real. Se transforma. Las manos se vuelven más prensiles que nunca. Pareciera que los monos sólo hubieran evolucionado para que el pulgar y el índice de mi madre se pinzaran para coger aquel balón de playa de Nivea. Porque cuando algo es gratis, ella lo coge con tanta intensidad que parece que va a reventarlo. Bueno, los monos evolucionaron para eso y para cuando la nena decía algo fuera de lugar delante de extraños y ella me metía "un pellizco de la muerte" (Sí, mi hermana y yo les pusimos nombre). ¿Qué tendrán esas manos de madre para meter semejantes pellizcos? Retorciditos, pequeños, precisos... Olvídate de los métodos de la inquisición. Tú le pones a mi madre al lado de un ateo a meterle pequillizcos, y vaya si cree en Dios. Y si lanzas a mi madre con tres amigas más, te evangelizan el nuevo mundo en un par de semanas.
Cuándo utilizaba el consejo:
En el super, en la playa, en el centro comercial...
Alguna vez incluso en una basura:
- Mamá que eso lo ha tirado la gente porque no sirve.
- Nena, no les sirve a ellos, pero igual a nosotros sí.
- Pero mamá ¿nosotros para que queremos un cortacesped? Si no tenemos jardín.
- Mira nena, si es es gratis, tú lo coges, luego ya veremos qué hacemos con eso.
- Pues tirarlo a otra basura- decía entre dientes.
- Te he oído, nena, a mi no me repliques que te pongo a pasar el cortacesped en mi jardín imaginario todo el día y te enteras para qué sirve ¿eh? Has oído ¿no? Pues ahora lo coges y lo empujas hasta casa.
Consecuencias del consejo:
Yo ya he cogido todas las cosas gratis que una persona se merece a lo largo de su vida. Es decir, ya me he humillado lo suficiente:
-He ido a por pelotas de Nivea con la frase preparada "Deme dos, que mi hermanito está cojo y no puede venir a por la suya".
- A por degustaciones de queso en el super "Niña, ¿tu madre te da de comer? Es el quinto trozo que te doy.
- A por batidos a la salida del cole ¿Niña no te he dado antes una caja? Huy sería a mi gemela.
- A por yogures en el centro comercial "Deme dos, que soy hija de padres separados". Eso le enternecía a todo el mundo. "Pobrecita, dale otro, que tiene que sufrir mucho".
Eso sí, excepto los albúmes que regalaban a la puerta del cole, esos no, que llevaban droga. y que era lo único gratis que he querido yo en mi vida.
Excepciones para utilizarlo:
Si regalan oro, dinero, diamantes, ferraris y casas de lujo, futuros hijos míos, más os vale llegar los primeros. O puede que acabéis conociendo el temido pellizco de la muerte.
lunes, 26 de julio de 2010
24. Que no te pillen
"Nena, sobre todo que no te pillen". Lo he pensado durante años, y este es un buen consejo. Es más, es un consejo poco propio para una madre, y menos para la mía. Pero me gusta.
Cuándo utilizaba el consejo:
Aquí está el truco. Siempre detrás de una interminable lista de terroríficos consejos:
- No copies en los exámenes, Dios te castigará con su furia. Y si copias, que no te pillen nena.
- No mientas, y si mientes que no te pillen. Aunque ya te digo que antes se pilla a un metiroso que a un cojo.
- No robes, se te caerás las manos, pero si robas, que no te pillen.
- No bebas alcohol, y si bebes, que no te pille yo, nena, porque como te pille, te vas a enterar. ¿Has oído, nena?
Sí. Con mi madre, hay que saber leer entre líneas: la furia de Dios, se te caerán las manos... Pero, oye, ahí está el buen consejo: que no te pillen.
Consecuencias del consejo:
Soy capaz de aguantar la mirada mientras meto la bola más grande del mundo. Después de que me pillara en varias ocasiones (y de que me enterara más que de sobra), puedo asegurar que yo paso el polígrafo diciendo que un día vi una vaca volar y que los cerdos hacen mu. Y tan pancha. Adaptación al medio, me parece que lo llaman. Aunque yo lo definiría como supervencia pura y dura.
Excepciones para utilizar el consejo:
Pues oye, este me lo quedo. Futuros hijos míos, en muchas ocasiones, la clave va a estar en que no os pille. Así son las cosas. Podría ir de madre enrollada pero no me va a salir, yo he tenido un madre que me obligaba a merendar lentejas, me hacía limpiar los interruptores de la luz, y me asustaba diciendo que se me iban a pegar las tripas si me tragaba un chicle. Y todo eso, imprime carácter. Así que vamos a dejarlo en que seré feliz si no os pillo. No os quejéis, por lo menos no mando la furia de Dios sobre vosotros.
Cuándo utilizaba el consejo:
Aquí está el truco. Siempre detrás de una interminable lista de terroríficos consejos:
- No copies en los exámenes, Dios te castigará con su furia. Y si copias, que no te pillen nena.
- No mientas, y si mientes que no te pillen. Aunque ya te digo que antes se pilla a un metiroso que a un cojo.
- No robes, se te caerás las manos, pero si robas, que no te pillen.
- No bebas alcohol, y si bebes, que no te pille yo, nena, porque como te pille, te vas a enterar. ¿Has oído, nena?
Sí. Con mi madre, hay que saber leer entre líneas: la furia de Dios, se te caerán las manos... Pero, oye, ahí está el buen consejo: que no te pillen.
Consecuencias del consejo:
Soy capaz de aguantar la mirada mientras meto la bola más grande del mundo. Después de que me pillara en varias ocasiones (y de que me enterara más que de sobra), puedo asegurar que yo paso el polígrafo diciendo que un día vi una vaca volar y que los cerdos hacen mu. Y tan pancha. Adaptación al medio, me parece que lo llaman. Aunque yo lo definiría como supervencia pura y dura.
Excepciones para utilizar el consejo:
Pues oye, este me lo quedo. Futuros hijos míos, en muchas ocasiones, la clave va a estar en que no os pille. Así son las cosas. Podría ir de madre enrollada pero no me va a salir, yo he tenido un madre que me obligaba a merendar lentejas, me hacía limpiar los interruptores de la luz, y me asustaba diciendo que se me iban a pegar las tripas si me tragaba un chicle. Y todo eso, imprime carácter. Así que vamos a dejarlo en que seré feliz si no os pillo. No os quejéis, por lo menos no mando la furia de Dios sobre vosotros.
lunes, 19 de julio de 2010
23. Si no comes, no vas a crecer
Este es típico consejo QUE ES MENTIRA mamá. Mentira, mentira. Ahora desde mi metro 73 lo sé. Pero con 10 años no lo sabía, no. Y pasé mucho tiempo haciéndome a la idea de que iba a ser bajita, pero muy bajita. Mi madre no te dice los consejos sueltos, ella los refuerza con algo lo suficientemente castrófico, para que si no le haces caso, al menos sufras.
- Tú sigue así, con tus manías. No vas a crecer ni un poquito. Ah y luego vendrán los lloros. No te vas a poder montar sola en los ascensores, no llegarás a los armarios, no te atenderán en las tiendas porque no te verán... Una pena nena. Pero te empeñas en no comer y eso es lo que te espera. Una vida pequeñita.
¡Mentira! Con lo malísima comedora que yo he sido y sigo siendo, soy la más alta de mi familia. Ahora que no le paso una. Cuando voy a su casa a comer y me dice:
- Anda nena cógeme eso que yo no llego...
Es que no me puedo aguantar
- Huy mamá igual de pequeña no comías lo suficiente ¿por eso eres bajita? ¿por comer mal?
- Mira nena menos ironías y más garbo con esas lentejas, que de ahí no te levantas hasta que se le vea el dibujo al plato.
Sí, exactamente a los 31 años estoy obligada a verle el dibujo al plato. Lo sé, ligeramente deprimente.
Consecuencias del consejo:
Miedo y terrores infantiles.
Sorpresa y drescreimento cuando crecí tanto.
En mi interior me siento bajita.
Excepciones para utilizarlo:
Hombre, sin dramatismos. Algo un poco más científico y menos sentimental: futuros hijos míos, vuestro desarrollo depende de lo que comáis así que vamos a intentar que las cosas salgan bien.
Ahora, la frase de " de ahí no te levantas hasta que se le vea el dibujo al plato", pienso utilizarla. Sin criterio, pero me encanta.
jueves, 15 de julio de 2010
22.Si eres mayor para trasnochar, también para madrugar
Esta frase creo que es una de esas que han forjado a una generación. La mía. Y no puedo evitar que me entre una horrible nostalgia al repetirla. Mi madre abriendo la puerta de mi cuarto con mi si fuera a empotrarla en la pared, y esa voz aterradora y concreta:
- Ale, que ya es hora de levantarse nena. Si eres mayor para trasnochar, también para madrugar. Que tenemos muchas cosas que hacer. Hay que limpiar los cristales, pasar el aspirador, poner una colada, bajar a hacer la compra...
No me lo creo mamá. Nunca hay que hacer tantas cosas un sábado por la mañana. ¡Coño! Si cada vez que yo salía, había que hacer la limpieza anual de la casa. Yo creo que acumulaba esas tareas para las terribles mañanas de resaca. Cada vez que paseaba por la casa y veía los radiadores sucios ella pensaba: esto me lo apunto para el día que salga la nena, huy que hace tiempo que no ordenamos los armarios, los filtros del aire acondicionado los tengo llenitos de mierda, bien bien, otra cosita más.
Es que la estoy viendo.
Consecuencias del consejo:
Tenía truco. Si no te pillaba en la cama no te encargaba tareas y sobre todo no gritaba, que el grito para la resaca va mal. Así que mi hermana y yo dormimos con disimulo y en cualquier sitio.
Según la oíamos que se levantaba, cada una se buscaba la vida. Yo que soy de tendencia vaga, pues intentaba esconderme detrás de la puerta. Así cuando ella entraba, veía la cama hecha y se iba. Me volvía a meter en la cama. Mi hermana iba al baño, abría la ducha y se dormía encima de la taza. Media horita de sueño. Siguiente asalto. Yo a la ducha, mi hermana dentro del armario. Otra media horita. A desayunar, mi hermana dormida sobre la mesa, yo en el armario. Media hora más. Luego a estudiar. Las dos sobadas sobre los libros. Eso sí, con el oído atento. Porque cómo te pillara, olvídate, las tareas de desinfección de un hospital, una tontería al lado de lo que iba a encargarte. Porque las madres no limpian normal, al menos, la mía no:
- Nena, te coges el paño azul, el suave. Lo pasas por los fuegos. Luego con una servilleta de papel, pero de las que no tienen pelusilla, lo pasas otra vez. Sin pelusilla ¿eh? que sino quedan feos los fuegos. Así ya puedes empezar a limpiarlos. Coges el limpiador rojo, echas un poco. Poco, nena, que si no cuesta sacarlo. Lo retiras con el paño amarillo humecido en agua, que no esté empapado que se quedan feos. He dicho humedecido. Luego, el paño rosa para terminar y un poco del spray amarillo.
Y yo pensando: ¿De qué hablas mamá? ¿De limpiar los fuegos o de conseguir erradicar las bacterias del mundo? ¿Qué más dará que los fuegos queden feos? Son fuegos, ¿Con qué paño había que empezar? Joder, ¿cuál era el paño? Porque de una manera increíble, ella con sólo mirarlo sabía si habías cambiado el proceso. Las madres pueden adivinar cosas imposibles con sólo mirarte a los ojos.
Excepciones para utilizarlo:
Uf. Algo de razón tenía pero intentaré no martirizar a mis futuros hijos. Yo nunca madrugo pero desde las 8 de la mañana estoy en la cama sufriendo y, aunque esté sola, si alguien me llama por teléfono disimulo:
- ¿Estabas dormida? ¿Te he despertado?
- ¡Que va! Llevo limpiando los fuegos desde las 8.
- Ale, que ya es hora de levantarse nena. Si eres mayor para trasnochar, también para madrugar. Que tenemos muchas cosas que hacer. Hay que limpiar los cristales, pasar el aspirador, poner una colada, bajar a hacer la compra...
No me lo creo mamá. Nunca hay que hacer tantas cosas un sábado por la mañana. ¡Coño! Si cada vez que yo salía, había que hacer la limpieza anual de la casa. Yo creo que acumulaba esas tareas para las terribles mañanas de resaca. Cada vez que paseaba por la casa y veía los radiadores sucios ella pensaba: esto me lo apunto para el día que salga la nena, huy que hace tiempo que no ordenamos los armarios, los filtros del aire acondicionado los tengo llenitos de mierda, bien bien, otra cosita más.
Es que la estoy viendo.
Consecuencias del consejo:
Tenía truco. Si no te pillaba en la cama no te encargaba tareas y sobre todo no gritaba, que el grito para la resaca va mal. Así que mi hermana y yo dormimos con disimulo y en cualquier sitio.
Según la oíamos que se levantaba, cada una se buscaba la vida. Yo que soy de tendencia vaga, pues intentaba esconderme detrás de la puerta. Así cuando ella entraba, veía la cama hecha y se iba. Me volvía a meter en la cama. Mi hermana iba al baño, abría la ducha y se dormía encima de la taza. Media horita de sueño. Siguiente asalto. Yo a la ducha, mi hermana dentro del armario. Otra media horita. A desayunar, mi hermana dormida sobre la mesa, yo en el armario. Media hora más. Luego a estudiar. Las dos sobadas sobre los libros. Eso sí, con el oído atento. Porque cómo te pillara, olvídate, las tareas de desinfección de un hospital, una tontería al lado de lo que iba a encargarte. Porque las madres no limpian normal, al menos, la mía no:
- Nena, te coges el paño azul, el suave. Lo pasas por los fuegos. Luego con una servilleta de papel, pero de las que no tienen pelusilla, lo pasas otra vez. Sin pelusilla ¿eh? que sino quedan feos los fuegos. Así ya puedes empezar a limpiarlos. Coges el limpiador rojo, echas un poco. Poco, nena, que si no cuesta sacarlo. Lo retiras con el paño amarillo humecido en agua, que no esté empapado que se quedan feos. He dicho humedecido. Luego, el paño rosa para terminar y un poco del spray amarillo.
Y yo pensando: ¿De qué hablas mamá? ¿De limpiar los fuegos o de conseguir erradicar las bacterias del mundo? ¿Qué más dará que los fuegos queden feos? Son fuegos, ¿Con qué paño había que empezar? Joder, ¿cuál era el paño? Porque de una manera increíble, ella con sólo mirarlo sabía si habías cambiado el proceso. Las madres pueden adivinar cosas imposibles con sólo mirarte a los ojos.
Excepciones para utilizarlo:
Uf. Algo de razón tenía pero intentaré no martirizar a mis futuros hijos. Yo nunca madrugo pero desde las 8 de la mañana estoy en la cama sufriendo y, aunque esté sola, si alguien me llama por teléfono disimulo:
- ¿Estabas dormida? ¿Te he despertado?
- ¡Que va! Llevo limpiando los fuegos desde las 8.
martes, 13 de julio de 2010
21. Nena, ponte recta, si andas encogida te va a salir chepa
(Pequeña escapada de verano, ya estoy de vuelta).
Allá vamos con uno de mis consejos preferidos, terrorífico y que te puede acomplejar para el resto de tu vida. "Nena, ponte recta, si andas encogida te va a salir chepa".
La nena (yo misma) estaba hacia los 13 años tan tranquila, dentro de su uniforme del cole, delgada, pequeña, discreta... Pero el cuerpo de la nena estalló dentro de aquel uniforme. A los 14 años crecí hasta el metro 73 actual, la talla 100 y un 40 de pie. Fue un martes por la noche. Me metí en la cama y me desperté así: intensa, contundente y aterrada. Y me encongí. En parte por el susto y en parte porque las tetas pesan. Es así mamá, no lo decidí yo, lo llaman ley de la gravedad. Pero a ella las leyes que no sean suyas le dan igual.
- Gravedad, gravedad. Te voy a dar yo a ti gravedad... Lo que te pasa es que te avergüenzas de tu cuerpo. Eso te pasa. Pero tú verás nena. Haz lo que quieras. Eso sí, no vengas luego a quejarte de que tienes chepa. Noooo. Yo te lo he advertido. Gravedad... Lo que tiene una que oír.
Normalmente, cuando alguien dice un discurso así, pues se supone que dicho está. Pero mi madre es muy de por si acaso, y por si acaso no me había quedado claro, durante ese año tuve que escuchar:
- Bueno, no pasa nada. Ya sabes que las chepas traen suerte nena.
- Una chepa tampoco es algo tan serio, con camisetas con capucha lo disimulamos y ya está. Hombre, el traje de novia te va a quedar raro, pero a ti las cosas raras te gustan.
- Oye nena, he decidido que no te voy a comprar para tu cumple ese vestido que tanto te gusta, total, dentro de nada no lo vas a poder usar cuando te salga chepa.
- He estado pensando que igual es genético: la abuela tenía chepa. No pasa nada, te ha tocado y te ha tocado, lo superaremos.
Esto es lo que mi madre entiende por ironía.
Consecuencias del consejo:
Compresión absoluta de la gente que tiene chepa.
Terror cada vez que me encogía.
Ligero complejo de espalda fea a base de imaginármela con chepa. Contribuyó a ello un novio imbécil al que le pregunté: ¿cuál es la parte de mi cuerpo que menos te gusta? Tu espalda, dijo justo en el momento en el que dejó de ser mi novio para siempre.
Éxito total entre el sector masculino adolescente: una talla 100, y encima recta. Con orgullo.
Agradecimiento infinito a dios cuando el resto de mis amigas echaron tetas, crecieron y dejaron de ser discretas.
Agradecimiento infinito a todos los dioses cuando mis propias hormonas ajustaron a mi cuerpo flaco el volumen de mi pecho y se replegaron a una más proporcionada talla 95.
Excepciones para utilizarlo:
Nunca. Si veo que mis futuros hijos no van rectos les apuntaré a ballet, natación o les llevaré al médico. Bueno, si son varones y se les salen tetas pasaremos del ballet e iremos directamente al médico.
Allá vamos con uno de mis consejos preferidos, terrorífico y que te puede acomplejar para el resto de tu vida. "Nena, ponte recta, si andas encogida te va a salir chepa".
La nena (yo misma) estaba hacia los 13 años tan tranquila, dentro de su uniforme del cole, delgada, pequeña, discreta... Pero el cuerpo de la nena estalló dentro de aquel uniforme. A los 14 años crecí hasta el metro 73 actual, la talla 100 y un 40 de pie. Fue un martes por la noche. Me metí en la cama y me desperté así: intensa, contundente y aterrada. Y me encongí. En parte por el susto y en parte porque las tetas pesan. Es así mamá, no lo decidí yo, lo llaman ley de la gravedad. Pero a ella las leyes que no sean suyas le dan igual.
- Gravedad, gravedad. Te voy a dar yo a ti gravedad... Lo que te pasa es que te avergüenzas de tu cuerpo. Eso te pasa. Pero tú verás nena. Haz lo que quieras. Eso sí, no vengas luego a quejarte de que tienes chepa. Noooo. Yo te lo he advertido. Gravedad... Lo que tiene una que oír.
Normalmente, cuando alguien dice un discurso así, pues se supone que dicho está. Pero mi madre es muy de por si acaso, y por si acaso no me había quedado claro, durante ese año tuve que escuchar:
- Bueno, no pasa nada. Ya sabes que las chepas traen suerte nena.
- Una chepa tampoco es algo tan serio, con camisetas con capucha lo disimulamos y ya está. Hombre, el traje de novia te va a quedar raro, pero a ti las cosas raras te gustan.
- Oye nena, he decidido que no te voy a comprar para tu cumple ese vestido que tanto te gusta, total, dentro de nada no lo vas a poder usar cuando te salga chepa.
- He estado pensando que igual es genético: la abuela tenía chepa. No pasa nada, te ha tocado y te ha tocado, lo superaremos.
Esto es lo que mi madre entiende por ironía.
Consecuencias del consejo:
Compresión absoluta de la gente que tiene chepa.
Terror cada vez que me encogía.
Ligero complejo de espalda fea a base de imaginármela con chepa. Contribuyó a ello un novio imbécil al que le pregunté: ¿cuál es la parte de mi cuerpo que menos te gusta? Tu espalda, dijo justo en el momento en el que dejó de ser mi novio para siempre.
Éxito total entre el sector masculino adolescente: una talla 100, y encima recta. Con orgullo.
Agradecimiento infinito a dios cuando el resto de mis amigas echaron tetas, crecieron y dejaron de ser discretas.
Agradecimiento infinito a todos los dioses cuando mis propias hormonas ajustaron a mi cuerpo flaco el volumen de mi pecho y se replegaron a una más proporcionada talla 95.
Excepciones para utilizarlo:
Nunca. Si veo que mis futuros hijos no van rectos les apuntaré a ballet, natación o les llevaré al médico. Bueno, si son varones y se les salen tetas pasaremos del ballet e iremos directamente al médico.
domingo, 4 de julio de 2010
20. No hables bajito, la gente que habla bajito tiene miedo al qué dirán.
Mi madre le tiene una inquina absoluta a todas las personas que hablan bajito. Yo no lo entiendo pero hablar alto, que para ella también significa claro, es una virtud. "Nena, tú fíate de la Mari, que es muy limpia y habla alto". Uno de esos misterios de mi madre. Cómo justifica tanta inquina:
- Unos no pronuncian. "Eso es por mal aprendizaje de pequeños nena, no saben y no saben y para qué hablar con alguien que no sabe...".
- Otros no vocalizan. "Es porque son unos vagos, nena, y andan arrastrando las sílabas, y yo vagos cerca no quiero".
- Otros son tímidos. "Pobrecicos, es por miedo, andan acobardados pero de los cobardes uno no se puede fiar".
- Y a los que les tiene más tiña es a los que hablan bajito porque sí. "Eso es de pueblo nena, por el miedo al qué dirán. Cuando te importa tres pepinos lo que piensen los demás, pues hablas como yo: bien clarito y vocalizando. Además quien habla así es porque tiene la razón de su mano. Y tú ya sabes, nena, que yo siempre tengo la razón". Amén.
Consecuencias del consejo:
Si voy a mentir, grito. Bien alto: “¡QUE YO NO HE ROBADO NADA SEÑOR AGENTE. YO SOLO PASABA POR AQUÍ!”. O sea no puedo mentir.
Nunca me juego pasta a las cartas. Soy nefasta al póquer y al mus: “¡ENVIDO A GRANDES QUE VOY CARGADA!”. Así no hay manera.
Excepciones para utilizar el consejo:
Nunca. Hijos hay gente que habla bajito porque le sale así, por respeto, por discreción, por falta de capacidad en la garganta... Ahora, como consejo, a la abuela le habláis vocalizando, si queréis que os de la paga.
- Unos no pronuncian. "Eso es por mal aprendizaje de pequeños nena, no saben y no saben y para qué hablar con alguien que no sabe...".
- Otros no vocalizan. "Es porque son unos vagos, nena, y andan arrastrando las sílabas, y yo vagos cerca no quiero".
- Otros son tímidos. "Pobrecicos, es por miedo, andan acobardados pero de los cobardes uno no se puede fiar".
- Y a los que les tiene más tiña es a los que hablan bajito porque sí. "Eso es de pueblo nena, por el miedo al qué dirán. Cuando te importa tres pepinos lo que piensen los demás, pues hablas como yo: bien clarito y vocalizando. Además quien habla así es porque tiene la razón de su mano. Y tú ya sabes, nena, que yo siempre tengo la razón". Amén.
Consecuencias del consejo:
Si voy a mentir, grito. Bien alto: “¡QUE YO NO HE ROBADO NADA SEÑOR AGENTE. YO SOLO PASABA POR AQUÍ!”. O sea no puedo mentir.
Nunca me juego pasta a las cartas. Soy nefasta al póquer y al mus: “¡ENVIDO A GRANDES QUE VOY CARGADA!”. Así no hay manera.
Excepciones para utilizar el consejo:
Nunca. Hijos hay gente que habla bajito porque le sale así, por respeto, por discreción, por falta de capacidad en la garganta... Ahora, como consejo, a la abuela le habláis vocalizando, si queréis que os de la paga.
miércoles, 30 de junio de 2010
19. Nunca compres sólo dos patatas, eso es de gente triste nena, muy triste
Creo que este consejo es de la categoría "Sólo de la madre de la nena". Nadie puede ejecutar su pensamiento hasta llegar a "Nunca compres sólo dos patatas en la frutería, eso es gente triste nena, muy triste. Y todos los demás lo sabrán". Aunque viendo los comentarios, puede que el resto de madres de España me sorprendan.
Breve explicación del consejo:
Mi madre vive traumada y muerta de pena por una vecina que un día entró en la frutería abarrotada y dijo: dos patatas por favor. "Y ya, nena, no pidió nada más. Se hizo un silencio. Huy horrible, ya te digo. ¡Dos patatas! Eso es muy triste. Pobrecica, eso es porque vive sola, y no tiene para quién concinar. Ay que tristeza me dio, con lo educada que es, y limpia, porque será triste pero tiene pinta de ser muy limpia, que eso se nota. Nena, tú disimulas. Si sólo necesitas dos patatas pues pides cuatro aunque las vayas a tirar. Y pide un pimiento y peregil, que la gente se piense que vas a hacer un guiso. Y un tomate nena, tú pides un tomate, que los tomates siempre vienen bien". Ajá, esta es la ejecución del pensamiento de mi madre.
Segunda breve explicación del consejo:
No se vayan a pensar que mi vecina pasa apuros económicos. Sólo que vive sola, y se ve que es de poco comer. Y llamadme intuitiva, pero la buena mujer a lo mejor sólo necesitaba dos patatas.
Consecuencias:
Antes sufría en la frutería porque mi lista tipo es: 2 pimientos, dos cebollas, dos cogollos, y 6 tomates (los tomates siempre vienen bien). Pensaba: esta gente va a creer que soy una triste, me van a llamar "la de los dos pimientos". Lo he superado. Eso sí, me ha costado tirar ingentes cantidades de comida podrida sobre todo patatas.
Excepciones para utilizarlo:
Nunca. Futuros hijos: la frutería es un sitio en el que podéis comprar las patatas desde 1 hasta todas las que tengan. El sistema funciona de la siguiente manera: ¿Cuántas patatas necesitas? Pues compras esas.
Breve explicación del consejo:
Mi madre vive traumada y muerta de pena por una vecina que un día entró en la frutería abarrotada y dijo: dos patatas por favor. "Y ya, nena, no pidió nada más. Se hizo un silencio. Huy horrible, ya te digo. ¡Dos patatas! Eso es muy triste. Pobrecica, eso es porque vive sola, y no tiene para quién concinar. Ay que tristeza me dio, con lo educada que es, y limpia, porque será triste pero tiene pinta de ser muy limpia, que eso se nota. Nena, tú disimulas. Si sólo necesitas dos patatas pues pides cuatro aunque las vayas a tirar. Y pide un pimiento y peregil, que la gente se piense que vas a hacer un guiso. Y un tomate nena, tú pides un tomate, que los tomates siempre vienen bien". Ajá, esta es la ejecución del pensamiento de mi madre.
Segunda breve explicación del consejo:
No se vayan a pensar que mi vecina pasa apuros económicos. Sólo que vive sola, y se ve que es de poco comer. Y llamadme intuitiva, pero la buena mujer a lo mejor sólo necesitaba dos patatas.
Consecuencias:
Antes sufría en la frutería porque mi lista tipo es: 2 pimientos, dos cebollas, dos cogollos, y 6 tomates (los tomates siempre vienen bien). Pensaba: esta gente va a creer que soy una triste, me van a llamar "la de los dos pimientos". Lo he superado. Eso sí, me ha costado tirar ingentes cantidades de comida podrida sobre todo patatas.
Excepciones para utilizarlo:
Nunca. Futuros hijos: la frutería es un sitio en el que podéis comprar las patatas desde 1 hasta todas las que tengan. El sistema funciona de la siguiente manera: ¿Cuántas patatas necesitas? Pues compras esas.
domingo, 27 de junio de 2010
18. Los cromos que regalan en la puerta del cole llevan droga
Ay que nostalgia... El cole, las batas de colores, los bocatas de chorizo, ese señor que nos regalaba álbumes a través de las verjas y mi madre a la salida gritando: "¡Nena! Tira ese álbum a la basura ya mismo. ¿Me has oído? Ya mismo nena, que esos cromos llevan droga. Lo han dado en la tele. ¡Nena! He dicho ya, y cuando yo digo "ya", no es dentro de un rato, es ya".
Y yo arrastrándome a la papelera más cercana, con aquel álbum que se pegaba a mis pequeños dedos ávidos de convertirse en dedos coleccionistas. Purita nostalgia.
Y con todo mi disgusto me montaba en el coche de camino a casa. "Nena, que no te fíes de los extraños, que te lo vengo diciendo y tú ni caso. Lo dieron en la tele. Esos cromos llevan droga pegada. Si los metes en agua se ve la droga. Es que eres muy ingénua. Porque tu eres muy de creerte cualquier cosa ¿lo sabes no? Con eso vamos a tener que vivir, nena. ¿Cómo te van a dar cromos así por así? Sólo de pensarlo me da la risa. Que te queda mucho por aprender, nena, mucho. Eso es una técnica para hacerte adicta a la droga esa que llevan, y luego, ala, a vivir con una hija drogadicta. Y yo por ahí no paso ¿Me oyes nena? Yo drogadictos en casa no quiero."
Consecuencias del consejo:
- Nostalgia de los álbumes que nunca terminé.
- Cierta vergüenza al recordar cómo sumergí un cromo en agua para ver cómo era la droga esa.
- Temor: la droga esa era invisible, apenas teñía un poco el agua. Tenía que estar alerta: cualquier cosa podía llevar droga y, como yo era muy de creerme todo, me podían engañar.
- Más temor: si consumo cualquier droga, que podía pasarme porque yo era muy ingénua y la droga muy trasparente, mi madre me echaba de casa.
- Más nostalgia: de esa bendita ingenuidad que ojalá siguiera teniendo para creerme mejor el mundo.
Excepciones para utilizar el consejo con mis futuros hijos:
Nunca. ¡Mamá! Era marketing, coño marketing. Pero no para hacerme drogadicta, si no para tú tuvieras que comprarme todos los cromos que me faltaban... Ahora que lo pienso... ¡Ella lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Qué narices de droga! Lo que no quería era comprarme los malditos cromos. Esta te la guardo, mamá, palabra que te la guardo.
Consecuencias en este preciso momento:
Lo admito era una ingénua. Del todo, mierda, del todo. La reina del marketing, esa es mi madre y yo, como decía ella, yo siempre he sido de creerme mucho las cosas, sobre todo a ella.
Y yo arrastrándome a la papelera más cercana, con aquel álbum que se pegaba a mis pequeños dedos ávidos de convertirse en dedos coleccionistas. Purita nostalgia.
Y con todo mi disgusto me montaba en el coche de camino a casa. "Nena, que no te fíes de los extraños, que te lo vengo diciendo y tú ni caso. Lo dieron en la tele. Esos cromos llevan droga pegada. Si los metes en agua se ve la droga. Es que eres muy ingénua. Porque tu eres muy de creerte cualquier cosa ¿lo sabes no? Con eso vamos a tener que vivir, nena. ¿Cómo te van a dar cromos así por así? Sólo de pensarlo me da la risa. Que te queda mucho por aprender, nena, mucho. Eso es una técnica para hacerte adicta a la droga esa que llevan, y luego, ala, a vivir con una hija drogadicta. Y yo por ahí no paso ¿Me oyes nena? Yo drogadictos en casa no quiero."
Consecuencias del consejo:
- Nostalgia de los álbumes que nunca terminé.
- Cierta vergüenza al recordar cómo sumergí un cromo en agua para ver cómo era la droga esa.
- Temor: la droga esa era invisible, apenas teñía un poco el agua. Tenía que estar alerta: cualquier cosa podía llevar droga y, como yo era muy de creerme todo, me podían engañar.
- Más temor: si consumo cualquier droga, que podía pasarme porque yo era muy ingénua y la droga muy trasparente, mi madre me echaba de casa.
- Más nostalgia: de esa bendita ingenuidad que ojalá siguiera teniendo para creerme mejor el mundo.
Excepciones para utilizar el consejo con mis futuros hijos:
Nunca. ¡Mamá! Era marketing, coño marketing. Pero no para hacerme drogadicta, si no para tú tuvieras que comprarme todos los cromos que me faltaban... Ahora que lo pienso... ¡Ella lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Qué narices de droga! Lo que no quería era comprarme los malditos cromos. Esta te la guardo, mamá, palabra que te la guardo.
Consecuencias en este preciso momento:
Lo admito era una ingénua. Del todo, mierda, del todo. La reina del marketing, esa es mi madre y yo, como decía ella, yo siempre he sido de creerme mucho las cosas, sobre todo a ella.
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